martes, agosto 19, 2008

Sexo débil


Que conste que yo con mi pareja busco, fundamentalmente, crecer, ser una mejor persona. Por eso las elijo pletóricas de virtudes, arquetipos de la femineidad y del ser humano ideal, dechados de inteligencia, adalides de las buenas costumbres, y tetonas, dentro de lo posible.
Las elijo lo más cercano a la perfección que puedo.
Que al cabo de pocos meses se degraden de ninguna manera puede achacárseme a mí, sino a la debilidad propia del sexo femenino.
Yo reconozco mis defectos, y hasta los declaro de movida, junto con mi promesa fehaciente de trabajar duramente para corregirlos, de ser posible en compañía de tan brillante ejemplar.
Muchas veces aceptan, y después resultan peores que yo. Ejemplos son los que abundan.

* Yo bebo socialmente, apenas una copa de vino en alguna cena, y jamás solo. Disfruto de un buen vino, tengo siempre algunas botellas para mis amigos, pero sólo en ocasiones especiales he superado mi límite de una copa.
Cuando la conocí, Aldana sólo bebía gaseosas dietéticas, jamás había probado el vino (sólo una vez media copita de "New Age", según me contó, y no le había gustado), y el tinto le causaba directamente asco. En nuestra segunda cita la llevé a cenar, y aceptó probar el vino tinto, y le gustó. Luego incorporamos el vino a todas nuestras comidas, incluso Aldana se servía unas copas antes de la comida. Ya diferenciaba entre cepas, y al mes se agarró la primera curda grave. Después de eso llegaba siempre borracha, y solía vomitar justo en la alfombrita de mi baño.
Yo la hubiera acompañado en la rehabilitación si no me hubiera afanado las 3 botellas de Rutini que reservaba para el cumpleaños de mi amigo Claudio.
Y la bodeguita de pino chileno.
Y el sacacorchos.

* Fumo desde los 15 años.
Cecilia detestaba el cigarrillo, era partidaria de la prohibición completa de la venta de tabaco, y nuestra relación estuvo a punto de no iniciarse nunca por culpa de mi adicción. Prometí dejarlo, y empezamos a salir a prueba. Un día encendí un cigarrillo en el baño, y lo apagué enseguida, pero se ve que el olor perduró hasta que Cecilia entró a hacer algo y se percató de inmediato. Salió del baño hecha una furia, y me hizo una escena de que lo mío era suicida y que si a mi me gustaría que ella hiciera lo mismo, y para demostrarlo encendió un cigarro, y después otro y yo realmente no podía controlarla. Terminamos a los besos, y para celebrar nos encendimos un pucho cada uno.
Cuando se pasó a los habanos consideré realmente hacerle una escena similar, pero a esa altura el humo en mi departamento era tan denso (siempre) que no me hubiera visto, y así mi arenga perdía fuerza. Murió tratando de fumarse una planta de malvón, y yo lloré bastante. Por el humo.

* Ocasionalmente juego unas monedas en las máquinas del Bingo, más que nada porque me queda de paso hacia mi casa. La primera vez que fui con Sabrina, yo perdí enseguida los 10 pesos que siempre llevo para jugar y me quedé acompañando a Sabri, que ganó 50 pesos en un rato, y nos fuimos muy felices. En ningún momento pensé en sacar más dinero para recuperar lo perdido, ni nada de eso. La segunda vez ganamos entre los dos unos 70 pesos, y nos fuimos.
Pero la tercera vez Sabrina perdió todo enseguida.
Se quedó viendo cómo jugaba yo…tres minutos. Después sacó otros 20 pesos y volvió a perder. Y otros 50.
Amenacé con irme y dejarla ahí, y Sabri dijo que mejor, porque le parecía que era yo el que le traía mala suerte, y que de paso me fuera a la concha de mi hermana.
Ayer cuando pasé por el Bingo ocasionalmente entraba alguien y pude espiar hacia adentro, y vi que estaba Sabrina jugando.
Me alarmó un poco que llevara la misma ropa, y que a sus pies un cartelito ofreciera sexo por dinero, y que ya hubiera dos tipos haciendo cola.
Ojalá que tenga suerte, sobre todo para que pueda ir a pegarse una ducha y cambiarse la ropa mugrienta.

***


Ignoro realmente si este comportamiento de ir siempre por más tiene que ver con una inclinación femenina, si lo hacen por competir o qué.
Pero otros vicios y costumbres los mantengo celosamente ocultos de mis chicas.
Por ejemplo: me gusta ver cuánto aguanto abajo del agua, y no quisiera que me pese en la conciencia una novia ahogada.

