lunes, marzo 30, 2009

El Katito

Cuento

El Katito en el fondo es un buen pibe, para mí. Tiene problemas, como casi todos por acá, pero por lo demás es buenísimo. Y es inteligente. Muchos del barrio no estarán de acuerdo con esto que digo, pero es bastante inteligente. A lo mejor es un poco lerdo, pero si lo dejás pensar y no lo atolondrás, el Kato responde bien. Anda con pibes más grandes que él, y lo maltratan, y para mí eso también influye en la forma de ser. En los problemas que tiene, digo.
Manías tenemos todos, por otra parte, aunque no tan feas, Dios mío. Yo, sin ir más lejos, no tomo remedios ni aunque me esté muriendo. Hace muchísimos años que no tomo ni una aspirina y no es que no me enferme, soy normal, pero tengo esa costumbre y no me aparto. Son manías.
Por eso yo le tengo afecto al Chino. El Katito me genera como ternura y por eso a veces le doy o le daba algo de comer o unas monedas para los jueguitos, o lo invito a que vea la tele en casa, calentito, y que tome una merienda decente. Cualquier pibe necesita afecto, y más los de este barrio que se crían prácticamente en la calle. A los padres del Kato nunca los vi: en realidad él vive como a diez cuadras, pero se hizo de amigos acá. Aunque ya dije: amigos, amigos, no. Son pibes un poco más grandes y lo tienen a los cachetazos al pobre chinito. Muchas veces lo toman de punto, le pegan o lo cargan porque no sabe hacer algo o porque es lerdo. Los chicos ya de por sí son crueles, y si encima el otro es un poquito ingenuo se ensañan.
Ahora suena mal que yo diga que el Katito es bueno. Ahora todos se acuerdan de las maldades del chico y de esto último sobre todo, pero eso es porque no entienden nada. Si todos hubieran sido un poco más buenos con el Katito, seguramente no hubiera hecho lo que hizo. Además, y esto lo tengo comprobado, el chiquito hace lo que le hacen a él. Dios mío, ojalá que no sea, pero es. Seguro que es.
Yo siempre traté de aconsejarlo bien. Cuando venía a casa yo aprovechaba y le preguntaba por el colegio, por los padres, y siempre le dije que a los animalitos no hay que hacerles ningún daño, y que si yo me enteraba de que él seguía haciéndoles cosas a los animalitos no le iba a dar más plata ni lo iba a invitar nunca más a comer. Yo pensé que a lo mejor se podía ir corrigiendo, pero se ve que no. Dios mío, ojalá que no sea tan así.
Ojalá que no sea tan horrible. Porque el Katito les pega a los animales cuando le pegan a él. Los maltrata y parece que se burlara de los bichitos cuando los otros se burlan de él.
Si le hizo a la perrita eso que dicen, yo no quiero ni imaginarme, no quiero ni pensar.

Los primeros


Usted seguramente se habrá preguntado alguna vez por estas cuestiones, ¿no, señor? Yo me lo preguntaría.
Báh, yo no, porque yo sé. Pero algunas cosas llaman la atención. Por ejemplo: Quién habrá sido el primero en meterle dulce de membrillo al tanque de nafta de un auto. Ahora todos saben que el dulce tapa cualquier agujero, no es una solución definitiva, pero si usted está a punto de vender el auto no va a andarle cambiando el tanque pinchado, le echa un poco de dulce de membrillo y listo, lo vende.
Otra: A quién se le habrá ocurrido prender fuego un pedo.
O también: Cómo descubrieron que el pis calma las picaduras de insectos, abejas incluidas.
Esas cuestiones medio estrambóticas que uno se pregunta quién hizo la primera prueba, ¿no, señor?
¿A quién se le ocurre ponerse a mear cuando lo picó una abeja, no?

Bueno, ahora ya lo sabe. Fuimos nosotros los taplanes. Fuimos y somos, en realidad, porque descubrimos una de esas por semana más o menos.
Es que los taplanes nos endrogamos mucho, señor. Ya se lo conté. Todo el día fumando, está bien que es una cuestión sagrada, pero a veces nos zarpamos mal. Y le metemos dulce al tanque del auto y esas cosas.
Algunas salen bien y se difunden. La de la Coca Cola para los tornillos rebeldes salió de acá, también. Y la mayonesa para aclarar el pelo. Esas son las que trascienden, señor.

