Sintió miedo, porque pensó que ahora él era un fantasma completo, un espectro que podría visitarla una noche si quisiera, sin necesidad de que ella estuviera dormida ni permiso de ninguna clase.
Y sin embargo, antes, ella nunca había conseguido soñarlo por las noches: pasaba el día entero soñando despierta con él, pero en los sueños reales (el oxímoron la hizo sonreír un poco, pero seguía con miedo) él nunca había aparecido. Claro que ella se daba cuenta de que eso era lógico, pero de todas formas la permanente ausencia de él durante sus noches la fastidiaba. Antes la fastidiaba. Ahora era preferible que nunca apareciera.
Para calmarse, y por placer, recordó los buenos momentos que él le había hecho pasar, las innumerables veces que ella tuvo que contener la risa para no despertar a sus padres; él la había hecho divertir, y reflexionar también. Y le había permitido vislumbrar un mundo desconocido a través de sus relatos, un mundo viril de bares y gente mayor que decía y hacía cosas raras, tan distintas a su vida de adolescente un poco sobreprotegida.
Ella deseó muchas veces encontrar algo bueno para decirle y algunas veces estuvo a punto de hacerlo, pero a último momento le había parecido una tontería y se había quedado callada. Otra vez la imagen la hizo sonreír: era curioso como su mente acomodaba las cosas y les daba una intensidad, un realismo que nunca tuvieron. O tal vez sí, pero era por lo menos inexacto, ella no se había quedado callada, aunque tampoco había podido hablarle. Y menos ahora, que él se había ido para siempre.
Y sin embargo, antes, ella nunca había conseguido soñarlo por las noches: pasaba el día entero soñando despierta con él, pero en los sueños reales (el oxímoron la hizo sonreír un poco, pero seguía con miedo) él nunca había aparecido. Claro que ella se daba cuenta de que eso era lógico, pero de todas formas la permanente ausencia de él durante sus noches la fastidiaba. Antes la fastidiaba. Ahora era preferible que nunca apareciera.
Para calmarse, y por placer, recordó los buenos momentos que él le había hecho pasar, las innumerables veces que ella tuvo que contener la risa para no despertar a sus padres; él la había hecho divertir, y reflexionar también. Y le había permitido vislumbrar un mundo desconocido a través de sus relatos, un mundo viril de bares y gente mayor que decía y hacía cosas raras, tan distintas a su vida de adolescente un poco sobreprotegida.
Ella deseó muchas veces encontrar algo bueno para decirle y algunas veces estuvo a punto de hacerlo, pero a último momento le había parecido una tontería y se había quedado callada. Otra vez la imagen la hizo sonreír: era curioso como su mente acomodaba las cosas y les daba una intensidad, un realismo que nunca tuvieron. O tal vez sí, pero era por lo menos inexacto, ella no se había quedado callada, aunque tampoco había podido hablarle. Y menos ahora, que él se había ido para siempre.
Pero sí hubiera podido escribirle, dejarle un comentario aunque sea baladí para que él lo leyera, y tal vez le respondiera.
Pero ahora era tarde.
Cada vez que intentaba abrir el blog de él, aparecía la leyenda:
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.
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Dedicado al Yaya (El Simón dice), mi primer cadáver blogueril.
Ey! Hablando de desaparecidos!
ResponderBorrarMuchas gracias, Lau. Pero yo lo sigo leyendo y (hago trampa) le cambio algunas cosas, porque es muy corto y cada palabra debiera tener un propósito preciso, y me parece que le falta. Pero el blog del taller es otro...medio fantasma también.
En fin, yo voto por que reencarnen, aunque sea para que no anden al garete por ahí, que queda tan feo.
Besos grandes, piba.
¡Muy lindo el cuento, Sergio! (todo bien con los humorísticos pero ya extrañaba uno de éstos.)
ResponderBorrarAfortunadamente, el Yaya ya resucitó (o hay quien se encarga de homenajearlo honrosamente en
donyaya.blogspot.com).
Beso!
FROGA: Es que se me escapa el payaso, creo que voy a empezar a usar seudónimo para esos...
ResponderBorrar¿Así que el Yaya hizo la "Gran Víctor Sueiro"? Vamos a ver!
CHIRIBINA: Bueno, sos la segunda en este post que me dice caballero, y me gusta: definitivamente abandono el humor, entonces.
Con respecto a lo otro, yo sigo prefiriendo el cara a cara. Pero eso es tooodo otro tema.
Y si querés escribir...escribí.
Besos!
ay debo admitir que yo también me asusté en algún momento! pero yerba mala nunca muere, parece jeje
ResponderBorrarbesos
ANTO: La casa no se responsabiliza por los comentarios ajenos, así que ahora aguantesé al cordobés...
ResponderBorrarMe encantó Don Sergio, muy copado su "Cuento cortísimo".
ResponderBorrarUd sì que tiene suerte.
ResponderBorrarSu primer cadaver resucitó!
Aunque no sabría decirle si eso es bueno o malo.
besos y para variar me gustó.
ALABAMA WORLEY: Muchas gracias. Y deje de mirar esos programas patéticos, si quiere le presento un amigo!
ResponderBorrarANA: Ahora me da cosa, a lo mejor lo enterramos vivo, ¿no?
Besos!
Nono no!, no me rete, por favor!!! No vé que fué sólo un accidente, un momento de estupefacción!?
ResponderBorrarYo no tengo cadáveres bloggeriles... sólo cuerpos en estado de muerte suspendida como diría José Saramago en Las intermitencias de la muerte...
ResponderBorrarSi te tuviera cerca no sabría si pegarte un puño o darte un beso...
...
ALABAMA WORLEY: Bueno, pero cualquier cosa me avisa.
ResponderBorrarMILL: Ante la duda deme un beso, ¿no?
cumbres borrascosas un poroto comparado con este post!!
ResponderBorrar;)
besos
Le agradezco, su mención. No podía irme de la blogósfera tan del todo (apenas cambiar un poco el aspecto, eso sí). Tomarse el piro es un equívoco casi siempre, sobre todo si en este medio aguardan textos tan buenos como los suyos, que se resignan (por simpatía más que por otra cosa) a codearse con mis torpezas sintácticas.
ResponderBorrarJuéguele al 48, que estoy hablando con usted.
PARENTESIS: Bueno...
ResponderBorrarYAYA: ¡Mirácolo! Yo sabía que la conversión repentina de mi teclado en una tabla Ouija me iba a deparar estas cosas. Y hay simpatía, claro, pero disfruto denserio de sus cosas.
Un brindis por la vuelta.