viernes, octubre 27, 2006

El Chozno... (Parte Final)

Dionisio:
“Me tomé un breve descanso
que espero sepa entender
y si no hágamelo saber
y otra versión saldrá sola:
me crucé con una trola
que dijo ser su mujer”

“No está muy clara mi mente
para jugar con las rimas,
tomaría Cafiaspirina
pero [frase ininteligible]
Así que sírvanme un vino
[frase ininteligible]…a su prima”

“Pero no me he de achicar
Aunque vengan degollando
Y ya mismo le estoy preguntando
[eructo] Perdón…
Digamé…uugh [flato estruendoso]
mm…? [caída con rotura de vasos]


VII
“No me agarren de los pelos
Que me levanto bien pronto
Pa’ que sepan tengo decoro…
Pero…no decoro tortas…
Aunque lo haría…si las tortas…
Me hacen un show a mí solo”

“Me alejé un tanto del tema
que le quería preguntar
pero ya me voy a acordar
y le cedo mientras tanto
el turno para su canto…
Si igual le voy a ganar”


VIII
El Diablo:
"Su situación es lamentable
Y no me quisiera abusar
Más bien lo voy a ayudar
Con un tema que conoce
Y para mí será un goce
Lo que pueda contestar"

"Le pregunto por el vino
Porque dicen que es la sangre
De Uno para mí Innombrable,
Con el que tengo diferencias,
A ver si usté con su ciencia
Puede por fin aclararme"

"Es para mí un gran misterio
Que siendo la sangre de Ese
Además de rojo, a veces
Pueda ser de otro color
El asunto tiene mal olor,
Digamé qué le parece…"

IX
Dionisio:
¡¡¡Ahijuna que sos ladino,
Juan Sin Chota o como sea!!!
¡El alma me vibra entera
Con lo que acabás de decir…!
Por eso me vía servir
Un vasito… por la apnea

“Nuestro Señor Jesucristo
En su Divina Providencia
Dejó tan pródiga herencia
Pa’ nosotros los mortales,
Y uvas de tantos varietales
Pa’ recordar su presencia”

“Así es como el vino blanco
Representa Su sudor,
El rosado Su candor,
Su dulzura el torrontés,
Y el clarete si querés
Es el Ojete de Dios”


X
Otra vez se armó quilombo
En el festejo posterior:
Dionisio le acomodó
Un cross de izquierda al Maligno,
Empezó a cantar el Himno
Y a gritar “Viva Perón”

XI
Se calmó después de un rato
Y la gente lo vitoreaba
Porque tal vez maliciaba
Que Dionisio iba a poder
A Mefistófeles vencer
Si en la pregunta acertaba

Dionisio se persignó
Y pareció concentrarse
Como si adentro buscase
La luz de la inspiración,
Por fin los ojos abrió
Y esto pudo escucharse:

Dionisio:
“Ha dicho que de ciertas cosas
usté no puede ni hablar
Yo le quería preguntar
por un deporte muy nuestro
en el que brilló un Maestro
muy difícil de igualar”

«Diego Armando Maradona,
Me pongo de pie al nombrarlo,
Le hizo un gol con la mano
A los piratas ingleses,
Yo quiero que me conteste
Con esatitú y bien claro:

¿Cómo es que le pusieron
a ese gol de aquella vez?
Yo también lo ayudaré
Y sólo deberá completar
La frase que dejo acá:
Le dicen “La mano de…” (1)

Demudóse el rostro cruel
De Belcebú con la propuesta
Como si le fuera impuesta
La cruz a un poseído,
Soltó un pavoroso alarido
Y arrancó todas las cuerdas


XII
“Nunca fui buen perdedor,
No aguanto bien el fracaso,
Pero quiero en este caso
Felicitarlo de veras,
Vaya mi admiración sincera…
Y el segundo fue un golazo”

Así pues se despidieron
Dionisio y el Angel Caído
Y por donde había venido
Mandinga se fue callado
Sin truenos ni vientos raros
Y con aspecto dolido

“Una vuelta para todos”,
dijo Dionisio sonriente,
y se frenó de repente
como si se hubiera recordado:
“Y claro…es un amargado,
si es hincha de Independiente”

XIII
Termina así la relación
De aquel encuentro glorioso
Más un suceso luctuoso
Empañaría la fiesta
Pues a Dionisio en la siesta
Le dio un malestar doloroso

