viernes, abril 28, 2006

Las alas del búfalo


(Fragmento del cuento seleccionado por Beatriz Isoldi para "Juntacuentos")


Ezequiel escuchó la historia cuando la contó el Turco Mario en el bar. El Turco como fuente era más bien desconfiable, pero el relato le gustó a Ezequiel, tan a la deriva siempre, tan frágil y como resignado a la fatalidad de los amores contrariados a pesar de sus escasos veinte años. La supuesta leyenda, según Mario, se conocía a través de la tradición oral de los sioux, otro de los temas en los que el Turco se declaraba experto. Competía con el Aguila en eso de ser experto en cuanto tema caía sobre la mesa del "Morumbí" de Villa Adelina. Ezequiel había inventado un término para definir a los dos viejos: omniexperto. Combinaban verdades con disparates estrafalarios, pero tenían habilidad natural para darle un toque de credibilidad a las historias que contaban. Por lo demás, lo hacían sin mala intención y eso los eximía de culpa. Una vez pescaron al Aguila en un bolazo de dimensiones galácticas, pero eso fue porque se descuidó con la ginebra y cuando se le calentaba el pico, a él mismo le resultaba difícil discernir qué era cierto y qué no. Cuando se lo hicieron notar, se indignó de verdad. "Yo no miento, Zequi:", le dijo apuntando a Ezequiel con un dedo rencoroso, "yo, a lo sumo, fabulo. No te me vuelvas a confundir, hijito".
Ezequiel y los demás tomaron debida nota de la aclaración y extendieron la prerrogativa al Turco. De ahí en más, el que se aviniese a escucharles los relatos, sabía a lo que se exponía.

jueves, abril 27, 2006

Fe de Ratas

Bueno, ignoro todavía por qué pero Blogger hace lo que se le canta: el índice ("previous post") no está completo y no aparecen todos los post (sí lo hace si te vas a "archives"). Con las fotos es otro dolor de gónadas, así que sepan disculpar el desorden. Esta también corresponde a la presentación de "Juntacuentos".

El "otro" libro

De yapa, imprevistamente, resultó que me seleccionaron un cuento para una antología que seleccionó Beatriz Isoldi.
El libro se llama "Juntacuentos" y lo presentaron este domingo 23 de Abril en la Feria del Libro. Estuvieron los escritores César Mellis y Beatriz y la actriz Erica Wallner, que nos hizo el honor de leer algunos cuentos y poemas. Bien por la gente de Dunken que tiene este tipo de iniciativas.

Un hecho que empañó (para mí) la presentación: estaba anunciada la presencia de la lechuguita Zulma Faiad y se declaró enfermita. Casi me retiro ipso facto...

El libro se consigue en las buenas librerías del país a 10 mangos.

miércoles, abril 26, 2006

El libro

La timidez y otras cosas (fragmento)
Me parece que fue ahí cuando empezó a llover. Usted todavía no había contestado. Tal vez no escuchó lo que le pregunté porque había mucho ruido en la calle y además a usted le preocupaba que lloviera. Yo me imagino que lo que la inquietaba era la posibilidad de que la lluvia la despeinara o le corriera el maquillaje. Es tan coqueta, usted. A mí no me importaba si llovía o no. En realidad me maltrataban los nervios porque tenía que hacerle la pregunta. Lo que pasa es que entre la timidez y el ruido de la calle y como usted parece que no me escuchó, ahora hasta dudo si al final le hablé o no.
A mí me parece que también tengo un poco de mala suerte. Ojo: no digo que siempre, pero muchas veces me pasa algo a último momento y me arruina los asuntos. No que tenga muchos asuntos, tampoco. Quiero decir, en general. Póngale que quiero organizar una reunión en casa y empiezo a invitar amigas, compañeros del trabajo y hasta familiares. Y siempre me pasa que todos están comprometidos o al final les pasa algo a los que me habían dicho que sí, un dolor de estómago y ese tipo de cosas.
Volviendo a ese día: yo le pregunté y justo se largó la lluvia, dígame si no es mala suerte, Alicia. Más vale, usted se preocupó por el mal tiempo y tuvo que apurarse, no se podía hacer otra cosa. O a lo mejor sí, pero no hubiera sido lo mismo. A lo mejor, justamente por la lluvia, usted hubiera aceptado ir a tomar algo, probablemente al café más cercano. Pero esa no era mi idea, Alicia.
A lo mejor usted no se dio cuenta todavía, pero yo le di algunas pistas. No digo algo muy concreto, pero pistas le di.

lunes, abril 24, 2006

El perro

/// (fragmento)

