viernes, julio 31, 2009

Sí, era yo

Ahora ya prescribió, y además ya no hago más esas cosas, pero en alguna época, si podía, salía con chicas del blog, con chicas que conocía a través de éste mismo blog, tan inocente y poco visitado que parece. Ahora ya prescribió, pero de todas maneras tal vez no debería contarlo, por discreción, por modestia, porque los caballeros no tenemos memoria. Sin embargo voy a contarlo, porque uno de los participantes de la historia (el otro hombre) merece conocer la verdad, y de paso, si lee ésto, me compensa por el susto que me dio.

En realidad no merece una poronga, se lo voy a contar por maldad, porque me hizo cagar en las patas y estuve tentado de gritarle lo que ahora escribo apenas me subí al colectivo y no lo hice solamente porque soy cobarde. Si vamos a decir la verdad, digámosla toda. Bien. Adelante.

Ahora apenas intercambio mails con el Gringo, o con Laurita Beilin. Con el Gringo estamos laburando en unos cuentos gauchescos de ambos que van a quedar buenos cuando finalmente nos dediquemos a escribirlos y dejemos de hablar tantas pavadas. Y con Laurita, que me dice que está en New York paseando y que le dan mucho miedo los aviones, y me dan ganas de decirle que venga a laburar ella y me deje viajar a mí, la puta que te parió, Laura. Apenas con ellos, y nada de chat, mails y sólo mails.

Un mail del Gringo hablando de lo lindas que son las cordobesas me hizo acordar de todo ésto...

En otra época de mi vida, sin novia, se daba más eso de tener largas charlas por messenger, de contarse cosas íntimas y qué casualidad y a mí también y qué lindo es hablar con vos, igualmente, y no me prenderías la camarita, y vos no te vendrías a pasear a Córdoba, y cómo no voy a ir si está acá nomás.

Acá nomás.

Es curioso cómo cambian las percepciones de distancia de acuerdo a la situación personal en que nos hallemos. Son como ochocientos kilómetros hasta Córdoba, no es acá nomás, es lejos. Pero la cordobesa era muy linda, era muy simpática y además justo tenía unos días sin los hijos. Entonces le pedí que me alquilara algo en un hotel, y mirá lo que son las cosas, cuando yo ya tenía el pasaje resultó que no había nada en los hoteles, y tuve que ir a la casa de ella. Algo había mencionado de un ex novio de Buenos Aires, pero lo contaba como algo de hacía mucho tiempo, cerrado. (Nota: si por casualidad estás leyendo esto y sos la otra cordobesa, la que sí consiguió un cuarto de hotel y no tenía un ex novio porteño sino un marido cordobés, y creíste que hablaba de vos y hasta te decepcionaste cuando viste que no, entonces mis disculpas por anticipado, pero ya dije que hubo varias, aunque solamente dos cordobesas. Y vos viniste después. Bien. Sigamos)

(Voy a terminar contando más de lo que quería, pero ya todo, todo, todo prescribió, todo pasado tan pasado que es casi ficción.

Ficción, la poronga.)

Decía que finalmente llegué a casa de la cordobesa, y era más linda que en las fotos y la camarita. Era de mañana muy temprano, y estuvimos tímidos como hasta después del mate. Después, no. Después fue genial, y me acuerdo que actualicé este blog desde la casa de la cordobesa, en bolas y con la hermosa preparando la cena. Hasta me acuerdo de lo que puse, pero ya serían como demasiados datos. Después me volví a Buenos Aires, y ahí empezaron los quilombos.

En cuanto llegué reanudamos las sesiones del chat, y estábamos bastante entusiasmados con la posibilidad de volver a vernos, de que yo viajara cada quince días y ella me pagara parte de la estadía o el pasaje, cosas así. Ella estaba un tanto preocupada porque el ex novio porteño la había estado medio hostigando por el chat, pero al parecer no había por qué alarmarse demasiado.

