domingo, septiembre 26, 2010

Mi madre lavaba dinero



No es algo de lo que me enorgullezca, ni es que haga apología de un delito, pero, que yo recuerde, mi madre siempre lavó dinero, y nosotros, aún sin intención y amparados por la minoridad, fuimos cómplices y actores necesarios en concurso real agravado por el vínculo (creo).

Nuestra asociación ilícita funcionaba de la siguiente forma: mi hermano y yo, inexorablemente, dejábamos siempre algunos billetes de escasa denominación olvidados en los bolsillos de los vaqueros o de las camisas, y mi vieja siempre los lavaba en el Drean semiautomático.

Aunque sea por vagos y desbolados, éramos una eficiente célula criminal que operó durante muchos años en un rincón de Villa Adelina del que omitiré la dirección exacta porque el Drean sigue ahí, se lo dejamos a la familia que compró la casa.

Y bien sabe Stephen King que los objetos empleados para hacer el Mal pueden conservar sus propiedades maléficas y atraer nuevas víctimas inocentes que los manipulen.
Atención: no niego nuestro accionar delictivo ni pretendo salvaguardar el buen nombre de mi madre, pero convengamos que tal vez el lavarropas tenía algo que ver.

Es decir: supongamos que no es tan extraño que mi hermano y yo dejáramos unos billetes en los Levi's, pero que mi vieja religiosamente los hiciera pasar por el programa 4 (con suavizante incluido), eso ya es medio sospechoso...

Como sea, nuestra labor al margen de la ley se cumplió sin sobresaltos durante años, sin una fisura en la Banda del Drean, hasta el día que mamá decidió unilateralmente diversificar el negocio y le lavó a mi hermano un par de naipes pornográficos que se ve que él apreciaba mucho.

No digo que finalizáramos completamente la limpieza ocasional de divisas, pero ya mi hermano se había convertido en un soplón insoportable, que revisaba sus bolsillos a conciencia antes de entregar la ropa, y eso le sacó casi toda la adrenalina a los lavados de mamá.

viernes, septiembre 17, 2010

Trámites


Deje de protestar, señor. Entienda de una vez que un trámite es un ritual, una ceremonia, algo importante: usted deja de estar en un estado para estar en otro, cualesquiera sean esos estados y dependiendo del trámite, por supuesto.
Pero no es algo banal, baladí: un trámite es un trámite, y tiene que llevarse a cabo de acuerdo con ciertas normas preestablecidas.
Y lleva su tiempo, cómo no.

Ustedes los carapálidas no entienden mucho de estas cosas, pero nosotros sabemos desde siempre que un trámite implica preparativos, implica que determinados augurios deben observarse y que no siempre es propicio realizar el trámite. A veces los dioses determinan que no puede hacerse ese día, y hay que acatar calladito la boca y esperar un tiempo sin hacer ningún escándalo.
¿Qué libro de quejas, señor? ¿Qué funcionario responsable? Si a ustedes les gusta desafiar a los Poderosos...problema suyo, señor.
Así les irá después...

¿Dice que un trámite le vino "malparido"? ¿Dice que la burocracia, que la ineficiencia, que los ñoquis de la Municipalidad...? Usted no sabe de lo que habla, señor.
Usted fue a hacer un trámite sin meditar en lo trascendental del hecho, si me permite que se lo diga. Usted no entiende que no es lo mismo estar inscripto en Rentas que no estarlo, señor. Usted se quiere cagar en los dioses y los dioses harán lo propio, por supuesto.

O, pongalé, usted cree que es lo mismo tener carnet de conductor que no tenerlo.
Y está tan equivocado, señor...
¿Cómo explicarle?
Sin registro usted no existe, señor, usted no ha sido aceptado por los Poderes Que Gobiernan al Mundo (el mundo de los Caminos, en este caso), usted es un aspirante que veremos si cumple los requisitos, pero de ninguna manera puede considerarse como uno de nosotros, como parte de la comunidad: usted es casi un sorete, digamos.

Para cambiar ese estado, usted tiene que hacer el Trámite, ¿entiende, señor?