Y lo internaron de urgencia
Sin tiempo para perder
Y se murió al anochecer
“De algo raro”, dijo un dotór,
El médico que lo operó
Era un tal Luis Cifér…

Fin

(1) "La mano de Dios"

jueves, octubre 26, 2006

El chozno de Santos Vega

(Payada Infernalmente Larga)
I
Dionisio era un gaucho joven
De recio porte campero,
Pero era muy quilombero
Cuando chupaba ginebra,
Muy cargoso con las hembras,
Peleador y milonguero,

Buen asador de vacunos,
Guitarrero, poeta y cantor,
Gran jinete y domador,
Hijo amoroso, buen amigo,
Un claro descendiente, digo,
De Santos Vega el payador

Y como a Vega a Dionisio
Lo alcanzó la adversidad
Y lo tuvo que enfrentar
Al Malo en una payada,
Una umbría madrugada
Que pasamos a relatar

La pulpería del pueblo
Fue el escenario piojoso
Del aquel encuentro grandioso
Con estilos tan marcados
El uno tan limitado
Y el Otro tan Poderoso
II
Bebía Dionisio templando
Su instrumento musical
Cuando un violento huracán
Dentró alborotando todo,
Y, como brasas, unos ojos
Recorrieron el lugar

“Pido permiso a la concurrencia”,
Dijo un acento temible
“Quisiera entrar, y decirles
Algunas cuantas verdades
Que traigo de las Profundidades
Y que debieran servirles”

Algunos se persignaron,
Otros quisieron huir,
Y sobre todo al oír
Que Dionisio contestaba
“Pase nomás, que faltaba
Un puto de otro país”

El forastero dentró
Entre truenos y centellas,
Como si no le hiciera mella
Lo que Dionisio dijera,
“Está hablando la ginebra,
Mejor suelta la botella”

“Vení a sacármela vos,
Reputazo mal culiado,
Se nota que estás cagado
Por la voz, y como dijo Farías:
Para “vos” no hay como la mía,
Callate y seguí chupando”

Creció un murmullo aterrado
Mientras Dionisio putiaba
Porque a naides escapaba
Que el extranjero era Aquel
Con quien se tenían que ver
Los que el Cielo rechazaba

Más Dionisio en su embriaguez
Pidió una vuelta de patero
Hizo en la guitarra un rasgueo,
Escupió adentro del plato,
Y soltó un sonoro flato
Que dispersó con el sombrero

Aquello pareció disgustar
Al Diablo, que se acercó
Y en una silla se sentó
Enfrentando al insolente
Se hizo silencio de repente
Y ahí comenzó la función
III
“Aquí me pongo a cantar
Al compás de la vigüela
Y como sé que se espera
El nombre del que la toca
Les diré que Juan Sin Ropa
Me han llamado aquí una güelta”

Al escuchar aquel nombre
La gente gimió lastimera
Pues recordaba con pena
El nombre del payador
Aquel que un día venció
Al famoso Santos Vega

Pero Dionisio se rió
Y con el tono más duro
Le dijo “Ahora no dudo
De mi primera impresión
Vos, Sin Ropa, maricón
Sos un travesti seguro”

“El nombre no tiene importancia”,
Dijo el otro muy tajante,
“Lo que importa es el talante
Del que me quiera vencer
Lo ha intentado desde Goethe
Hasta Sbaraglia el Garante ”

“A mi me importa un carajo
lo que hizo ese Sbaraglia
no le conozco la labia
Y menos a Guét, que lo inoro
Guét, vidét o inodoro
No le usamos en la Pampa”

“Ya está bueno de pavadas”,
Dijo el Diablo con desdén
“Acordemos que a cada quien
le tocará preguntar
si acertara a contestar
lo que le inquieran a su vez”

“No entendí nada, pero vamos,
Y algo habrá de salir,
Bicho asqueroso la lumbríz,
Aunque no me viene al caso,
Me lleno de nuevo el vaso,
Y le hablo…a ver…de París…”
IV
El Diablo:
“Me sentiré muy honrado
Si se digna a contestar
Según le indique su pensar
Que me figuro muy claro:
Digamé lo que es el Pecado
Y qué le puede pasar”

Dionisio:
“El pescado es un animal
Que vive mayormente al agua,
Aunque usté con una caña
Podría hacerlo subir
Con un ganchito y la lumbríz
Que hace un rato mencionaba”