Yo no participé de las actividades de la villa nunca. Mis ahorros estaban debidamente protegidos y aunque deben haberles despertado fantasías a más de uno, yo sabía que no corrían ningún riesgo. Esporádicamente emergía un tanto para ver cómo seguían las cosas y volvía a enterrarme en mi agujero. Durante los primeros días temí que el asunto nunca se olvidara, pero de a poco todo se fue calmando.
Hasta que vino el perro.
Si me pidieran elegir un sonido que represente la villa, me inclinaría por el de los perros. No sólo los ladridos, sino las peleas, los apareamientos, los aullidos nocturnos.
De vez en cuando alguno de los villeros empezaba a los tiros, cuando los perros estaban molestando demasiado. No ocurría muy a menudo, porque los horarios de descanso de la villa no son exactamente los mismos que en un barrio. Las noches tienen su movimiento también y nadie se preocupa por ser un vecino modelo. Pero a veces los animales se ponían insoportables y eran tantos que de alguna forma había que amedrentarlos. Alguna vez disparé yo también.
Una de esas noches, apareció el Negro.
Yo estaba leyendo el diario (había una nota que hablaba de mí) y comenzaba a ganarme el sueño por sobre el batifondo del perrerío. Alguien disparó un par de veces y se produjo el desbande general. Por un hueco de la casilla se metió el perro. No parecía asustado sino más bien enojado

sábado, abril 22, 2006

Ejercicio

Inauguro una nueva sección (ja) con ejercicios del taller que salieron mas o menos bien.

(A partir de un texto de Michael Van de Venn:)
La luna se ocultaba detrás de las nubes, y luego apareció llena, demasiada luz repentina, tal vez, o la vista distraída, sensible al misterioso capricho de la medianoche.
Alcé la mirada y vi la luna llena que asomaba entre las nubes y se balanceaba como un globo al otro lado del camino, y a lo largo de la cerca, los 3 lustrosos doberman de mi vecino brillaban como si fueran de seda bajo la luz plateada.

(sigo yo)
Les susurré a los 3 las palabras secretas de siempre y agregué otras especiales para la ocasión: la influencia de la luna los había puesto nerviosos y mi soliloquio volvió a calmarlos.
Al final de la calle estaba la casa de Joe y, sobre el tejado de cinc, reverberaba su gato blanco. También él había sido aprehendido por el sortilegio del satélite. Realicé con mis manos las figuras pertinentes y pronto el corazón volvió a latirle con normalidad. Un ronroneo de placer invadió el aire caliente que llegó hasta mis oídos.
Ese gato, esos perros y las demás criaturas que veía en mis paseos nocturnos se me antojaron de pronto amigos más cercanos que los humanos que conocía y una débil punzada de congoja inquietó mi alma.
Instintivamente elevé mis ojos hacia el cielo; la luna, plácida y enorme, parecía ocupar todo el espacio. Pero mi atención no se dirigía a ella, sino a un punto infinitamente más lejano e invisible a simple vista para cualquier criatura de la tierra. Por supuesto yo podía verlo y, en silencio, para sentirme menos solo, entoné el glorioso himno de mi planeta.

jueves, abril 20, 2006

El frío de los viejos

/// (fragmento)
Ahora, nuestra vida es así: un mes más, un pulóver más. Y no sólo un pulóver. Medias de lana, gorros, guantes, calzoncillos largos, pasamontañas, camperas, tapados, chalinas, ponchos, hojas de diario en el pecho, Aseptobrón mezclado con coñac... Nada es suficiente. Siempre tenemos frío.
Vestirnos es, para nosotros, el primer desafío del día. Y el primer recordatorio de nuestra condición de viejos. Y no es el único inconveniente, por supuesto. La superpoblación de abrigos que debemos portar dificulta nuestros movimientos. Es cierto que hemos perdido gran parte de nuestra agilidad (que la supimos tener, y mucha, si me permite la jactancia). Pero mucha de nuestra torpeza de movimientos es debida al sobrepeso de lana, corderoy, cuero y demás ropaje grueso. ¿Y para qué? Para que encima de todo lo que debemos soportar, nos tilden de torpes. ¿Qué pretenden? ¿Qué hagamos acrobacia? Si a nuestras ya de por sí entumecidas articulaciones le agregan seis centímetros extras de cobertor, se darán una idea de nuestras limitaciones para los movimientos olímpicos que exigen subir a un colectivo, ascender escaleras o atrapar nietos hiperkinéticos ///

ANOCHE CONVENCI A MI PSIQUIATRA

Ayer miércoles 19/4 fue altamente productivo en cuanto a organizar la presentación del librito (Junio!). Por un lado lo que parecía mas difícil terminó sorprendentemente bien: Patricia Miranda, con la que estoy haciendo actualmente un taller, aceptó encantada ser la coordinadora de la mesa (o sea la que va a hablar del libro). Quedaba el tema de la (¿obligada?) lectura de algún cuento y se me ocurrió que, ya que postergué la presentación hasta junio esperando a que mi hermano Claudio venga de Brasil, lo menos que podía hacer era leerlo él; también aceptó!
Ya con ánimo ganador a la noche la invité a la doctora Wainstein, mi psiquiatra, mientras me escribía la última receta. No aseguró nada, pero casi...