Un poquito antes de viajar, yo había entrado en tratativas con otra lectora, una arquitecta muy bonita (era muy ganador en esa época…iluso de mí…), y si bien esta última era medio rompebolas porque parecía intuir que algo pasaba con la cordobesa, ya habíamos arreglado un encuentro, así que yo estaba más feliz que la mierda.

Mientras esperaba a ver qué pasaba con la cordobesa, fui a encontrarme con la de acá, a la que en algún momento estuve tentado de decirle que sí, que había tenido una historia con la cordobesa. Era muy rompebolas esta mina, casi le cuento eso para que diera vuelta la página, si total yo no tenía nada que justificar con ella. Por suerte no lo hice…

Esta mina me había citado a la tarde en un bar de Olivos, cerca de la quinta presidencial. Como llegué temprano, me quedé a esperarla afuera, entre otras cosas para tener un primer panorama a la luz del sol, de cuerpo entero, etc. Yo casi ni me di cuenta, mientras esperaba, de que había otro tipo al parecer en las mismas circunstancias, esperando a alguien. Yo vi que había alguien dando vueltas, un tipo de sobretodo negro y cara de loco, pero pensé que pasaba de largo, o que iba a entrar al barcito. En todo caso, yo estaba impaciente por ver a la mina, qué me importaba un tipo boludeando por ahí. Cuando me encaró me agarró en frío.

- ¿Vos sos Sergio? – dijo el tipo. Tenía ambas manos en los bolsillos, y lo primero que pensé fue que el bolsillo derecho abultaba demasiado para mi gusto.
- Sí – dije yo como un pelotudo, a pesar de las manos y el bulto, y me arrepentí en el acto.
- Tengo algo para vos…

Antes de que sacara la mano del bolsillo, recuerdo que pensé:
"Este es el ex de la cordobesa…"
"La mina de acá me hizo una cama…"
"Este pelotudo me va a cagar de un tiro…"

Lo que sacó el tipo fue un manojo de papeles revueltos, de los que extrajo penosamente uno, rosadito, que decía algo así como "Disculpame, mi amigo te va a explicar todo. Alejandra".
- No entiendo…- dije yo, aunque entendía más de lo que hubiera querido. Para algo sirve escribir historias, al final.
- Sí, mirá, Alejandra te pide disculpas, ella va a venir después porque en serio te quiere conocer. Pero en realidad te hicimos una cama porque yo soy amigo de ella y…

Y me contó la historia que yo ya había imaginado. Y por supuesto yo negué cualquier contacto con la cordobesa y dije que yo estaba esperando a una tal Alejandra y nada más, aunque transpiré frío cuando me dijo que él había ido a Córdoba…un día de los que yo estaba allá. Me dio un poquito de miedo porque el tipo hablaba rápido, y me quería contar a pesar de mis negativas, y me decía que lo había hecho, lo de irse a Córdoba y lo de este encuentro, por recomendación del psiquiatra (y tenía mucha cara de loco), porque él se había obsesionado conmigo y estaba convencido de que la cordobesa lo cagaba conmigo (y seguramente la amiga arquitecta contribuía en la manija), y el pelotudo del psiquiatra le dijo que lo mejor era ir a hablarlo con ella, o buscarme a mí.

(¿Le habrá dicho el psiquiatra que no le avisara a la cordobesa que iba a ir? ¿Ni a mí? ¿Le habrá dicho que mejor una mina intentara sonsacarme datos, y si no lo conseguía que me citara y entonces apareciera él con el papelito rosa? ¿Con quién estudio psiquiatría ese boludo, con Jorge Rial? Y además sin tener en cuenta que, según la cordobesa, la historia estaba terminada hacía meses…Y yo me había andado paseando con la cordobesa por el barrio…Dios mío… Un lío en el que yo no tenía nada que ver, lo mío era un delivery de amor surgido de la afinidad literaria. Algo así)

Ignoro qué pasó que el fulano no se apareció en la casa de la cordobesa, o por lo menos no tocó el timbre, o por lo menos no nos vio paseando de la manito. Ignoro si realmente fue o no fue a Córdoba, a pesar de la sabia recomendación del pelotudo del psiquiatra. Ignoro qué hubiera hecho el tipo de encontrarme allá, o de confirmarlo y encontarme acá, solito y en babia.

