domingo, mayo 17, 2015

Fuera de juego



Lo sucedido el jueves en cancha de Boca es tan inaudito que abarca casi infinitas interpretaciones. Todas equivocadas o parciales o decididamente tendenciosas, y seguramente la mía también caerá en alguna de esas categorías.

Pero déjeme exponer mi caso, señor Juez, si total ya ha escuchado tantas boludeces...

Antes, a modo de ejemplo de lo mencionado, déjeme señalar:

Que fue lamentable lo de algunos periodistas, como el caso de Leo Farinella de Olé. Este gordo pelotudo (disculpe lo de "este", señor Juez), pésimo periodista  y peor redactor, es uno de esos mediocres reporteros que intentan compensar sus falencias haciéndose los fanáticos, los loquitos de los colores. Sobre el tema que nos ocupa, señor Juez, este estúpido prefirió opinar lo que opinaría el más descerebrado barra de River: que en Boca (todo Boca, todos los hinchas al unísono) decidieron suspender el partido porque estaban seguros de perderlo.

Ya sé, señor Juez, tiene usted razón: es un pelotudo.

Yo ya se lo había anticipado, recuérdelo Su Señoría.
El tipo no solo ficciona que es un hincha, sino que ni siquiera trata de hacerse el hincha medio, el casi normal.
Ni hablemos de la responsabilidad que le cabe como comunicador social: el imbécil ve fuego y agarra el bidón de nafta... Total, llegado el caso hablará de lo enferma que está la sociedad, toda la sociedad y nada más que la sociedad. 

Ni vale la pena mencionar que el partido estaba 0 a 0, y faltaba todo el segundo tiempo. Lo menciono porque Usted lo dijo, señor Juez, o me pareció que lo dijo o tal vez lo pensó.
¿Lo dijo Usted, Su Señoría? 
Okey, disculpe. Continúo.

Por otro lado, me he peleado en estos días con los que estaban indignados por la poca solidaridad de los jugadores de Boca para con sus colegas de River: en vano he intentado llevarlos a  lo que yo consideraba (hasta ese momento) como el meollo del asunto: que esto no hubiera pasado si no existieran los barrabravas, y sobre todo si no existieran los políticos y demás figurones siniestros que los utilizan y protegen.

También he desesperado, Usía, al encontrar tan pocas opiniones afines a la mía en el sentido de que, existiendo esta mafia y existiendo una nula decisión de combatirla (muy por el contrario, se la apaña desde los más altos niveles) los jugadores son rehenes, y si no se "comportan" después se la tienen que bancar solitos.
Ni siquiera los dirigentes tienen ganas de intentar algo.
¿Se acuerda de Cantero, señor Juez? ¿El presidente de Independiente que intentó terminar con los barras?
No, claro...ya casi nadie se acuerda...

Pero al margen de todo ésto, señor Juez: Lo que vengo a exponer es una epifanía que me acaba de llegar en esta madrugada del 17, justo cuando estoy cumpliendo mis primeros cincuenta y un años.
Sí, gracias. 
Es muy amable. Continúo.

Al margen de estas cuestiones, lo que vengo a exponer es que me han dejado completamente fuera de juego.

Hasta ahora yo era uno de los que aceptaba que adentro de la cancha nos transformábamos, pero para bien.
Yo era (o soy todavía, por lo menos hasta que  amanezca y el sol obligue a comportarse) uno de los consideran al fútbol como el más grandioso juego de roles, además de un deporte hermoso.

Yo era de los que entendía cabalmente el juego, eso de que nosotros somos los buenos y tenemos una mitología que nos respalda, y además tenemos que defenderla y acrecentarla. Y, por lógica, si nosotros somos los buenos, ellos son los malos, quienquiera que sean los ellos de turno.

Y por sobre todo, tenemos (teníamos) un enemigo ancestral y completamente diferente a nosotros: River Plate. Sólo mencionar el nombre odiado hace que mi sangre fluya más rápido...

Pero de jugando, señor Juez, ¿entiende?

Ni por putas lo creíamos en serio, era solamente para disfrutar más el juego, para inventar mejores cargadas para el lunes. En el fondo somos todos casi amigos, si no el juego no se puede jugar, no existe.
Es decir: nosotros sabemos que ellos sienten lo mismo pero al revés, y que su obligación es odiarnos minuciosamente. Estamos todos de de acuerdo, y a todos nos parece bien, y lo disfrutamos muchísimo.

Pero la revelación que vengo a exponer esta noche, y que anula las otras consideraciones (salvo la de  que Farinella es un pelotudo) es que algunos, cada vez más numerosos, le han agregado el odio genuino al juego, han cambiado radicalmente la esencia del juego y lo han transformado en otra cosa. 
Y ya no importa que inicialmente hayan sido mercenarios (les cantábamos: "Vos / No tenés verguenza /Por la plata, no se alienta"...Y con eso casi que los anulábamos. Nos sentíamos tan distintos, tan superiores...), o que vengan de donde sea que vengan, o a qué círculo del poder responden.

Ellos, señor Juez, odian realmente. Y van a matar a alguno pronto.
Se los comió el personaje, como quien dice. O tal vez nunca entendieron lo del juego, pero ahora  es grave en serio.
Ahora vamos a ir a la cancha a ciegas, sin poder determinar quién sigue queriendo jugar y quién pasó completamente al lado oscuro.

O, en el peor de los casos, señor Juez, solamente irán los malos, y el resto habremos quedado definitivamente fuera de juego.