Si sigo así es probable que convenza a la Cicciolina de que venga y muestre un pechito. Quién sabe.

miércoles, abril 19, 2006

Naturaleza muerta

/// (fragmento)
Me complace asistir a los velorios. Entiéndase bien: no es que me guste que se muera la gente y mucho menos la querida. Quiero decir, voy a velorios de perfectos desconocidos.
Tampoco se debe a una cuestión morbosa de mi parte o a intereses espurios, ni es por masoquismo.
La razón es otra.
Selecciono cuidadosamente de los diarios el velatorio al que voy a concurrir. Antes elegía cualquiera, a lo sumo por la dirección o el horario. Pero pronto me sentí decepcionado y cambié por el método actual. Alguna vez leí que García Márquez obtenía los nombres de sus personajes de los cementerios, incluso combinando lápidas cercanas, buscando hasta que el nombre le parecía el indicado para lo que quería escribir. De ahí me vino la idea: elijo los velorios por el nombre del difunto.
Creo firmemente en la determinación de los nombres. No me parece posible reemplazar Cleopatra por otro nombre, así como Adolfo era necesario (no puedo imaginar un tímido Fritz en la situación) y Alejandro y Judas y Mata Hari...
De la misma forma creo que las acciones realizadas (o por realizar, eso es lo fantástico) transforman la fisonomía de quien las realiza y les impone su sello. Fue la tremenda belleza de Cleopatra lo que decidió a Marco Antonio a declararle la guerra a Roma, y tal vez sólo para eso fue bella la reina.
Deben saber que soy pintor. Tuve mi período impresionista y pasé también por el cubismo. Pero mi inspiración y el origen de mi vocación han sido los grandes maestros renacentistas. La pasión por exaltar las formas reales, el culto al cuerpo humano, esas cosas han calado hondo en mi estética. Y no son muy perspicaces los que adivinen que una de mis obras preferidas es La lección de anatomía de Rembrandt. En esa soberbia pintura se ve a un grupo de estudiantes de medicina observando atentamente un cadáver. El profesor que dicta la clase está indicando algo en el cuerpo extendido y abierto sobre una camilla. Es una hermosa obra, cruda y valiente. Ha rescatado la belleza de la muerte, que sólo señala que una vida ha sido vivida. Si a esa obra se le sacara, pensé un día, el entorno de ser una cátedra llena de gente viva y se dejara solo el cuerpo del hombre muerto para que cuente su historia, seguiría siendo hermosa. Quizás más, incluso.
Ese día decidí retratar muertos. ///

Experimentos


/// (fragmento)
2012/03/15 – 15:30
Arribamos sin problemas al Valle Marineris. El estado de la base es aceptable, dadas las circunstancias. Aún no hamos evaluado los daños, pero los sistemas automáticos parecen haber respondido bien. Encontramos el cuerpo de Snade congelado en la sala de radio. Aparentemente estaba intentando establecer contacto. Es muy extraño: la puerta interna estaba bloqueada desde afuera de la habitación y la ventanilla de despresurización (que se abre desde el exterior) estaba abierta. Suponemos que Snade entró por allí. Debe haberse quedado atrapado en el exterior por algún motivo, pero parece el acto de un desequilibrado.
Es una suerte que me acompañe el Dr. Lennard. Estoy seguro de que con su experiencia y su capacidad de trabajo aclararemos esto y podremos dedicarnos a nuestra verdadera labor.
Los simios se encuentran en buenas condiciones. Confío en que hagamos un buen trabajo.

Notas:
(1) El paisaje marciano es de una belleza increíble. Deimos y Phobos parecen al alcance de la mano.

martes, abril 18, 2006

Lluvia en Alchagualasto


///(fragmento)
Una gota. Otra. Ahora un trueno, pero todavía no se decide a llover. Me dicen los paisanos que no me haga muchas ilusiones, de todas formas. En Alchagualasto la lluvia es más bien un deseo permanente, que pocas veces llega a concretarse. Y la tierra partida y reseca les da toda la razón a los que dudan. Los escasos animales son puros huesos pegados a cuero tirante. En los tres meses que llevo aquí, es la primera vez que cae una gota. Me siento culpable por irme en unos días a lo que ya se me representa como el Paraíso. Vuelvo a Tucumán, para una revisión en Los Menhires.
Pero ahora es Alchagualasto y su aridez acobardante. Y los preparativos de una lluvia que acaso nunca se produzca. Si lloviera, sería una despedida ideal. Me iría dejando a Beatriz Montes un poco más contenta. A esa valiente Beatriz, vendedora de pan casero y flores secas, que me ha querido a su modo silvestre y asombrado. Vaya uno a saber qué fue lo que pensó cuando le dije que era espeleólogo. Beatriz toda ojos negros y sonrisa por las dudas. Beatriz tímida al principio y después Beatriz estrenando amores furtivos con espeleólogo viejo y cansado. ///

