Escalera mecánica

Contribuciones (desde acá) a la propuesta de minis para escalera mecánica de jmslayer.

7
Necesidades (28/07/2006)

El ciruja va mirando el piso por si encuentra monedas, algo para comer o un pucho todavía fumable. En lugar de eso recoge un papelito que dice:
Vivo en el 1527, 1º “A”. Quiero sexo loco con el que encuentre este papel. ¡¡¡¡No me hagas esperar!!!!

Levanta la vista y la ve en la ventana, ella lo saluda y es feísima. Él toca el timbre y pregunta: “¿Pero me da una moneda?”. “Hola, tesoro”, dice ella.
- ¿Me da algo para comer?
- ¿Vas a subir o no?
- Aunque sea un sánguche…
- ¡Después! ¡Subí, por favor!
- No me haga subir al pedo.
- ¿Qué…?
- Disculpe.
- ¿Lo único que te interesa es comer?
- Primero me da algo para comer y después hacemos.
- Papito, cuando veas cómo estoy se te pasa el hambre…
- Ni hablar, tiene que darme algo.
- ¿Pero quién te crees que sos?
- ¿Quiere coger o no?
- Me sobran los tipos, infeliz. Y vos sos un mugriento, tendrías que agrad…
- Mire, yo le dejo el papelito en la vereda y me voy.
- No…No seas malo. Subí y te preparo algo.
- Bueno...Es muy preciosa, usted.
- Gracias, ¿subís?
- Sí, linda.
- Cosita, te hago milanesas.
- Ahí voy.

4
De los juegos de mesa, prefiero la ruleta rusa. Con mis amigos solemos reunirnos para jugar y claro, hay los grandes abrazos al llegar, un rato de charla con recuerdos de bolitas y poliladron y después nos ponemos muy serios, porque somos conscientes de la importancia del juego. Nos vamos cediendo el revólver con una ternura infinita y nos deseamos suerte de corazón. Una vez resuelta la jugada del día, limpiamos la sangre y servimos los chorizos que fuimos asando mientras gatillábamos. Es un gran juego pero tiene la contra de irnos dejando sin jugadores. Estoy pensando en invitar a otros que no quiero tanto, pero no va a ser lo mismo.

5
El ladrón enamorado se coló subrepticiamente por la ventanita del malvón. La casa en sombras lo desorientó un momento y recién cuando se le abrieron de par en par las pupilas, enfiló para el dormitorio. Un suspiro de gata lo congeló en el lugar y descubrió que ella dormía en el sillón del living, con el control remoto de la tele todavía en la mano izquierda. El ladrón consideró el cambio de planes y decidió correr el riesgo. Con velocidad de caracol viejo se fue aproximando y el ambiente pareció llenarse con sus latidos desbocados. Calculó la distancia para la huída, se humedeció los labios resecos y por fin, estuvo al lado de ella. Le robó un beso y saltó por la ventanita del malvón sonriendo.


6
Cristina Onassis supo contratarme pa' que la ame un rato cuando estuvo por acá.
Fiera, la gringa.Y sin nada de gracia, aparte de los millones. Yo le cumplí con lo pactado, pero sin esajerar, no me daba la gana. Yo pensaba en Susana Traverso, pero me concentraba en decir "Cristina, Cristinita..." pa' que no fuera a enojarse. Encima ella me chapurreaba medio en castellano, medio en otro yeite, me daba una risa.... A la final creo que se quedó conforme, porque me dio propina y todo y me hizo llevar por un fercho disfrazado. Casi la cago a último momento porque le mandé "Un gusto, Susanita", pero me hice el que tosía y me rajé con el disfrazado.



1
Yo intenté detener al desconocido, porque le vi una loca determinación en el brillo de los ojos. Nadie arroja tanto dinero así, nadie insulta de esa manera y sale temblando, si no es porque está quemándose por dentro. Yo intenté detenerlo, pero a él parecían animarlo los demonios. Al día siguiente supe que era el Iscariote.


2
El hombre aceptó receloso una hoja que decía "Cuentos para leer en la escalera mecánica - No arrojar al piso ". Dentro de un recuadro, en letra de menor tamaño, se leía: "Aunque usted no lo crea, ya va por la mitad". Otro recuadro y la letra aún más chica, casi ilegible : "Punto culminante, ¡Atención!". Una delgada flecha indicaba que continuaba en la parte posterior. Y allí, un único cartel con una carita sonriente: "Gracias por leerlo. ¡CUIDADO CON EL ULTIMO ESCALON!"


3
Cada noche entraban en el enorme palomar dormido. El maldito hijo de puta de su padre se los tenía prohibido, pero ellos entraban y enseguida atrapaban un animal. El viejo jodido decía que las palomas viejas se ponían más boludas que de costumbre. Agarraban la paloma y le hacían cosas: la estiraban de un ala cada uno hasta desgarrárselas o directamente le hundían el buche de una trompada. Después orinaban sobre la paloma o le quemaban la cabeza con el Ronson del padre.
Lo llamaban El Juego de la Paloma Vieja.