Aquí hubo una discusión
Porque Sin Ropa decía
Que nada que ver tenía
La respuesta de Dionisio
Con la pregunta que él hizo
Y que no correspondía

Encima Dionisio ni oía
Y con todos festejaba
La camiseta se levantaba
Y de arriba de la mesa
Le escupía la cabeza
Y hacía cortes de manga
V
“Ahora me toca a mí,
pero sabrán disculpar
primero me viá lavar
la cara en el bebedero
de los caballos, y luego
vuelvo aquí a repreguntar”

Y diciendo esas palabras
Salió de la pulpería
Y viendo que no volvía
Lo salieron a buscar
Y lo tuvieron que despertar
Porque Dionisio dormía

Abrazado a su caballo
De pie aunque algo torcido
Profundamente dormido
Y roncando con esmero,
Una pata en el bebedero
Y la otra en el estribo

Un poco lo sopapearon
Hasta que abrió un solo ojo
Lo metieron en remojo
Y lo ventilaron un rato
Hasta que dijo “Carajo,
Me están enfriando todo”
VI
Y cuando volvieron a entrar
Trayendo a Dionisio al ruedo
Hubo un aplauso sincero
Pues la gente se animaba
Y a Satanás le molestaba
Que no le tuvieran miedo

Dionisio:
“Me tomé un breve descanso
que espero sepa entender
y si no hágamelo saber
y otra versión saldrá sola:
me crucé con una trola
que dijo ser su mujer”

IR A LA SEGUNDA (Y ULTIMA) PARTE

viernes, octubre 20, 2006

Google Earth

Un software interesante, gratuito y fácil de manejar. Ideal para los que no podemos viajar mucho por cuestiones de presupuesto. Por ejemplo: yo, a la tarde, me fui a Mykonos, que no conocía.





El soft también permite cambiar el ángulo de observación y respeta (no sé con cuánta exactitud) la topografía. Che, parece lindo Mykonos.


Definitivamente: se pueden encontrar cosas maravillosas en el Google Earth...

miércoles, octubre 18, 2006

Los herederos


El acto menos nocivo de un emperador es nombrar al sucesor; distinguirlo fehacientemente y con mano firme, ungirlo sin ambigüedades, entregarle el anillo para que el resto de aspirantes claudique en sus ambiciones. El Rey ha muerto y Viva el Rey: un remache en caliente. Tal vez ahí rueden algunas cabezas. No es elegante pero es lo menos nocivo, serán pocas y el resto respirará aliviado.
Pero el heredero debe ser señalado por aquel que todavía manda. No hacerlo es negligencia, es descalificar a todos para siempre. Es, tal vez, pretender inmortalizarse en la desgracia porque nadie va a poder reemplazarlo con legitimidad y eso trae líos.
El General nombró como único heredero al pueblo, y todos los delfines se sintieron íntimamente designados. Sólo había que resolver cómo aplastar a los advenedizos, para que los auténticos, los de la primera hora, los legítimos, ni yankees ni marxistas ni nada, en fin, los verdaderos de verdad, pudieran cumplir con el mandato del Líder: cosa complicada.

Diluidos los ideales, atomizados los objetivos, modificada la letra de la Marcha, la prioridad pasa por acomodarse a las piñas para salir en la foto; unificados en nada, amontonados por interés, apoyados por oligarcas y/o también por revolú a la marchanta, todos se declaran herederos, únicos herederos; demócratas si hay garantía de triunfo, opositores con tendencia al saqueo, respetuosos de las ideas propias; fieles, creyentes, apóstoles, mesiánicos, fanáticos. Místicos pero iconoclastas: ni ante el féretro del General dejaron de amasijarse.
Difíciles de manejar para un cadáver sin manos.