Ahora, no le recomiendo para nada la ortiga como papel higiénico, señor. No le limpia.
Y nunca orine sobre el fuego si tomó alcohol puro.
¿Para qué va a hacerlo, además? Para eso estamos nosotros. No porque tengamos espíritu de investigadores ni porque queramos ser siempre los primeros en descubrir boludeces.
Es porque nos encanta la marihuana, señor.
¿La probó en enema?
Ni se le ocurra.

martes, marzo 24, 2009

¿Qué es lo que quiere esta gente?

De madrugada han llamado

están en el rellano de la escalera

la madre cuando sale a abrir

lleva la bata puesta

¿Qué quiere esta gente

que llama de madrugada?

Su hijo, ¿no está aquí?

Duerme en su habitación

¿Qué quieren de mi hijo?

El hijo se medio desvelaba

La madre bien poco sabe

de todas las esperanzas

de su hijo estudiante

que bien comprometido estaba

Días ha que habla poco

y cada noche se agitaba

le venía un temblor

esperando una llamada al romper el alba

Todavía no bien despierto

ya siente viva la llamada

y se lanza por la ventana

al asfalto de un vuelo

Los que llaman quedan mudos

salvo uno, quizás el que mandaba

que se inclina al ventanal

por detrás grita la madre

De madrugada han llamado

la ley una hora señala

ahora el estudiante está muerto

de una llamada al romper el alba.

lunes, marzo 23, 2009

Genio


Encontré la referencia al AKINATOR en el blog "Sólo honestidad Brutal" , y la verdad es que me entretuvo mucho.
Es un caso raro en el que uno desea que el otro acierte, que le vaya bien, y trata de darle la información de la mejore manera posible.
Es apenas un entretenimiento, pero quién te dice que deja algo más, y se hace una costumbre esa de pasar la información como corresponde y de alegrarse porque el otro la usa bien.

Babel I


Hablando con una amiga días pasados, nos dimos cuenta de que la enorme mayoría de canciones de Serrat en catalán, son tristes, según ella porque el idioma se presta para eso.
El descubrimiento no es menor, porque si el idioma condiciona el estado anímico del pueblo que lo habla podría entenderse mejor la historia universal, y hasta podría deducirse el futuro basados en la lengua y sus previsibles alteraciones.
Aquí, algunas sorprendentes conclusiones.


El catalán
¿Qué hace que Serrat cante "Hoy puede ser un gran día" en español y "Plany al mar" ("Lamento al mar") en catalán?
De la historia de este pueblo no sabíamos nada, así que investigamos un poco y descubrimos lo siguiente: el catalán es un señor español que vive muy cerca de la frontera con Francia, que habla una mezcla de los idiomas, pero que no consigue engañar ni a franceses ni a españoles, que lo desprecian por igual.
De ahí viene su tristeza.
Intentaron un principado, el de Andorra, pero no tiene ni fuerza armada propia y lo tienen que defender entre España y Francia.
La selección de Andorra nunca estuvo en un Mundial ni en una Eurocopa, y su primera y única victoria oficial fue contra Macedonia, 1 a 0.
¿De que querés que se alegren?
Extraoficialmente, es el idioma que usa Serrat cuando está con resaca, y eso es todo.


El alemán
Es un idioma perfecto para dar órdenes, muy gutural y con muchas consonantes. Genera en el individuo una sensación de supremacía racial y estimula la ampliación de las fronteras para poder seguir ladrando a gusto. El idioma se dulcifica bastante con la ingesta de grandes cantidades de cerveza, pero también se torna incomprensible y, por ejemplo, la orden de expulsar a los aliados ("Raj aliadden") puede confundirse con la de huir despavoridos ("Rajjen")




El italiano
Es una lengua con vocales muy abiertas, lo que implica que para abrirlas bien haya que hacer gestos ampulosos, como la tarantela. O el Coliseo Romano.
Esta suerte de ejercicio permanente facilita el desarrollo de bustos y nalgas prominentes en las mujeres, y de narices y panzas en los varones. Cuando los hombres italianos ven en la porquería que se han convertido, se dedican al crimen organizado y se trasladan a Chicago para ser capturados por Eliot Ness.
Las mujeres usan escotes como Gina, Sofía o la Cuccinotta, y con eso se creen que hacen buen cine.