Carne y uña



/// (fragmento)
La playa era el peor lugar de todos. Porque en cualquier otro lado, siempre hay una sombra que justifique la remera. Pero en la playa era donde se sentía más expuesto. Extraño que sueñe ahora con Mar del Plata, horas después de lo del puma. Marcos se revuelve en su cama, inquieto.
Revive aquella vez en el mar, junto a los muchachos. Un par de rubiecitos, en la loneta de al lado, lo miraban y se reían, le hablaban al oído a las chicas que los acompañaban. De vez en cuando le llegaban nítidas algunas palabras.
Elefante marino, gordo...
Solloza Marcos y patea las frazadas. El hacía como que no escuchaba, pero se le habían coloreado las mejillas. Al final, Toto había encarado al rubio que más se reía. El otro cometió el error de decirle "No es con vos la cosa...". Ahí se pararon también Claudito y Fabián. No le explicaron a los rubios, mientras los golpeaban, que lo que hacían a uno de ellos se lo hacían a todos. Sobre todo si se lo hacían al Gordo Marcos. ///

OPINION 1: Es mejor ser politeísta

Aclaración para mi hermano Hugo:
CABEZON, quiere decir que tiene muchos Dioses, ¿ok?

Supongamos que de verdad haya uno y sea Todopoderoso. De cualquier forma debe resultarle cansador o al menos de vez en cuando debe aburrirse . Si hubiera muchos, se repartirían el laburo como hacían en el Olimpo y cada uno a lo suyo. Cuando el problema venía del mar, pues a invocar a Poseidón; a nadie se le ocurría ir directamente a Zeus.
Otra ventaja es que se acabarían las persecuciones religiosas y las guerras santas. Todos creemos en todos y listo.
Mirá, otra: lo que no está explicado en la religión católica debe estar en alguna otra. Nos ahorraríamos un montón de dudas existenciales...

Y por último: tendríamos los equivalentes a Nochebuena y Navidad a cada rato.

lunes, abril 17, 2006

La noche del cantor


///(fragmento)
Julio adivinó que era él antes de abrir la puerta. Ahora se daba cuenta de que lo había estado esperando desde la tarde, cuando acomodaba las cosas en el escenario. Un verdadero caradura, el viejito.
- Usté me debe estar cachando, ¿no?
- Señor Del Puente, lo siento muchísimo, me sentía mal.
- Yo lo sentí muchísimo ayer, señor mío, cuando usté me dejó garpando como un otario. Además que me mintió, viejo. Me dijo que había hablando con los muchachos y era verso.
El petiso ponía cara de aflicción, retorcía las manos nerviosamente y rogaba por otra oportunidad.
- Imposible. Y menos hoy.
Desde el salón llegaban los compases precisos, era el momento del dúo de los ganadores y parecía que se conocieran de toda la vida. Y lo de Mauricio no tenía desperdicios. La orquesta estaba tocando como nunca y la gente lo agradecía. Tal vez fuera una de esas noches que hacen historia, pensaba Julio.
- Entonces... – dijo el viejo.
- Entonces, se queda escuchando por ahí, invitado de la casa. Pero hoy nadie va a arruinar el espectáculo, palabra de Julio Carletti.
- Del Puente.
- Del Puente, gracias.
- Señor Del Puente, yo ya estoy viejo y además soy un flojo. Pero usté fue muy bondadoso conmigo el otro día y yo quisiera hacerle...
- Momento.
Alguien golpeaba la puerta con urgencia. ///

domingo, abril 16, 2006

Las delgadas paredes

/// (fragmento)
En realidad, lo que más desea Karina es dejar de escuchar a los otros. Implora por una noche completa de sueño.
Pero quién puede dormir si los vecinos hablan toda la noche sin parar. Es un murmullo apagado que sin embargo se filtra insidiosamente hasta su cama revuelta y la introduce en una especie de corriente marina, que la lleva flotando hasta otro amanecer arruinado. Cada noche, la ola caliente del diálogo la vuelve a arrastrar y Karina es como una anguila eléctrica en un mar fosforescente.
Fue esa cualidad de letanía hipnótica la que hizo que pensara en plegarias y ritos. Porque el ritmo de la conversación jamás se altera. Los dos hombres que son sus vecinos recientes, intercalan sus voces en un orden estricto. Nunca se superponen, nunca alzan la voz, nunca se detienen antes del amanecer ///