Se comenta por ahí que el traslado y deificación de los restos obedece al terror al Síndrome de Marta Holgado: imaginate los resultados si a cada uno de los que se declaran herederos le hicieran el ADN...

domingo, octubre 15, 2006

Mucho Diálogo

Ejercicio de Taller.
Antes de la cena
- Debo decirte algo importante - dijo la chica.
- ¿Ahora? – preguntó el viejo
- Sí, ahora.
- Pues dilo.
- Me marcho de esta casa.
El viejo la miró y la chica vio dolor auténtico en sus ojos. Y a ella también se le quebró algo dentro y a su pesar se le humedecieron los ojos.
- De modo que era eso – dijo el viejo, tratando de recuperarse -. Sabía que algo planeabas. Si quieres un poco de efectivo…
- No te preocupes que no voy a pedirte dinero.
- ¿Cuándo piensas irte?
- Todavía no lo he decidido, estoy un poco confundida.
- Podrías subir más tarde, un rato, para que charlemos.
- No, gracias, no necesito esa clase de ayuda – dijo la muchacha.
- Me refiero a hablar como amigos, ya sabes.
- ¿Amigos? Tú no eres mi amigo, tú eres sólo basura.
- Escucha, no digas eso…
- No creas que me voy por miedo. Es sólo que ya no aguanto esta casa.
- ¿Y adónde vas?
- Eso no voy a decírtelo. No voy a decírselo a nadie…
- Tu madre…
- Ella no sabe nada, no me dejaría hacerlo, tú la conoces.
- Sí – el viejo se quedó un momento pensativo - ¿Y por qué te has molestado en avisarme a mí?
- No lo sé. Supongo que para que sufras.
- Me hará mucho daño no tenerte.
- Cierra esa boca sucia. No te atrevas a decir cosas así.
- Pero es cierto. – dijo el viejo con voz ronca y bajó la cabeza. Al instante ella pudo oír un débil sollozo.
- Deja eso, viejo. No me conmueven tus lamentos, sé muy bien la clase de basura que eres.
- Amy, por favor, no digas eso.
- Basura, eso es lo que eres.
Desde la cocina les llegaron los ruidos que hacía la madre de la muchacha. Destapaba ollas y estaba golpeando en una tabla mientras tarareaba la música de la radio. Casi anochecía.
- Ella debería saberlo – dijo el viejo.
- No, es mejor así. Mis cosas no le importan, de todos modos.
- Tu madre te quiere, Amy.
- Pues se ha cuidado muy bien de no demostrarlo. Te ha preferido a ti, que eres una basura.
- No, no…
- ¿Ahora dirás que tú también me quieres? Es el colmo…
La madre entró a la pequeña sala secándose las manos en el delantal. Sonreía distraídamente y no pareció darse cuenta de la seriedad de ellos dos.
- Ya falta poco – dijo y se sentó en el apoyabrazos al lado del viejo. - ¿De qué hablaban?
- De béisbol – dijo la muchacha y se dirigió a la cocina. Temblaba sin control y cuando quiso tomar un vaso estuvo a punto de dejarlo caer al suelo. Aspiró profundamente y llenó el vaso con agua de la canilla. Las ollas hervían armoniosamente y las fragancias de la cena la hicieron sentir peor. Las lágrimas corrieron incontenibles y ella sintió deseos de gritar. Él debería irse y no ella. El monstruo era quien debía irse, aprovechar que no había sido delatado, dar gracias por eso e irse. Debería haberle contado todo a mi madre, pensó. Pero lo había intentado y ella nunca quiso escucharla o eso creía Amy. Su madre parecía desviar la conversación o incluso era francamente acusadora cuando ella…
- Debería haberlo intentado mucho más, muchas veces más, ahora mismo…
- Amy, ven aquí inmediatamente – dijo su madre desde la sala. Era extraño, pero la orden tenía un tono de buen humor incomprensible. Se secó los ojos y fue al encuentro de los viejos.
- Amy, ¿por qué no me lo dijiste? – su madre parecía encantada.
- ¿Decir qué?
- Que piensas mudarte, John acaba de contármelo.
- Bueno, eso…
- Es magnífico, te hará muy bien – dijo la madre.
- Mamá, aún no lo decido…
- Oh…Bien… - su madre miró al viejo y éste se encogió de hombros. Amy sintió deseos de golpear a ambos. No entendía ese simulacro de charla de familia, esa mala parodia de padres que aconsejan y sobre todo no entendía por qué su madre parecía tan dispuesta a dejarla ir. Más que eso: la estaba empujando para que se fuera. ¿Ella le estorbaba, entonces?
- Creí que te disgustaría – dijo Amy.
- Querida, es lo más natural – dijo su madre.
- Te pedí que no se lo dijeras – Amy miró al viejo muy seriamente
- Creo que sería un error que te marcharas ahora – dijo él y su mirada tenía un brillo de complicidad.
- Tú no decides en mis cosas – dijo la chica. Pero por lo menos él parecía desear que se quedara, no como su madre…
- Amy, tarde o temprano deberás seguir tu camino – siguió diciendo la vieja.
- Aún me faltan dos años para la universidad, madre.
- Es cierto… -dijo el viejo.
- Y tal vez ni siquiera quiera ir a la universidad.
- Bueno, como sea – dijo la madre levantándose – En un rato estará lista la cena.
- Pareces muy interesada en que me vaya.
- Amy, por favor.
- Nadie quiere que te vayas – dijo el viejo.
- Claro, claro – dijo la madre.
- Ustedes me enferman - dijo Amy, saliendo para ir al baño. –Me iré pronto.
- No lo harás - escuchó que decía el viejo a sus espaldas. Y su madre, riendo:
- Déjala en paz, John.