El francés
Originalmente era igual al español, pero les dio por la cocina. El hecho de tener siempre una soufflé en la boca fue deformándoles la glotis, lo que degeneró en alta cocina internacional y en cantantes melosos como Charles Aznavour. Por andar cocinando y cantando se hicieron poco afectos al baño, hecho que remediaron inventando el perfume. Entre buena comida, música franela y perfumes, no les quedaba más remedio que vestirse bien, o por lo menos eso le hacen creer al resto.




El árabe
Abarca tantos dialectos incomprensibles entre sí, que resulta un idioma ideal para confesarse sin que te entienda el de al lado. Por algo es la lengua litúrgica del Islam…
Es óptimo también para complotarse en al chinchón o para organizar atentados en líneas aéreas.
Como contra, es dificilísimo para escribirlo, por las tormentas de arena que achatan y retuercen todas las cosas. Una frase simpática como "La casa de Abdul es linda" se ve así:
زيتونات اللغة العربية الفصحى
Genera odio fundamentalista y ganas de inmolarse.


El inglés americano
Cada palabra del inglés, cada letra, se pronuncia distinto según el individuo y la ocasión, o las ganas de joder que tenga el individuo en esa ocasión.
La "a" es "a" en "car", pero es "ei" en "cake" por ejemplo. Y acá la "e" no se pronuncia.
Una cosa de locos y un claro ejemplo de discriminación.
Y también la "u" puede usarse como "a" (como en "but"), lo que, lejos de interpretarse como un despropósito, se toma como un caso de movilidad social ascendente, y se festeja como "el idioma de las oportunidades".
Pero genera aislamiento e individualismo extremo, personas que no reconocen fácilmente la palabra escrita (como los dictámenes de la ONU) y que cada 3 meses la emprende a balazos en algún colegio o centro comercial, hartos de no entenderse ni con los compañeros de oficina.
Produce, además, que los que hablan esta lengua desatinada, prefieran las imágenes a las palabras, y por supuesto adoran el cine.
Alguno descubrió que la única forma de mantener la unidad nacional es poner la bandera cada 3 escenas, y lo hacen, y después salen del cine como locos y le declaran la guerra a alguien.

Próximamente Babel II: Japonés, Portugués, Español y Chileno. O sugerencias. Nunca se sabe.

jueves, marzo 19, 2009

Amigos son los amigos hombres


Yo no sé si es que soy más amplio que la mayoría o si es que de verdad tengo un problema.
Porque a mí desde que era muy chiquito no me cerraba eso de ser amigo de las mujeres.
Observen por favor el punto 37 del post anterior:

37. Que no te caiga bien una persona no significa que no te guste tener sexo con ella.

Eso es cierto.
Los hombres no necesitamos crear un marco de mutuas afinidades, ni establecer una comunión espiritual importante, ni siquiera conocer a fondo el estado mental de una mujer para poder sentir atracción física genuina y urgente. Es más, la mina nos puede caer directamente mal, sin que sea un obstáculo insalvable para el tema sexual.
Fácilmente se deduce que con alguien que nos llevemos bien (una amiga, por ejemplo) tendremos aún menos inconvenientes.

Pero se deduce mal, o en serio estoy teniendo un problema.
Los que de entrada supusieron que quiero tener sexo con mis amigas harían mejor en no seguir leyendo y buscar material apropiado en blogs más calenturientos, aunque peor redactados.

El problema a que me refiero es que de un tiempo a esta parte me pasa justamente lo contrario: no me dan ganas de acostarme con mis amigas, ni siquiera con las más recientes (y por ende, menos consolidadas como amigas)
Es difícil de aceptar, pero creo que he cambiado.

A favor de mi imagen machista (?), puedo decir que las desconocidas me siguen calentando como siempre, y que elaboro unas fantasías hermosísimas con las ocasionales compañeras de colectivo. Pero (¡ay!) todo se desmorona cuando pienso que para llegar al coito vamos a tener que conocernos un poco, y que hay una probabilidad grande de que sea una persona interesante (no sé por qué, pero las que me atraen últimamente terminan siendo gente interesante, sobre todo gente), y que antes de poder someterla me habrá distraído del objetivo inicial algún otro aspecto de su personalidad y estaré escuchándola más que mirándola. Llegar desde ahí a tocándola, apretándola, etc., se complica bastante.

Repaso la lista del post anterior, y confirmo que estoy más de acuerdo con que es maravilloso ser hombre que con las supuestas razones. Lo que se expone ahí tiende a marcar lo que nos diferencia de las mujeres, y la maravilla de ser hombre en gran parte radica en que existen las mujeres y en que son muy distintas a nosotros.

