miércoles, febrero 28, 2007

Aviso urgente

De repente apareció la publicación de lo que escribí para las
Vayan y vótenme, o háganse cargo
de mi insoportable malhumor.


Aviso 2:
Ya que estamos promocionando andanzas por otros blogs, informo que me he hecho cargo del blog de LA LUNA durante las merecidas vacaciones de la dueña, así que pueden pasar y comprobar a quién no deben dejar nunca a cargo de sus cosas. Mañana viernes habrá un cuento completo, mucho mejor que los de éste blog.

El regreso del Rey (otra vez)

Ahora que la dio canal 13, vi la saga del Señor de los Anillos. Cine de súper acción, efectos asombrosos y una historia de amistad y lealtad entre otras cosas. Y una gran imaginación, sin dudas, capaz de parir continentes con mapa y todo, monstruos, tramas y hasta historia antigua de cada pueblo. Gran imaginación, salvo por la incapacidad para salirse de los reputos arquetipos de siempre: los buenos lindos y los malos feos, y sobre todo la imagen del Rey, al que hay que servir hasta con la vida, que no nos va a defraudar. Igual que Duna, aunque aquel era un Duque que pasó a ser el Mesías, más o menos todo dentro del canon. Igual a tantísimas historias deslumbrantes, de una imaginación portentosa y sin embargo incapaces de trascender a la Cenicienta en la pedorra estructura monárquica. Que si el que amaba a la Cenicienta hubiera sido empleado administrativo no le probaba el zapatito a nadie. Bueno: no hubiera habido baile en Palacio tampoco, ni carroza, y no se sabe de ningún hada que haya colaborado con una piba para que vaya a un baile en el Unión Vecinal de Villa Adelina, a lo sumo una tía canchera.

Volviendo a Tolkien y a las películas: pareciera que apuntan a volver a confiar, a la esperanza en que el Bien finalmente triunfe, a eliminar las diferencias incluso entre especies (elfos, árboles, hobbits…)
Eso sí: eliminados los orkos y todos los feos, a besarle el anillo al Rey de a uno y sin empujar, negros del orto. Y cabe preguntarse si es falta de imaginación o es que tenemos una innata vocación de plebeyos y una predisposición natural para agachar la cabeza y levantar la cola, movimiento ambiguo si los hay.

Escuchame

“Y de inmediato, con la excusa de querer acostarse conmigo,
comenzó a contarme su vida.”

Abelardo Castillo


En el cuento de Castillo, curiosamente, es una prostituta la que quiere hablar de sus cosas con un cliente ocasional. Seguramente el caso inverso es mucho más frecuente, es decir el pago a señoritas de la vida sólo por un rato de charla y compañía. Pero no tengo estadísticas a la mano para saber si a la señorita en cuestión eso le resulta tan “sólo”. Es decir, no sé si no prefieren el bamboleo impersonal y perfectamente inocuo, a exponerse a escuchar sordideces que en algún punto pueden reflejarlas, amén de que para escuchar es necesario prestar un mínimo de atención y para lo otro no, por lo menos en ese ámbito. Y ni hablar de emitir alguna opinión, porque eso ya requiere como un compromiso. Casi con seguridad deben preferir lo primero, entre otras cosas porque cada servicio tiene su correspondiente tarifa, pero ¿cómo presupuestar un rato de aguante seguramente denso con un perfecto desconocido? Yo supongo que deben maldecir cuando un cliente les dice que es sólo para conversar un rato. Andá a conversar con tu esposa, deben pensar.

Al margen de ésto la frase del cuento, por supuesto, juega a invertir los términos normales de algunos acercamientos puramente físicos, donde generalmente la excusa es hablar de algo con el fin no tan oculto de llevarse al interlocutor a la catrera (Gracias por poner la oreja, qué tal si ahora ponés etcétera)
Pensando en lo otro, en lo de pagar por un rato de compañía, podría tomarse al sexo como un medio de pago, también. Inconsciente, si se quiere. Cargado de matices emotivos, si se prefiere. En todo caso, retribuimos con sexo el cariño, la buena onda, la cena apetitosa o la oreja prestada. Sobre todo la oreja: no sólo nos prestaron atención y hasta nos apoyaron o nos aconsejaron, sino que al haber hecho explícitas las ideas, al poner en palabras los pensamientos, seguramente nos hemos aclarado a nosotros mismos. Eso genera placer, una especie de aligeramiento, de carga desplazada que suele favorecer los procesos genitales. Algo de eso hay en el enamoramiento de los pacientes con su analista.
No deben malinterpretarse las palabras “medio de pago” o “retribución”, porque no las estoy usando como transacción económica ni en forma irónica, a lo sumo una pequeña analogía con el ejemplo del principio. Más bien quiero decir que la excitación sexual depende de la estimulación de otras zonas aparte de las erógenas, y que puede darse hasta sin intención previa. Más de cuatro han salido con un/a amigo/a a contarle los problemas que tenía en el trabajo y han terminado de contárselos bajo la ducha de un albergue transitorio, y casi sin darse cuenta, simplemente dejándose llevar. O porque no les parecía suficiente (y con razón, si el cuerpo lo pedía) agradecer tanto bienestar con un simple abrazo.

En el final de la cadena hasta podría hablarse de amor, y entonces es bastante más profunda la supuesta recomendación de “andá a conversar con tu esposa” porque implica que para eso hay que poner en juego algo más que los genitales, y eso hoy por hoy cotiza muy alto en la alicaída bolsa de las relaciones humanas.