Las ollas hervían y seguían hirviendo, como siempre a esa hora en casa de Amy.
17/10/2006 Durante la cena (*)

Se habían sentado como siempre, su madre en la cabecera y ellos enfrentados. El viejo le dirigía de vez en cuando una rápida mirada y cuando ella se la sostenía él bajaba la vista al plato inmediatamente.
- Deja de mirarme – le dijo Amy al viejo.
- Amy, compórtate en la mesa – dijo su madre.
- Díselo a él. Me molesta como me mira.
- No te he mirado en absoluto – dijo el viejo.
- No discutiremos durante la cena – dijo la madre y enseguida sonrió - ¿Han oído quién vendrá pronto?
Seguramente, pensó Amy, su madre hablaba de algún cantante que haría su pasada por el pueblo. Intentó cerrar los oídos a lo que vendría a continuación.
- Billy White vendrá en junio, y con toda su banda. No como hizo en Denver, que se presentó solo y cantó sobre una grabación. Creo que timaron a los de Denver, eso es lo que pienso.
- Billy White es un timo con o sin banda. Jesús, yo canto más afinado cuando me baño…
- Oh, no hablas en serio, John. Es muy dulce, y tiene esas hermosas canciones, ya sabes, tan románticas… Amy, ¿te gustaría acompañarnos a verlo?
- No – dijo Amy - . Tal vez ni esté aquí en Junio, de todos modos.
- ¿Vuelves con eso? ¿Entonces sí piensas irte?
- Siempre pienso en eso. Desde hace mucho tiempo.
- Niña – dijo la madre - , no seas insolente. Si quieres irte, adelante. Pero no intentes aparecer como una víctima, como si…
- Cálmate. – dijo el viejo.
- Pero es que todo tiene un límite, ¿verdad? – su madre se veía exaltada por demás. Tenía la cara roja y hablaba casi gritando. Le dijo a Amy: - Si lo piensas desde hace mucho ya deberías haberte ido, entonces. Aquí nadie te retiene, ¿me oyes?
- Rose, por favor… -pidió el viejo.
- Es que no voy a soportar esto, John.
- Debí haberme ido hace mucho tiempo, en eso tienes razón. Debí haberme escapado corriendo cuando…
- Guarda silencio, niña – dijo su madre con los dientes apretados. Acercó el rostro al de Amy y algunas gotas de saliva mojaron a la muchacha cuando le espetó: – Todos tenemos cosas que es mejor callar, ¿no es cierto?
Era un comportamiento extraño en su madre. En general rehuía cualquier tipo de enfrentamiento directo, y aunque ahora parecía querer dar por terminado el tema, la violencia del tono le permitía a Amy dejarse ir también, si quisiera, salirse por un rato de los esquemas impuestos y dejar que aflore todo. Sintió que el viejo la pateaba por debajo de la mesa y eso la desconcentró por un momento.
- El que esté libre de pecado que arroje la primera piedra, dice el Evangelio. Y no creo que ese sea tu caso precisamente, Amy.
- No tienes idea de lo que hablas – dijo Amy conmovida. – Eres tan horrible… - Ahora el pie del viejo había dejado de patearla y jugaba a pisarla suavemente. Por un instante se subía a su pie y salía de ahí enseguida, y volvía a subirse al momento siguiente. Era enloquecedor.
- Todos somos pecadores – dijo el viejo mirando a la madre. No dejaba de tocar el pie de Amy y ella parecía no poder moverlo.
- Así es, querido.
- Ahora cálmate, Rose.
- Lo haré, sí…
- Amy no pretendía desafiarte.
- Lo sé, tal vez fui muy brusca. Pero sabes que no me he sentido bien últimamente.
- Debes descansar más, ya te lo he dicho.
- Me siento muy cansada a veces.
- Es por tu problema, deberías ver al médico.
- Iré la próxima semana.
- Eso estará muy bien. – El viejo pisó a Amy con fuerza y ella tuvo que contener un grito. La miró directo a los ojos. – Amy se ocupará de todos tus quehaceres.
- No lo haré – dijo la chica al borde del llanto.
- Será sólo hasta que el doctor diga que tu madre se encuentra mejor, Amy.
- ¡Ella no tiene nada, y lo sabes!
- Por supuesto que tengo, qué clase de locura…