Sí, es cierto que hablan mucho por teléfono, que arman valijas enormes para ir a tomar mate a 3 cuadras, que van al baño en grupo, que son de llorar por boludeces…
Es igual de cierto que nos alegra el espíritu hasta las lágrimas cuando tardan en arreglarse para nosotros, que si no hicieran las valijas no llegaríamos ni a la primera estación de servicio…
Y esas son solamente las cuestiones menores. Tienen un contacto con su parte sensible que nosotros ni soñamos, y no se cansan de darnos generosas lecciones en ese sentido. Son inteligentes y prácticas sin perder de vista la ternura, son increíblemente resistentes sin dejar de ser dulces.
Son creativas, están completamente locas.
Son alucinantes.

En este punto cabría volver al inicio y preguntarse: Y entonces, ¿cómo no querer amarlas a todas?
Bueno, sí. Tal vez. Pero hay otras cuestiones.
Que algunas puedan ser amigas y que además una especial pueda ser la mujer de uno en todo sentido, es casi demasiado.
Que uno pudiera acostarse impunemente con todas, definitivamente sería demasiado.
Al mismo tiempo, ellas mismas ya nos habrán ido enseñando sobre el compromiso, el respeto, el valor de saltar algunas tentaciones y otras cuestiones que a nosotros nos cuesta más entender.
Así de completas vienen.

Yo no concibo mi vida sin mis amigos hombres, sin el fútbol de los viernes o las reuniones esporádicas con accedo vedado al sexo opuesto. No concibo no poder demostrarle cariño a alguien dándole un cortito en las costillas, por ejemplo.
Y hasta no hace mucho me sentía completo en ese sentido.
Desde que tengo amigas mujeres me siento todavía mejor.

Arriba de todo dije que de chiquito no me cerraba ser amigo de las mujeres. Y después dije que tal vez he cambiado.
Creo que no es cambiar la palabra sino crecer, y está bastante bueno y seguramente se lo debo sobre todo a un par de amigas.
Mujeres, claro.


martes, marzo 17, 2009

Tienes un e-mail

Esto me llegó por mail. Con muchas de las "razones" estoy de acuerdo y con otras no, pero va completo.
Gracias, César!


RAZONES POR LAS QUE ES MARAVILLOSO SER HOMBRE.

1. Las conversaciones telefónicas duran 30 segundos.

2. Los desnudos de las películas son casi siempre femeninos.

3. Para unas vacaciones de 7 días necesitas simplemente un bolso.

4. No tenés que bucear en la vida sexual de tus amigos.

5. Las colas para el baño son un 80 % menores.

6. A los viejos amigos no les importa si subiste o bajaste de peso.

7. Cuando hacés zapping no tenés que parar cada vez que ves alguien llorando.

8. Tu culo no es importante en las entrevistas de trabajo...

9. No tenés que llevar una cartera llena de boludeces a todos lados.

10. No necesitas ir al baño en grupo.

11. Tenés el mismo apellido toda la vida.

12. Nunca tenés que limpiar el inodoro.

13. Podés estar bañado y listo en 10 minutos.

14. Si alguien se olvida de invitarte a algún lado, puede seguir
siendo tu amigo.

15. Tu ropa interior se vende por pack de tres.

16. Ninguno de tus colegas de trabajo tiene la capacidad de hacerte llorar.

17. No tenés que afeitarte del cuello para abajo.

18. Si tenés 34 y sos soltero, a nadie le importa.

19. Podés disfrutar en silencio de un paseo en auto.

20. Las flores arreglan todas las cagadas que hacés.

21. Nunca tenés que preocuparte por los sentimientos de otras personas.

22. Tres pares de zapatos son multitud.

23. Te podés quitar la camiseta cuando hace calor.

24. No tenés que limpiar tu departamento cada vez que entra alguien.

25. Los mecánicos no te mienten.

26. Te importa un carajo si alguien percibe o no tu nuevo corte de pelo.

27. Podés ver TV en total silencio durante horas con un amigo, sin
pensar que está enojado contigo.

28. Tenés el mismo estado de ánimo durante todo el tiempo.

29. No tenés que ir a otra estación de servicio porque el baño esté muy
sucio.

30. Podés sentarte con las piernas abiertas, sin importarte lo que tenés
puesto.

31. Por el mismo trabajo ganas más sueldo.

32. Traje de bodas: $ 2.000; traje alquilado: $ 100.

33. El control remoto es sólo tuyo.

34. La gente nunca te mira las tetas cuando le hablás.

35. Si alguien aparece en una fiesta con tu mismo pullover, podés
llegar a hacerte amigo.

36. No tenés que recordar fechas de cumpleaños y aniversarios.

37. Que no te caiga bien una persona no significa que no te guste
tener sexo con ella.

38. Y 1000 MÁS....

sábado, marzo 14, 2009

Así no nos sirve, Maradona


Los trapitos sucios no se lavan por televisión

Excelente artículo de Juan José Becerra en diario "Crítica"