Ignoro qué hubiera hecho si yo no me hubiera indignado como el caballero que soy y le hubiera dicho que no pensaba esperar a la tal Alejandra, esa ingrata, y me hubiera tomado el primer bondi que pasó y que me dejó en cualquier lado, lejos del loco y de las otras locas de mierda.

Ignoro por qué al rato todo me pareció tan trivial a pesar del cagazo, y por qué al poquito tiempo agarré viaje con la otra cordobesa, la que sí consiguió lugar en el hotel y se escapaba del marido a la mañana y a la tarde, y con la que anduve incluso paseando por otra plaza de Córdoba como si los locos no existieran, y los psiquiatras pelotudos tampoco.

Pero sí, Sobretodo Loco.
Sí, Arquitecta del Orto.

Sí, era yo.
Te lo quería contar.

jueves, julio 30, 2009

El chef Guevara


Terminé de hacer el dibujito y estaba por ponerme a escribir, pero el chiste me parecía demasiado obvio como para que ninguno lo habiera usado. Y tenía razón: en Google ya hay unos cuantos Chefs Guevara, así que no pienso dar ninguna de las recetas que se me habían ocurrido.
Mala suerte.

Igual, el dibujito ya lo había hecho, y no voy a andar tirándolo...


martes, julio 28, 2009

El Diego

Mirá que tratamos de no hablar siempre del Diego, que Capusotto ésto, que Capusotto aquello, y dale con Capusotto.
Pero el Diego está más allá de nuestras mortales pretenciones, y sigue elaborando genialidades, acá por la radio, en su programa "Hasta cuándo" que (confesamos) no hemos escuchado, pero que se asemeja muchísimo a unos cuantos...


viernes, julio 24, 2009

Crimen y castigo en la plaza del barrio

Hoy en día está bastante establecido que los que tienen relaciones con homosexuales es porque les gusta, y que para el caso son homosexuales los dos que intervienen (o tres, o catorce), por lo menos mientras llevan a cabo la relación. Más allá del rol desempeñado y del aspecto del (más) homosexual, hoy hay como una aceptación de que el asunto involucra a todos los participantes, y que "homosexual" define una relación entre personas del mismo sexo, claramente.
Cuando yo era chiquito las cosas no estaban tan claras, más bien todo lo contrario.

Antes de incinerar a algunos de mis conocidos de aquella época, quisiera aclarar algunos conceptos. Digo que hoy día está "bastante" establecido, pero no del todo, porque todavía subsisten supuestos atenuantes o excusas casi atávicos, como esto del "rol" desempeñado (pareciera que el "activo" es menos homosexual que el otro, o que hacérsela chupar no cuenta) o del aspecto del gay asumido: parece que si el "puto" se esfuerza por parecer una mujer, eso dispensa al otro y hasta lo justifica plenamente.

De todas formas, lo que voy a contar se refiere a muchachos vestidos de muchachos, sin ningún tipo de maquillaje ni ambigüedades más allá del aspecto infantil en algún caso.
Muchachos que además jugaban al fútbol, y que eran bastante guapos para las piñas y esas cosas.

Cuando yo tenía once o doce años, la placita "San Cayetano" de Villa Adelina era la cancha de fútbol del barrio, el lugar donde convergíamos desde varias cuadras a la redonda, incluso los negros del otro lado de la avenida Alcorta, gente de José León Suárez y alrededores, por lo menos tres tonos más oscuros que nosotros, los negros de Villa Adelina. Yo tenía once o doce, pero había pibes de quince y hasta de veinte años. Modestia aparte, a los que jugábamos más o menos bien nos metían en los partidos de los más grandes sin problemas.
A los que jugábamos bien y a algunos que no tanto, pero por motivos diferentes.

