Ahora, que teníamos el proyecto abrochado, que finalmente habíamos redondeado la idea y habíamos podido transmitirla con la claridad necesaria; ahora que por fin lo había aceptado mi pareja actual, justo ahora, ya no sé si quiero que me dejen ser infiel.
Después de años de juntar argumentos en contra de la fidelidad, de hablar hasta por los codos de la utopía de la monogamia, de proclamar que ir en contra de la naturaleza es suicida, después de todo eso me agarran las dudas.
Después de convencer: a los cultos con historias de Grecia, a los formales con la posibilidad de diversión, a los conservadores con la promesa de que no sería obligatorio, y a los creyentes con los ejemplos nefastos de la abstinencia, ahora comprendo que estábamos equivocados.
Desempolvamos esa vieja teoría que se llamó “la nueva fidelidad” y cuyos principios básicos eran Libertad y Sinceridad, y que tenía bastante que ver con lo que nosotros impulsábamos hasta ayer mismo, aunque esa palabra, Sinceridad, expuesta así, en forma tan impúdica, nos hacía imaginar a los integrantes de la pareja contándose qué habían hecho y con quién, y no nos cerraba. Lo nuestro era otra cosa: enaltecíamos el respeto por el otro, pero más bien desde el “ojos que no ven, pero saben”.
Lo que prometíamos era vedarnos las aventuras con gente conocida y en lugares conocidos; garantizábamos la prohibición de usar el lecho conyugal para los encuentros, jurábamos inmunidad para los familiares y por sobre todo abolíamos cualquier tipo de interrogatorio.
Queríamos dar rienda suelta a nuestros instintos, pero aspirábamos a la comprensión y aprobación de la sociedad toda, y en nuestro fuero íntimo soñábamos con que el ejemplo cundiera y suponíamos que el incremento de actividad sexual nos beneficiaría a todos. Y, al haber más gente probando nuevas experiencias, sería más fácil evitar los casos que mencionábamos antes: nada de mirar con ganas a la cuñada, para qué, si el río abundaría en peces. Queríamos descriminalizar la infidelidad.
Estábamos tan equivocados.
Ahora, que el Proyecto cuenta con media sanción en la Cámara Baja, que los diarios hablan de esta verdadera revolución cultural, ahora que había ajustado mi agenda para festejar con todas mis amantes, me doy cuenta de que hemos aniquilado el componente principal: el sabor de lo prohibido.
Ya no será peligroso quedarse después de hora con la secretaria nueva, ya será legal que salgamos con otras mujeres, ya no necesitaremos inventar partiditos de fútbol y ellas de paddle. Ya nunca nos provocará vértigo percibir en nuestra ropa un perfume delator.
Habremos por fin reconocido nuestra naturaleza juguetona y sensual, nuestra imperiosa necesidad de seducir y ser seducidos constantemente, nuestras urgencias hormonales y nuestros deseos de probar todo lo que se pueda antes del fin.
Habremos reconocido todo eso, pero también habremos clausurado definitivamente nuestra producción de adrenalina, de sudor frío y de saliva espesa, habremos sepultado nuestra capacidad inventiva y de asombro, habremos perdido el miedo en definitiva, y con él nuestras mejores posibilidades de supervivencia.
18 comentarios:
Laura!!! Ese era el tema que ilustraba el artículo, pero desde YouTube no pude engancharlo con la clave nueva de blogger... Ese tema de Sabina siempre me hace pensar cosas como las que puse ahora, y venía como anillo al dedo.
No debería contarlo, y sin embargo... Sí, ese era el tema.
Que no aprueben NADA!!!!!!!! ...se pierde la magia de lo prohibido. Juntemos firmas.y......las mujeres no jugamos paddle.
Saludos
caracolita.com
Qué clara la tiene, Caracola.
Lindo ese tema de Joaquín, ¿no? Me acuerdo de andar cantándolo a los gritos por la Av. Corrientes, aah...
Claro, ahora lo dice, ahora que ya nos convencieron a todos y habíamos levantado banderas de infidelidad y la de cagadas que nos mandamos. Recién ahora!
Y sí! pierde la gracia.
Ahora, se da cuenta ud q tenía razón lo que le dije en el comentario anterior??
NO hable de política q no da rating. Si toca estos temas sentimentales, mire como solita vuelve la audiencia.
Así esta el país!
jajajajaaj
(hoy tengo un día!!) Besos
CARACOLITA: P.D. Sí que juegan al paddle, conozco una que dice eso y hace otra cosa. Ah...entonces tiene razón Ud, no juegan.
TT: Lo siento, TT!! Trataré de escribir antes!
ANA: Es que soy cabezón. Mi viejo se reunía los viernes con amigos, y tenían 2 temas prohibidos: política y fútbol. Y se llevaron bárbaro como 15 años.
p.d.: TT escribite algo, chee
Uy qué buen tema y me gustó como lo explicaste.
Ahora bien, si los infieles y los fieles del mundo anduvieran por sitios separados estaría todo bien. Lo feo es que los infieles insisten en descargar su adrenalina a costa del sufrimiento de otro/a. Sobre todo los hombres infieles, porque ni locos se meterían con una señora infiel.No es algo digno de un ganador.
Si todo estuviera aclarado de entrada sería bárbaro porque seríamos todos fieles a lo que sentimos, en cambio, parece que es mejor hacer lo que hace sufrir a otro y quedar como un GRAN VIVO.
El miedo que tienen todos a parecer tontos enamorados.
Quité los archivos descontrolados de mi blog
Gracias Sergio
Pero si está bien separado, Apalabrada. Los 4 fieles que quedaban están viviendo en una isla del Egeo. Y el resto andamos por todos lados. *
(De nada, Beso!)
* Ahora me dicen acá, por teléfono inalámbrico, que parece que se pudrió todo en la isla.
La decadencia moral lleva a la decadencia de las sociedades y, por ende, de las naciones. Retrasa todo avance que pueda haberse dado en lo científico, ecónomico, político o militar. La decadencia de Roma es un claro ejemplo de que la inmoralidad llevó a un enorme imperio a ser, simplemente, un país con buen fulbo.
Bueno, Daniel, si tirarse una canita al aire con la panadera retrasara un poco el avance militar, no sé si estaría tan mal, ¿no?
Y supongo que lo de buen fulbo se refiere a los extranjeros que andan por allá, porque el cattenaccio...puaj
¿vió lo de la isla del egeo? eso pasa en todas las islas, le cuento.
buenas e infieles tardes tenga ud.
Es que los isleños se apegan mucho a eso de "jamás pondré pie en tierra firme", y lo interpretan como más les conviene.
Sabooooor!
Uy no Sergio no. Así, no juego más.
Uy, no entendí...
Que no me gusta= paren el mundo me quiero bajar.
Más allá de este texto liviano, me parece, veo, que las relaciones también son livianitas. La gente está "con alguien", pero con margen para una probadita. Debe haber bibliotecas enteras con el tema, pero estoy leyendo a Zigmunt Bauman y su "Amor Líquido", dicen que es acerca "de la fragilidad de los vínculos humanos", y está muy bueno.
Lo que escribí no está basado en eso ni mucho menos (pobre don Zigmunt), pero hay gente que lo explica bien, y también está preocupada.
Tal vez exageré con los porcentajes, pero algo pasa...
Apalabrada, está bueno su blog.
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