Mientras las conversaciones privadas se sigan llevando a cabo en la televisión, ese simulador de realidad en el que los efectos de realidad se multiplican por mil, irá muriendo la confesión y la confianza entre personas. El último ejemplo –y por ahora el mejor– acerca de cómo lo que pudo ser un armisticio íntimo terminó siendo una operación pública de Maradona sobre o contra Riquelme salta a la vista.




Justo Diego, el autoproclamado Rey del Código, deslizó sus pensamientos crueles en voz alta ante el acicateo de su entrevistador, casi siempre dispuesto a dar el sí, aunque menos en nombre de la profesión que por la primicia destructiva que no lo haga retroceder en su movilidad social ascendente.




Es cierto que Maradona, entre tantas cosas que podríamos enumerar a su favor, tiene el mismo apego al código que a su violación inesperada. Pero eso nos gusta: por bocón e intratable. Y porque siempre parece estar diciendo una verdad. Pero denigrar a Riquelme del modo en que lo hizo –con una violencia con la que no acostumbra a tratar a los futbolistas– pareció más un ajuste de cuentas en vivo que las instrucciones de un técnico que pretende rectificar el juego de su discípulo.




Su discípulo y su heredero. No debemos olvidar, ahora que ya se ha desencadenado el choque de galaxias, que uno sucedió al otro en el interior de la camiseta de Boca Nº 10, y que la gloria que aún envuelve a Riquelme desde 1998 comenzó con el paso al costado de Diego. Lo que no los ha enfrentado directamente lo han hecho por ellos sus épocas. Sin embargo, a esos roces que podríamos llamar históricos le suceden éstos, más actuales e incomprensibles.



El reproche de Diego a Román no es técnico (esas cosas las entiende cualquiera) sino mucho más profundo y doloroso. Lo que Diego ha cuestionado de Riquelme no fue su estado atlético, ni su carácter taciturno (mezcla de verdugo y condenado), ni las órdenes que imparte en las concentraciones desde su comandancia en jefe. Cuestionó, directamente, su identidad futbolística completa, su ADN, su tipología: todo lo que Román puede darle a un equipo.Excepto que Riquelme se convierta en otro jugador (y si hay algo que Riquelme no haría, en eso es igual a Diego, es representar aquello que no es), el caso no tiene solución. Pero Maradona, con esa brutalidad naturalizada por los logros del pasado, aunque también por su sufrimiento personal, no es un entrenador deshonesto. Simplemente cree en la televisión –la misma televisión que le mete la cámara en la ambulancia cuando se enferma– y en los programas de sus amigos-voceros para fundar y resolver conflictos. Debería saber que los mensajes televisivos enviados a los ausentes dañan. Los ausentes no pueden defenderse, son convidados de piedra de las objeciones que se les hacen. El mensaje televisivo, y mucho más si lo manda Diego, es abuso de poder.




Si es cierto, como se dice, que Diego ve en Messi, Tevez y Agüero la velocidad que Riquelme no tiene, hay que decir que no la tuvo nunca. Era cuestión de plantear el desacuerdo y apartar la pieza lenta (aunque de oro) de la máquina supersónica que se está armando en Europa. ¿Qué necesidad había de tratarlo como a un aprendiz? Salvo que sea más cómodo que el efecto de una crisis reemplace las decisiones, ninguna.




Entonces, Román renunció otra vez y será, a partir de ahora, si a la Selección le va mal (pero le va ir bien), el fantasma que brillará en ausencia durante las eliminatorias y el Mundial de Sudáfrica. Siempre y cuando no haya fumata de paz de un día para el otro y el incidente evolucione hacia un nuevo pacto de hermandad. Con dos cracks como ellos puede pasar cualquier cosa.