Sé que yo debía tener esa edad porque también estaba Alejandrito Flores, y con él fuimos compañeros solamente en la primaria. Alejandrito jugaba muy bien a la pelota, pero además era rubio de ojos claros, todo rosadito, con una melena larga de rulos, y todavía no se había "desarrollado" para nada, tenía el cuerpo redondito de un nene (o de una nena), sin nada de pelos en las piernas: una tentación irresistible para los negros como Altamirano, el Chino, Capuca o el blanquito pero degenerado Oscar Ibáñez.
También estaba Marotta (nunca supe el nombre), que era muy malo para el fútbol, pero que era alevosamente puto.

A Marotta, que llegaba siempre en una bicicleta, invariablemente, al terminar los partidos, lo metían en alguno de los baldíos que rodeaban la placita en aquella época, bicicleta incluida. Iban algunos de los mencionados arriba y otros que alternaban, un divertido grupo en general de seis o siete, y todos sabíamos a qué iban. Incluso durante el partido, a Marota le decían cosas, le hacían promesas para después o le recordaban cosas de antes.
Ninguno se cuidaba de ocultar lo que pasaba al término del fútbol, en absoluto.

Pero tampoco (creo) lo vivían como una experiencia sexual, o por lo menos no solamente sexual: a Marotta se lo cogían como castigo, por ser puto, porque eso era lo que los muchachos más grandes tenían la obligación de hacer.
Incluso yo creo que se sentían más machos por "castigar" a Marotta de esa forma: al puto se le permitía compartir el ámbito y el juego, pero después tenía que pagar por el privilegio.

Yo no recuerdo que ninguno haya admitido que le encantaba reventar a Marotta en el baldío sórdido, o que alguno dijera que no venía a jugar sino directamente a la partuza.
Incluso estoy casi seguro de que ninguno de los novios de Marotta terminó haciéndose homosexual, y hasta es probable que de grandes nunca hayan ido con un travesti. Cosas de la adolescencia, dirán.

Más allá del aspecto tierno, Alejandrito Flores no tenía ninguna característica como para que lo tomaran por homo: no era amanerado, no hablaba con voz de nena, se bancaba las patadas del fútbol sin una queja.
Pero era muy lindo: algunos de los que venían dándole a Marotta se la tenían jurada, si Alejandro todavía no era puto, ellos se iban a encargar de hacerlo en poco tiempo.
Por lindo, por blanquito, por chiquito.
Porque no los podía cagar a trompadas todavía.

Inexorablemente, cada vez que llegaba Alejandrito, Oscar Ibáñez empezaba a perseguirlo: le tocaba el culo, lo corría y lo tiraba al pasto, y trataba de besarlo, mientras los demás se cagaban de risa o lo tocaban a la pasada.
Alguna vez le toqué el culito yo también, porque los demás lo hacían y porque me daba bronca que mi compañero de grado no se defendiera directamente a las piñas.

Pero (nobleza obliga) a Marotta nunca se me ocurrió tocarlo, se ve que Alejandrito un poco me gustaba, aunque sea por su aspecto de nena, aunque a mí no se me ocurriera besarlo ni tener relaciones sexuales con él.
Pero no me aparto de la cuestión homosexual del asunto, aunque sea por las famosas indefiniciones de la preadolescencia.

Como sea, la mayoría de las veces Oscar conseguía besarlo en la boca, y Alejandro lo puteaba, y a veces alguno de los grandotes le decía a Oscar que se dejara de romper las bolas.
En cuanto terminaban los partidos Alejandrito se iba corriendo, mientras algunos ya encaminaban a Marotta y su bicicleta para el lado del baldío: Alejandrito sabía, supongo, que un día demasiado caluroso podían meterlo de prepo a él también.
Para castigarlo, por supuesto.
Para que los chicos bien machos le dieran su merecido al putito.

Un poco después Alejandrito se pegó un tiro y se mató, aparentemente jugando con un arma del padre. Nunca pudimos comprobar si finalmente se volvía puto como Marotta que, entre nosotros, siguió recibiendo su castigo invariablemente al finalizar cada partido.

viernes, julio 17, 2009

¿Todo yo?

