martes, junio 23, 2009

Fotos

A mí también me toca desmantelar la casa de mi madre,
y encontrar fotos viejas y preguntarme cosas como: ¿Cuántas personas puede ser uno en el transcurso de su vida?

Era Primaria o paleozoica



Secundaria con persistencia: los dos de la bici y el que está de

espaldas (y varios más de esa época) siguen siendo mis amigos



Período Mañanas Campestres.


Tampa en el '94, cuando fui a ver a Pink Floyd


Y hace poquito, que me fui a Córdoba, y casi voy a ver a Trula...

miércoles, junio 17, 2009

El paraíso de Borges (o el infierno)

Jetón

Mis nuevos jefes son españoles. Viene Fulano de Tal, que es como el capo de sistemas en España. Hablamos mucho de laburo: pide cosas y obtiene respuestas al toque. Se afloja, intercambiamos opiniones, siempre hablamos de sistemas, todo el día. Incluso se desayuna de algunas cosas que no tenía tan claras. Al parecer el tipo está bastante conforme en ese punto, así que se larga a hablar de otros temas. Hablamos de los países, hablamos de su primera visita a la Argentina. Me dice:

- Me ha sorprendido que en barrios bonitos las aceras estén tan deterioradas, por ejemplo.
(¿Dijo “barrios”? No estoy seguro, pero la idea era esa).
Le digo que sí, que es una pena. Acepto que somos medio descuidados. Me habla de las mujeres argentinas. Coincidencia total. No es ningún boludo el gallego. Pasamos a la política.

Me dice que allá básicamente hay dos partidos: izquierdas y derechas. Y un grupo de partidos menores que acaban apoyando a unos o a otros. Pero hay alternancias, y la derecha favorece a los obreros y la izquierda a los empresarios si cuadra, si es necesario, si viene al caso, si es bueno para el país.
Me dice que hay reelección por otro período y basta: 8 años máximo. Me cae bien el Manolo, pero hay un tonito, una cierta suficiencia…

Me cuenta otras cosas. Que el periodismo funciona bastante bien, que responden a intereses económicos, pero que al final ningún chanchullo se tapa por mucho tiempo: hasta por intereses económicos es mejor no apoyar a los demasiado corruptos.

Que los del sur de España son más de la joda, por el clima. Pero que ellos, los catalanes, se la pasan laburando como locos, y bien contentos.
Son como las nueve de la noche. A esta altura ya me duele un poco la cabeza.

Hablamos de los inmigrantes, especialmente de los argentinos. Me dice cosas que seguramente son ciertas, porque somos bastante así como me cuenta Fulano de Catalunya. Nos reímos bastante, él se afloja más, tanto como para intentar el famoso chiste:
- ¿Sabes cuál es el gran negocio con los argentinos?

Le digo que sí, que lo conozco. No quiero que me lo cuente, son como las nueve y media y estoy cansado. Se me mezclan las veredas (las “aceras”) descuidadas, los políticos nacionales de mierda, las leyes españolas de extranjería y el chiste del ego grande, y cometo el peor fallido para cometer con alguien que probablemente sea tu futuro supervisor: hago el chiste inverso que me han contado hace poco.

Le digo:
- Pero ahora hay otro chiste circulando por España, ¿no?
- No lo sé – duda Manolo, pero se predispone a divertirse -..., ¿Cuál?
- Uno que dice: “Nunca contrates a un argentino, porque en seis meses será tu jefe”…

Se ríe, pero al rato da por terminada la reunión un poco abruptamente, y yo me voy pensando en ser un poco menos jetón en la reunion de mañana: tengo la cabeza como el bombo del Tula un 17 de octubre…algo bien argentino, digamos.

miércoles, junio 10, 2009

Ideas Falsas

Alejandro Rozitchner, al margen de conocerlo personalmente y de no coincidir con muchas de sus ideas políticas (1), es un filósofo que respeto y valoro sobre todo por su posición libre de preconceptos rígidos. A continuación un artículo de hoy en el Cronista, que me ha gustado mucho.

Ideas Falsas del mundo intelectual
Por Alejandro Rozitchner

Los intelectuales hacen falta. ¿Para? Para parir sentidos. Para ayudar a pensar, a crear planteos y abordajes, a generar nuevos enfoques. Para servir, de esas formas, a la vida siempre renovada. Para aportar a una sociedad el vuelo de crecimiento abstracto sin el cual las sociedades se empantanan. A continuación voy a enumerar y aclarar algunos de los preconceptos que dan lugar a una intelectualidad menos potente de lo que sería deseable. Son las ideas falsas que limitan el alcance y la potencia de nuestro mundo intelectual.