Actualización lunes 16/03:



Ver artículo de Clarín

Ver artículo de Olé

Nobleza obliga: Gracias, Maradona, por hacerlo enojar.

viernes, marzo 13, 2009

Comentario

Ese comentario apareció hoy en el blog de Rozitchner, a raíz de uno mío en el que decía que no me gusta mezclar animales y chicos.
Más allá de lo que yo haya dicho (un delirio, pero fue en función de hacer más entretenido el comentario y puede haber salido mal), lo que me pareció interesante es esta especie de consejo encubierto, y saqué algunas conclusiones y también algunas dudas que me gustaría compartir a ver qué piensan.
  1. La que escribe es una mujer con humor negro a la que le gustan los gatos: Que es mujer y que tiene humor negro se deduce porque de lo contrario no podría afirmar que soy impopular dentro del rubro. Que le gustan los gatos digo yo, porque el post de Rozitchner hablaba a favor de eso.
  2. Es una mujer que me vio una vez y se acuerda: Esto lo dice explícitamente ella.
  3. Es una mujer preocupada por mi popularidad (negativa) con las mujeres y quiere ayudarme: Qué lindo gesto, pero me genera algunas dudas:
  • ¿Por qué una mujer que me vio una vez y a la que le caigo antipático va a preocuparse por darme consejos?
  • Si me vio sólo una vez, ¿cómo sabe que soy impopular con las mujeres? ¿O se hizo una encuesta a ella sola? ¿Y con esa objetividad opina?
  • Si le preocupa tanto la popularidad, ¿por qué escribe como "anónima"?
  • Si en serio me quiere dar un buen consejo y no lo hace desde el lado malo de los ovarios, ¿por qué me escribe como "anónima"?
  • ¿Qué me quiere decir con "impopular" y por qué específicamente con las mujeres? ¿No importa si soy impopular con los hombres? ¿Habla de opiniones o de levantes?

¿Qué opinan???

martes, marzo 10, 2009

Carne y uña


Cuento

Llegaron a la cabaña cuando empezaba a nevar. El caballo de Marcos resoplaba ruidosamente y estaba cubierto de un sudor espeso y blanco, lo que le valió las bromas de los otros tres. Pobre tordillo, cargar con semejante peso. Para la próxima le alquilarían una vaca: si de todas formas era insuficiente, por lo menos harían una bonita pareja. Enorme y congestionado, Marcos los aguantaba estoicamente. Se apearon y entraron en la caballeriza. En realidad, los cuatro caballos estaban agotados y los rodeaba una nube de vapor propia a cada uno. El que mejor se veía era el de Claudio, pero eso porque no era alquilado. Lo había comprado de potrillo y se lo cuidaban en Quillen. Además, el alazán tostado conocía el camino a la cabaña a la perfección.
- Mierda... qué frío hace...
- Pero valió la pena ¿o no? ¿Te gusta, Toto?
- Muy lindo, Claudito. Espectacular.
-¿Y a vos, gordo?
- Al que no le gustó un carajo fue al tordillo... – interrumpió Fabián y los demás rieron.
- Gordo, te van a denunciar a la Protectora de Animales.
-A mí me defiende Greenpeace, boluditos – dijo Marcos y los toros lo miraron sorprendidos – Y claro: ¿no defienden a las ballenas esos?
Bromeando, entraron a la cabaña. No siempre había sido así, pensó Toto. El Gordo Marcos seguramente había pasado una infancia difícil, por decirlo en forma delicada. Ser obeso desde los cinco años no era chiste. Y peor en la adolescencia, cuando se conocieron. Marcos ya era una especie de fenómeno en primer año, el blanco de las cargadas menos inspiradas. Lo había tratado de resolver primero con la introversión y después a las piñas. Hasta que aparecieron los que iban a ser los amigos de siempre, los que lo aceptaron como era, con los que se permitía bromear sobre el tema.
Una lástima que el físico le jugara tan en contra, a Marcos, con lo buenazo que era. Uno esperaba mejor suerte para los amigos, alguna compensación que hasta ahora, a los 37 años, no había aparecido.
En ese momento empezaron los relinchos del tordillo.