Primero me llamó Alejandro Rozitchner (al laburo) para ver qué se me ocurría para presentarle a Gastón Portal para el programa de Pettinato, y algo le mandé.
Después me mandó un mail mi novia (al laburo) para que impidiera no sé qué matanza de animales, y le juré que me lo anotaba para dentro de un ratito.

Al rato llegó esta orden de Greenpeace:


Y ya me pareció que no iba a poder con todo, y le contesté:


miércoles, julio 08, 2009

El Michael de Oz

Cuando vi esta foto de Michael Jackson y su esposa dermatóloga, me dió la impresión de que ya había visto esa imagen.


Y tenía razón:

Ahora me queda la duda de si el Hombre de Lata y el León ya eran así o quedaron de esa forma después de pasar por el consultorio de la dermatóloga...

sábado, julio 04, 2009

A(no)nimate

En éste blog no ha pasado casi nunca (tenemos seguidores medio truchos, pero eso sí: con nombre y apellido), pero en muchos blogs los anónimos son todo un tema. Sin embargo, no siempre son hechos con mala intención, ni son tontos.

He notado que muchos de los comentarios anónimos aprovechan la impunidad para decir lo que realmente les parece, sin ningún cuidado por las formas, y en muchos casos lo que dicen es buenísimo.

Me hace acordar a esas jugadas estupendas que hacen los futbolistas cuando el árbitro ya cortó la jugada: los tipos se relajan, saben que lo que hagan no tiene validez, y entonces se animan a una rabona o a un tres dedos imposible, y en general les salen perfectos.

Yo creo que todos deberían animarse a firmar los comentarios anónimos (1), aunque supongo que deben pensar que realmente están cometiendo alguna ofensa terrible o transgrediendo algún límite pecaminoso. Incluso debe pasarles que a veces les encanta lo que escribieron (insisto en que hablo de los buenos comentarios anónimos: muchos son directamente una pelotudez llena de resentimiento o de envidia, y vacía de neuronas) y deben morderse los codos por no poner el nombre (en realidad, casi nunca es el nombre sino el nick, de manera que las implicancias "concretas" de darlo a conocer pasan sobre todo por la cabecita del que decide firmar como anónimo)

Pero volviendo a la analogía del fútbol: muchos de los que hacen jugadas brillantes cuando no vale, son jugadores mediocres cuando es de verdad.
De manera que probablemente con los comentarios pase lo mismo, y a ingeniosos anónimos les agarra el miedo escénico si tienen que poner el nombre o el nick.

Yo tengo ganas de ver qué pasa, y empezar a firmar los post con mi nombre verdadero.

O sea Sergio Marcelo Muzzio, y que sea lo que Dios quiera.


(1) Nota para anónimos: hay un error flagrante en esa frase. Aprovechen.

Amadeus

Mi amiga ZOE puso una escena de Amadeus en su blog (la que Salieri ve los originales de Mozart, y no lo puede creer).
Yo rescato ésta, del inicio, porque cuando vi la película me pasó lo mismo que al cura, y supe enseguida que el pobre Salieri la había pasado muy mal. Debe haber cientos de genios que vivieron y viven a la sombra de otros genios demasiado mayores, de esos tremendos monstruos que por suerte de vez en cuando aparecen, para alegría de millones y para desgracia de esos poquitos que tuvieron que resignarse a ser los lejanos segundos.

Digamos que es un homenaje a ellos.

jueves, julio 02, 2009

Gente que sigue gente

Yo valoro muchísimo cada seguidor que se agrega, y entiendo que la venta está jodida, pero que Marisa Da Silva me quiera vender shampúes desde su blog ya me hace dudar un tanto de la adhesión. La verdad, me hace dudar de que haya leído medio post cualquiera de este humilde blog...

Es más: que Marisa sea, además, seguidora de blogs como "Manda la moda", "Cremitas y maquillajes", "Belleza y moda", "Dolores Fancy", etc., me hace pedirle encarecidamente una explicación del motivo de querer andar siguiendo este blog desalineado, mugriento y encima pelado.

Adelante, Marisa...moviendo esa cabeza!


El blog de Marisa
Los blogs que sigue Marisa