1. La inteligencia es pensamiento crítico: se cree que el rasgo central de la capacidad de pensar es la posibilidad de criticar lo dado. Este concepto falla por dos lados. Cuando la crítica es mera expresión de negatividad, plantea una posición reactiva. Y cuando la crítica es observación objetiva (crítica no quiere decir hablar mal de algo) de todas maneras tiene un aspecto empobrecedor: supone la perspectiva de un juicio necesario y de una objetividad de base. Al mundo no hay que enjuiciarlo, hay que quererlo. No hay que buscar desarrollar ‘pensamiento crítico‘, hay que buscar generar entusiasmo, cuna del hacer y del crear. Sí, la crítica de todas maneras ocupa un lugar en el movimiento de la inteligencia: pero uno secundario, no el lugar de reina que ocupa hoy.

2. El hombre es un paso más allá de la animalidad (o: la cultura introduce un corte radical en la naturaleza). El mundo de la intelectualidad gusta de suponer que la cultura es un paso más allá del mundo animal. Pura ignorancia. La cultura es la naturaleza humana. Algo particular, pero no otra cosa que la naturaleza de siempre. Al proponer ese corte el intelectual busca ubicarse junto a los dioses. Actúa religiosamente.

3. Hay que citar todo lo posible (drop names: dejar caer nombres al hablar o al escribir). Como si al hacerlo uno se vistiera de culto. El intelectual que sirve piensa por sí mismo. Sí, charla con otros, al leerlos o al conversar, y puede mencionarlos, pero nunca en la forma maníaca habitual. Casi pareciera que no se puede pensar sin poner nombres lustrosos en el texto: idolatría de la peor, los grandes autores conforman una especie de santoral.

4. El poder del pensamiento propio se evidencia descalificando el pensamiento de otros. Como si la vida intelectual fuera un combate constante de posiciones que nos encerrara en un vacío. ¿Y la invención, la utilidad, la creatividad, la generación de respuestas a necesidades concretas?

5. Un sistema de ideas no desemboca nunca en un mundo a experimentar, siempre hace referencia a otro sistema. Es el truco de la academia: esto que Ud. dice, ¿qué tiene que ver con lo que dice este otro (notable)? ¿Y cómo lo diría tal otro? Las ideas deben ser cotejadas entre sí, y la prueba del mundo (si sirven o no, qué efectos generan) no aparece nunca. Tendría que hacerlo, y de manera constante.

6. Hay que gustar de cosas que gusten a pocos. Me refiero al cultivo de un signo de distinción intencional. Al rechazo a considerar valioso algo que pueda ser comprendido con sencillez por muchas personas. A la búsqueda intencional de una distinción artificial.

7. Toda complejidad vale. O podríamos decirlo al revés: la sencillez, la claridad, la certeza, la simplificación, son consideradas enemigas: siempre que algo pueda decirse de un modo más oscuro debe hacerse. Sí, hay cosas complejas, el trabajo es madurarlas hasta su claridad, no lo contrario.

8 Siempre es mejor sospechar que aceptar. Hay una glorificación de la duda. Dudar forma parte del proceso de adquisición de conocimiento y certeza: pero estos son los objetivos, no la duda misma. Cuando aparece la posibilidad de ver claro hay que aceptarla, es valiosa. El intelectual corriente prefiere introducir siempre un nuevo matiz de incertidumbre, no sea cosa que vaya a meterse en el mundo real y tenga que jugarse por algo.

9. Si hay una palabra que no sabemos qué quiere decir o una idea que no entendemos es mejor no preguntar que quiere decir sino disimular y tratar de que no se note. No es necesario ser sobrenatural. No hay por qué haber leído todo y conocer todos los términos de todos los problemas. Ese es casi un rasgo de estupidez, más que de inteligencia. Hay que ser capaz de decir con toda sencillez: eso no lo sé, no entiendo, ¿qué quiere decir esa palabra?

10. El origen es el momento más importante de una evolución cultural. Es un truco de intelectual común el de preferir siempre ir para atrás, considerar la experiencia pasada, no participar -a partir de deseos o necesidades propios- en el despliegue de mundos por venir. Cuando lo hace, igual prima la imagen del pasado, planteando ‘volver a’, o ‘reparar’ situaciones idas.