-¿Está lastimado? ¿Qué tiene?
- Qué sé yo... no se puede parar.
Por la forma de quejarse, algo le dolía mucho al caballo. Se había echado muy derecho, y parecía hundir el lomo. Claudio intentó pasarle la mano por la zona y los lamentos aumentaron y el animal hasta intentó pararse, sin conseguirlo. Se veía una gran mancha oscura en el lugar que ocupara la silla.
- Toto, lo quebró...
- No, ¿qué decís?
- Te digo que este animal tiene el espinazo partido, Toto. Qué hijo de puta...
Fabián y Marcos se habían quedado encendiendo el hogar. Claudio era el dueño de casa y el único que entendía algo de caballos. Por otra parte, era el responsable de los animales: los había alquilado por siete días a nombre suyo.
-¿Y qué hacemos?
- Con esta nevada, nada. Le voy a meter hielo para que calme un poco y trataremos de que se pare. Mañana veremos.
-¿No tendrá algún problema de antes, Claudio?
- Toto, ¿vos escuchaste cuando le pregunté al gordo cuánto estaba pesando? Doscientos veinte kilos, Toto. Lo mató. El problema es que si no para de relinchar, van a empezar a bajar los gatos. Andan cagados de hambre...
- No me jodas.
-¡Vengan a comer, che!
El que gritaba era Marcos, por supuesto.


El gordo lo había tomado muy mal. Claudio no había puesto ninguna sutileza al decírselo. El caballo estaba roto y no había vuelta que darle. Los problemas que se venían eran varios. Habían dejado los autos en Quillen y se habían llegado hasta la cabaña a caballo. Ni siquiera se les ocurrió llevar uno de repuesto. La idea era pasar una semana pescando y haciendo cabalgatas. Nada de celulares ni motores ruidosos.
Si el caballo no se componía, alguno tendría que hacerse los 15 kilómetros hasta Quillen. Habría que aguantar al dueño y pagárselo. Era el problema menor.
Si la nevada arreciaba, no iban a poder ir a ningún lado. Para colmo el tordillo no paraba de quejarse.
Si aparecía algún puma, la cosa se iba a poner muy brava.
El único que tenía un arma era Fabián. Podía usarse con algún animal chico, pero contra un felino grande era inservible.
Y cabía la posibilidad, también, de no encontrar un caballo que aguantara a Marcos. Habría que modificar todos los planes.
- Soy un monstruo... – la frase sonó tan desubicada que los otros tres se callaron al mismo tiempo.
- Qué decís, Marcos. Ahora el problema es otro, vamos a resolver esto y después te hacemos terapia de grupo.
- Pará, Claudio... – dijo Toto.
- Loco, está bien. Mirá, Gordo, nadie te culpa por lo que pasó. Pero la situación es así de clarita.
- Partí un caballo al medio, ¿te das cuenta?
- Probablemente estaba medio débil del lomo. Son caballos de alquiler, andá saber cuántos tipos... grandes lo montaron antes. – la intención de Toto era buena, pero la pausa contribuyó a que sonara a acusación directa.
- Una vez casi mato a una mina. No me dí cuenta, estaba caliente. Casi muere asfixiada... – el Gordo seguía hablando como para sí mismo, perdido en una laguna de tristeza.
- Marquitos, pará. Nadie quiere hacerte sentir mal. Esto es un accidente... o algo así, pero no es tan grave. Si llega a aparecer un puma, trataremos de espantarlo. Y si no, que se coma el matungo y listo. Acá no va a entrar, quédense tranquilos. ¿Vos tenés la escopeta, no, Fabi?
- Si, pero...
- Es para asustarlo, nomás. Nadie habla de cazarlo. Mañana a la mañana, de última, nos corremos hasta Quillen y listo. Traemos los autos, compramos una Itaka, lo que sea.
Comieron con mejor ánimo y mucho apetito: algunas latas y un hermoso jamón que Marcos insistió en llevar desde el pueblo. Lo trajo todo el camino a la espalda, en bandolera, y Claudio lo había comparado con aquel compañero gordo de David Crockett que andaba siempre con el banjo a la espalda. Eran apenas las seis de la tarde, pero la cabalgata les había dado hambre. Y además, había que hacer algo para cambiar el espíritu. Y comer como lobos seguía siendo una de las mejores expresiones de camaradería entre hombres. Además, un poco de vino del valle hacía milagros cuando un grupo de amigos se juntaba. La nieve caía, había oscurecido y el hogar crepitaba exquisitamente. Marcos quiso ponerle palabras al sentimiento reconfortante que lo invadía.
- Ustedes son lo mejor que me pasó en la vida...
- Callate, Gordo... Ahora sí que no te salva ni Greenpeace: te estás morfando a tus semejantes.
Marcos acompañó discretamente las risas, mirando pensativamente el trozo de cerdo en la punta de su cuchillo.
- Por la amistad – dijo Claudio levantando de la mesa la botella de vino. Y soltó un estruendoso pedo.