Y en algún semáforo me he sacado un moquito, como todo el mundo.
Sería espantoso ver cómo la persona que amás se practica una lobotomía a través de las fosas nasales, y encima te mancha todo el tapizado.




martes, agosto 05, 2008

Nils Runeberg

Siempre me pareció extraordinario este cuento de Borges, "Tres versiones de Judas".
Transcribo sólo una parte, que correspondería a la última de las "versiones", adjudicadas por JLB a Nils Runeberg. La negrita es mía, y seguramente innecesaria.



(...) A fines de 1907, Runeberg terminó y revisó el texto manuscrito; casi dos años transcurrieron sin que lo entregara a la imprenta. En octubre de 1909, el libro apareció con un prólogo (tibio hasta lo enigmático) del hebraísta dinamarqués Erik Erfjord y con este pérfido epígrafe: "En el mundo estaba y el mundo fue hecho por él, y el mundo no lo conoció" (Juan 1: 10). El argumento general no es complejo, si bien la conclusión es monstruosa. Dios, arguye Nils Runeberg, se rebajó a ser hombre para la redención del género humano; cabe conjeturar que fue perfecto el sacrificio obrado por él, no invalidado o atenuado por omisiones. Limitar lo que padeció a la agonía de una tarde en la cruz es blasfematorio. Afirmar que fue hombre y que fue incapaz de pecado encierra contradicción; los atributos de impeccabilitas y de humanitas no son compatibles. Kemnitz admite que el Redentor pudo sentir fatiga, frío, turbación, hambre y sed; también cabe admitir que pudo pecar y perderse. El famoso texto Brotará como raíz de tierra sedienta; no hay buen parecer en él, ni hermosura; despreciado y el último de los hombres; varón de dolores, experimentado en quebrantos (Isaías 53: 2­3), es para muchos una previsión del crucificado, en la hora de su muerte; para algunos (verbigracia, Hans Lassen Martensen), una refutación de la hermosura que el consenso vulgar atribuye a Cristo; para Runeberg, la puntual profecía no de un momento sino de todo el atroz porvenir, en el tiempo y en la eternidad, del Verbo hecho carne. Dios totalmente se hizo hombre hasta la infamia, hombre hasta la reprobación y el abismo. Para salvarnos, pudo elegir cualquiera de los destinos que traman la perpleja red de la historia; pudo ser Alejandro o Pitágoras o Rurik o Jesús; eligió un ínfimo destino: fue Judas.
En vano propusieron esa revelación las librerías de Estocolmo y de Lund. Los incrédulos la consideraron, a priori, un insípido y laborioso juego teológico; los teólogos la desdeñaron. Runeberg intuyó en esa indiferencia ecuménica una casi milagrosa confirmación. Dios ordenaba esa indiferencia; Dios no quería que se propalara en la tierra Su terrible secreto. Runeberg comprendió que no era llegada la hora: Sintió que estaban convergiendo sobre él antiguas maldiciones divinas; recordó a Elías y a Moisés, ,que en la montaña se taparon la cara para no ver a Dios; a Isaías, que se aterró cuando sus ojos vieron a Aquel cuya gloria llena la tierra; a Saúl, cuyos ojos quedaron ciegos en el camino de Damasco; al rabino Simeón ben Azaí, que vio el Paraíso y murió; al famoso hechicero Juan de Viterbo, que enloqueció cuando pudo ver a la Trinidad; a los Midrashim, que abominan de los impíos que pronuncian el Shem Hamephorash, el Secreto Nombre de Dios. ¿No era él, acaso, culpable de ese crimen oscuro? ¿No sería ésa la blasfemia contra el Espíritu, la que no será perdonada (Mateo 12: 31)? Valerio Sorano murió por haber divulgado el oculto nombre de Roma; ¿qué infinito castigo sería el suyo, por haber descubierto y divulgado el horrible nombre de Dios?
Ebrio de insomnio y de vertiginosa dialéctica, Nils Runeberg erró por las calles de Malmö, rogando a voces que le fuera deparada la gracia de compartir con el Redentor el Infierno.Murió de la rotura de un aneurisma, el primero de marzo de 1912. Los heresiólogos tal vez lo recordarán; agregó al concepto del Hijo, que parecía agotado, las complejidades del mal y del infortunio.


1944