Y si usted le falta algo, usted no es Digno de hacerlo.
Y listo.

No es que "el cana se olvidó de ponerme el domicilio en la denuncia, se olvidó".
No.
Lo que pasa es que usted no cumple los requisitos, señor. No supera la prueba, no es agradable a los Dioses, no es apto para cambiar de estado, no es su momento propicio, señor.
Los ritos son sagrados, y deben cumplirse con exactitud.

Deje de amenazar funcionarios, señor. Deje de increpar Sacerdotes y de golpear el vidrio, deje de soliviantar al resto de los aspirantes de la larguísima cola, y sobre todo déjeme terminar el cafecito, que en realidad también es una infusión sagrada, pero ahora no tengo ni ganas de explicárselo.

Que pase el que sigue...




Escrito el 17 de septiembre de 2.010, día en que no pude sacar mi carnet de conductor porque un cana se olvidó de ponerme el domicilio. Que los Dioses se encarguen de castigarlo.




sábado, septiembre 04, 2010

Sobre las dictaduras


(Reflexiones del emperador Claudio, luego de la ejecución de su esposa Mesalina)

Sentado en los jardines de Lúculo, sin nadie cerca y con una larga tira de papel en las rodillas y una pluma en la mano, comencé a escribir. Mis pensamientos se ordenaban, quién sabe por qué, en grupos afines de tres, como los "tercetos" de los druidas británicos:

Amo la libertad, detesto la tiranía.
Siempre he sido un romano patriota.
El genio romano es republicano.

Ahora soy, paradójicamente, Emperador.
Como tal ejerzo poderes monárquicos.
La República ha estado suspendida por tres generaciones.

Augusto instituyó este poder monárquico.
La República estaba desgarrada por guerras civiles.
Era sólo una medida de emergencia.

Augusto descubrió que no podía renunciar al Poder.
Mentalmente condené a Augusto por hipócrita.
Seguí siendo un republicano convencido.

Tiberio llegó a ser Emperador.
¿Temeroso de que algún enemigo ocupara el Poder?
Probablemente obligado por su madre Livia.

Durante su reinado viví en retiro.
Lo consideré un hipócrita sanguinario.
Seguí siendo un republicano convencido.

Calígula gobernaba como un déspota oriental.
Habría debido matar a Calígula.
En lugar de eso salvé el pellejo haciendo el papel de imbécil.

Casio Querea fue un romano patriota.
Violó su juramente, mató a Calígula.
Trato de restablecer la República.

La República no fue restablecida.
Por el contrario se designó un nuevo Emperador.
Ese Emperador era yo, Tiberio Claudio.

Hice ejecutar a Casio Querea.
Descubrí que no podía renunciar al Poder.
Me convertí en un segundo Augusto.

...

Fui ciego a las locuras y villanías de Mesalina.
En mi nombre derramó la sangre de hombres y mujeres inocentes.
La ignorancia no es justificación.

...

Mi principal defecto: he sido un buen Emperador.
Reparé las ruinas que mis predecesores habían provocado.
Reconcilié a Roma y al mundo con la monarquía.

Roma está destinada a inclinarse ante otro César.
Que sea loco, sanguinario, caprichoso, derrochador y libertino.
Que vuelva a demostrar la naturaleza de los reyes absolutos.



Robert Graves ("Claudio el dios y su esposa Mesalina")

jueves, septiembre 02, 2010

Historia de la fealdad


Vendo este libro de Umberto Eco, comprado hace una semana.
Está impecable, flamante, es tapa dura, papel estucado y tiene un millón de imágenes a color. Pido $ 200, más o menos (escucho ofertas)

Pueden consultar la reseña y el precio donde lo compré, en Cúspide.

Lo vendo porque no me enganchó y es un libro caro, así que prefiero recuperar algo y comprarme otro, y no dejarme éste de adorno.

Va de regalo "La timidez y otras cosas" autografiado y una Oblogo 42, con la cara del que suscribe en página 5.

Si a alguien le interesa, por favor me escribe a:
sergiommuzzio@hotmail.com

Te digo: "La timidez..." solito ya te justifica la inversión.
(Perdón, Eco, eco, eco...)