11. Las fotocopias dañan la cultura. La amenaza a la situación actual de los derechos de autor es considerada un peligro para la cultura, cuando sólo es una mutación del modelo de negocios, un cambio en la circulación de los contenidos. Generalmente defensores del status quo aun considerándose revolucionarios, los intelectuales están siempre a la zaga del movimiento desbordante del mundo.

12. Si sos intelectual, tenés que simpatizar con la izquierda. Y para completar decimos: o creer que lo que no es izquierda es derecha, el truco preferido del progresismo. El intelectual corriente no se anima a poner en cuestión el dogma buenista de la izquierda, se muere de miedo ante la posibilidad de ser acusado de derechista, o sea, excomulgado de la ‘buena sociedad de los bienpensantes’. Ignorancia, miedo, incapacidad, falsedad. Lindo panorama político.




(1) ¿Es necesaria la aclaración? ¿O es miedo a que crean que soy de derecha, como dice Alejandro en su artículo? No, es ganas de joderlo a Alejandro, nomás, porque él también hace aclaraciones pero al revés, cuando se trata de desligarse de la izquierda.
Y es recalcar que se puede valorar y respetar a alguien con quien se discute de política en forma casi irreconciliable.

domingo, junio 07, 2009

Recuerdos del Futuro




Una de las consecuencias de este mundo digital (tal vez la más nefasta), es que en el futuro quedará abolida para siempre la duda, la historia alternativa, el recuerdo embellecido, el hueco en el pasado rellenado por deducción o por puro deseo.
La posibilidad de registrar todo de forma fidedigna, la capacidad de almacenar terabytes de información en pequeños volúmenes, sean textos, imágenes o videos, arrasará para siempre con cualquier controversia futura.

Quedará abolida para siempre, también, nuestra capacidad mágica de modificar el pasado, y tal vez mejorar el presente y el futuro.

Un ejemplo burdo: los que andamos por la cuarentena crecimos admirando las proezas del wing derecho Oreste Osmar Corbatta, aunque nunca lo vimos jugar en vivo, ni siquiera vimos un video. Creímos lo que nos contaron nuestros mayores, y nos encantaba. Y por supuesto, Corbatta existía más como símbolo que como puntero derecho en sí. Hoy por hoy nadie necesita contarle a los hijos el segundo gol de Maradona a los ingleses: se lo puede mostrar directamente, analizar, superponer con el de Messi, establecer analogías y diferencias.
Pero tampoco se le pueden agregar más ingleses en el camino, o evitar que se caiga al final, o hacer que de veras lo mire a Valdano como dice Diego que lo miraba. No se lo puede mejorar de ninguna forma.
Y por desgracia, tampoco podemos hacer que el primer gol no lo haga con la mano…

Del cruce de los Andes, en todo caso oímos rumores de otra verdad, pero se lo ve tan bien a San Martín en los cuadros, altivo sobre el caballo blanco, haciendo historia, dejando en el pasado un eco que reverbera hoy mejorado…
Si todo lo pudiéramos constatar en Youtube, casi con seguridad nos defraudaría. Hasta la belleza proverbial de Cleopatra o la destreza de Aquiles serían fácilmente cuestionados.

Por supuesto, sería fantástico poder ver a Moisés partiendo el Mar Rojo, o a Jesús recuperando a Lázaro, o ver cómo hicieron de verdad para construir las pirámides, o los jardines colgantes de Babilonia. Pero…¿y si el video mostrara otra cosa, si no fuera lo que en el fondo quisiéramos ver?

Pues nos quedaría la verdad incontrastable, ni más ni menos (dicen).

Más bien menos, parece.
Nos quedará el hecho cabalmente documentado, con la posibilidad de pausarlo cuadro por cuadro o de cambiarle el ángulo según 16 cámaras estratégicamente ubicadas. Veremos (verán, los seres humanos del futuro) que el abuelo en realidad no era tan bueno jugando al fútbol, o que la abuela no era tan linda como se decía.
Perderemos la posibilidad de que un hecho importante se transforme en trascendental, en mítico; la posibilidad de que un hecho histórico sea además una fábula inspiradora, capaz de modificarse con el transcurso del tiempo hasta convertirse en algo del pasado que influye significativamente en el presente.

Tendremos el recuento minucioso, verídico, y por lo visto no será suficiente.
No alcanzará con ver a Neil Armstrong pisar la luna en transmisión directa a todo el planeta: le tendremos que inventar, acaso justificadamente, que a continuación vio luces extrañas, aunque el video no lo muestre, aunque el audio jamás lo haya registrado.