- Amy, estás siendo impertinente y mentirosa.
- Es una bruja, John… - dijo la madre.
- Cerdos – dijo Amy con suavidad, y comenzó a llorar silenciosamente.
- ¿Qué es lo que has dicho? – su madre se levantó con el brazo en alto.
- Rose, siéntate – dijo el viejo tomando la mano de la mujer -. Por favor, querida. Siéntate.
- John…- la madre también sollozaba.
- Ya cálmense. Todos estamos un poco nerviosos hoy. Y se me ha enfriado la cena, ¿alguien escuchará mi queja? – el viejo le sonrió a la mujer y ella se levantó de inmediato tomando el plato de él. Miró a la hija por un instante, pero luego tomó su propio plato y se fue hacia la cocina.
- Amy, ¿qué intentas hacer?
- Voy a decirle todo lo que se me ocurra, todo es cierto y ella no está enferma. Está loca, y tú también. Ambos están locos y ya no sé quién es peor.
- Pero sí está enferma.
- No, lo hace para darte lástima. Se hace la enferma cuando no quiere escuchar o para que le tengan lástima. El médico no le encuentra nada, ¿verdad?
- Hay enfermedades así, Amy…
- Ella no está enferma, tal vez esté loca pero no tiene nada en su maldito cuerpo.
- Escucha, debemos cuidar de ella, los dos.
- Eres tan bondadoso, John – dijo Amy con ironía -. Eres un encanto, en serio.
- Amy, no sigas diciendo que te irás.
- Pero lo haré, John – Amy pronunció el nombre imitando a su madre -. He estado pensando que buscaré a mi padre, ¿qué te parece eso, John?
- Tu padre. Estaría muy mal eso, Amy.
- ¿Según quién, John? ¿El Evangelio de mi madre?
- Tu padre las abandonó a ambas, Amy. Ya lo sabes.
- No me extraña que abandonara a mi madre. Yo lo haré también.
- Voy a suicidarme si lo haces.
- Me gustaría ver eso. Procura matar antes a mi madre, ¿quieres?
- Lo digo en serio.
- Sí que eres desagradable, John. Me gustaría que Rose escuchara las cosas que dices cuando estamos solos.
- Podría matarla, si me lo pidieras en serio.
- Hazlo - dijo Amy, y ambos quedaron callados. Al cabo de un rato, ella se levantó –. Maldito seas.
(*) Agarrada definitivamente la canaleta, esto puede continuar con Después de la cena, A los postres, Con el cafecito, etc.

martes, octubre 10, 2006

12 de Octubre

Declaración del Cacique Guaicaipuro Cuactémoc Atahualpa Lautaro en la reunión de Jefes de Estado de la Comunidad Europea (08/02/2002) *

"...Aquí pues yo, Guaicaipuro Cuatémoc he venido a encontrar a los que celebran el encuentro.
Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que la encontraron hace solo quinientos años.
Aquí pues, nos encontramos todos.
Sabemos lo que somos, y es bastante. Nunca tendremos otra cosa.

El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me descubrieron.
El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas, a quien nunca autorice a venderme.
El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses, aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento.

Yo los voy descubriendo. También yo puedo reclamar pagos y también puedo reclamar intereses. Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo y firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a Sanlúcar de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América.

¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería pensar que los hermanos cristianos faltaron a su Séptimo Mandamiento.
¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, como Caín, matan y niegan la sangre de su hermano!
¿Genocidio? Eso seria dar crédito a los calumniadores, como Bartolomé de las Casas, que califican al encuentro como de destrucción de las Indias, o a ultrosos como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del capitalismo y la actual civilización europea se deben a la inundación de metales preciosos!

¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser considerados como el primero de muchos otros préstamos amigables de América, destinados al desarrollo de Europa. Lo contrario seria presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no solo a exigir devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios.

Yo, Guaicaipuro Cuatemoc, prefiero pensar en la menos ofensiva de estas hipótesis.
Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que el inicio de un plan "Marshalltezuma", para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, creadores del álgebra, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización.

Por eso, al celebrar el Quinto Centenario del Empréstito, podremos preguntarnos: ¿han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o por lo menos productivo de los fondos tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional?
Deploramos decir que no.

En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, en armadas invencibles, en terceros reichs y otras formas de exterminio mutuo, sin otro destino que terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como en Panamá, pero sin canal.
En lo financiero, han sido incapaces, después de una moratoria de 500 años, tanto de cancelar el capital y sus intereses, cuanto de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta y provee todo el Tercer Mundo.
Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman según la cual una economía subsidiada jamás puede funcionar y nos obliga a reclamarles, para su propio bien, el pago del capital y los intereses, que tan generosamente hemos demorado todos estos siglos en cobrar.
Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarle a nuestros hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas del 20 y hasta el 30 por ciento de interés, que en ocasiones los hermanos europeos les cobran a los pueblos del Tercer Mundo.

Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo del 10 por ciento, acumulado sólo durante los últimos 300 años, con 200 años de gracia.
Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto, informamos a los descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 484.147 Billones de kilos de oro y 42 Trillones de kilos de plata.

Es decir, masas que hoy equivalen a 212.345 millones de veces la producción mundial de oro por año, y 3.164 Billones de veces la de plata. El total también corresponde al 70% de toda la corteza terrestre, o al 0,7% de todo el planeta.
Muy pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuanto pesarían, calculadas en sangre?

Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.
Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indoamericanos.

Pero sí exigimos la firma de una Carta de Intención que discipline a los pueblos deudores del Viejo Continente; y que los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa, que les permita entregárnosla entera, como primer pago de la deuda histórica..."
.
..
.
* Realmente ignoro si este texto ha tenido el origen que indica el titular, pero su contenido es cierto, la crítica a los europeos justificada y la redacción tan ingeniosa que merece ser leído y difundido.

viernes, octubre 06, 2006

Cuento cortísimo

Réquiem

Sintió miedo, porque pensó que ahora él era un fantasma completo, un espectro que podría visitarla una noche si quisiera, sin necesidad de que ella estuviera dormida ni permiso de ninguna clase.
Y sin embargo, antes, ella nunca había conseguido soñarlo por las noches: pasaba el día entero soñando despierta con él, pero en los sueños reales (el oxímoron la hizo sonreír un poco, pero seguía con miedo) él nunca había aparecido. Claro que ella se daba cuenta de que eso era lógico, pero de todas formas la permanente ausencia de él durante sus noches la fastidiaba. Antes la fastidiaba. Ahora era preferible que nunca apareciera.
Para calmarse, y por placer, recordó los buenos momentos que él le había hecho pasar, las innumerables veces que ella tuvo que contener la risa para no despertar a sus padres; él la había hecho divertir, y reflexionar también. Y le había permitido vislumbrar un mundo desconocido a través de sus relatos, un mundo viril de bares y gente mayor que decía y hacía cosas raras, tan distintas a su vida de adolescente un poco sobreprotegida.
Ella deseó muchas veces encontrar algo bueno para decirle y algunas veces estuvo a punto de hacerlo, pero a último momento le había parecido una tontería y se había quedado callada. Otra vez la imagen la hizo sonreír: era curioso como su mente acomodaba las cosas y les daba una intensidad, un realismo que nunca tuvieron. O tal vez sí, pero era por lo menos inexacto, ella no se había quedado callada, aunque tampoco había podido hablarle. Y menos ahora, que él se había ido para siempre.

Pero sí hubiera podido escribirle, dejarle un comentario aunque sea baladí para que él lo leyera, y tal vez le respondiera.
Pero ahora era tarde.
Cada vez que intentaba abrir el blog de él, aparecía la leyenda:
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Dedicado al Yaya (El Simón dice), mi primer cadáver blogueril.