Pobre Gordo. Capaz que en serio el matungo estaba jodido de la espina y justo se lo dieron a él. Me acuerdo la vez del banco de gimnasia. Un armatoste viejo que tenía rajaduras por todas partes. Si en el Moreno lo venían usando desde que estudiaba mi hermano mayor... “Toto”, me decía el Gordo, “lo único que me sale bien es el banco, no entiendo”. Y tenía razón. Había algo en los ejercicios que hacíamos ahí o en la plataforma que usábamos que le venía muy bien a Marcos. El Gordo era torpe para los deportes, pero corría bastante rápido y cuando llegaba hasta el impulsador, se acababan los problemas. En el aire, el Gordo se volvía un atleta consumado. Le encantaba.
Se le podía haber roto a cualquiera, pero le tocó a Marquitos. Para colmo ese día estaban las chicas haciendo handball en el patio de al lado. Clara también estaba y Marcos lo sabía. Estoy seguro de que le dolió más eso que el porrazo que se dio.
Qué joda. Estoy seguro de que la vida de Marcos debe estar llena de bancos que se le desbaratan por culpa del físico. A cualquiera le pasan esas cosas, pero cuando le pasan a alguien como él, se suma a tántas otras...
Y claro que me acuerdo lo de la mina que casi se muere, si lo llevamos nosotros a Marcos. Se armó bastante revuelo porque la tipa le dio un ataque de histeria o algo así. Habrá querido intentar ir arriba él, pienso. Esa vuelta arreglaron todo entre Fabián y Claudio. A los del cabaré se les pasó rápido, pero al Gordo hubo que reflotarlo durante una semana entera.
Por suerte, mientras comíamos nos olvidamos un poco de todo. Esperemos que el tordillo se la banque piola y mañana caminaremos o no sé.


Era un puma viejo y famélico. Bajó la sierra a los tumbos, oyendo los relinchos lastimeros como si fuera música de ángeles. Les olfateó el miedo a las yeguas en cuanto empezó a cavar en una esquina del galpón. La tierra estaba ablandada por la nieve que no había parado un minuto. Uno de los alazanes había destrozado a patadas su corral y ahora la emprendía contra la puerta, que cedía. Los hombres debían estar sordos como para no asomarse con el escándalo. O no eran cazadores.
Por fin, entró a la caballeriza.
Por el boquete de la puerta, se escapó el alazán y una de las yeguas. Ya se dedicaría a ellos, o tal vez los topara la hembra que lo seguía a distancia prudencial. La petisa luchaba con su corralito y lo estaba astillando. Se abalanzó sobre ella.
El tordillo consiguió pararse y tuvo la suerte de que no le hubieran cerrado el corral. La petisa casi acierta al puma con una tremenda coz y el repliegue del gato les dio el hueco justo para dispararse los dos.
El tordillo consiguió hacer unos treinta metros antes de que el puma lo alcanzara, justo cuando llegó el disparo de Fabián.


“Nos va a matar a todos, esto es una ratonera”, piensa Claudio mientras oye al puma desde la curiosidad, muy lejos de las balas de Fabián.
- Que mierda va a asustarse, está con hambre.
-¿Cuántos son? ¿Viste algo?
- No sé, no sé...
Después de un rato interminable, vuelve el silencio apenas roto por la nieve que cae acompasadamente.
De par en par los ojos, Toto se percata del olor que viene de sus pantalones.


La playa era el peor lugar de todos. Porque en cualquier otro lado, siempre hay una sombra que justifique la remera. Pero en la playa era donde se sentía más expuesto. Extraño que sueñe ahora con Mar del Plata, horas después de lo del puma. Marcos se revuelve en su cama, inquieto.
Revive aquella vez en el mar, junto a los muchachos. Un par de rubiecitos, en la loneta de al lado, lo miraban y se reían, le hablaban al oído a las chicas que los acompañaban. De vez en cuando le llegaban nítidas algunas palabras.
Elefante marino, gordo...
Solloza Marcos y patea las frazadas. El hacía como que no escuchaba, pero se le habían coloreado las mejillas. Al final, Toto había encarado al rubio que más se reía. El otro cometió el error de decirle “No es con vos la cosa...”. Ahí se pararon también Claudito y Fabián. No le explicaron a los rubios, mientras los golpearon, que lo que hacían a uno de ellos se lo hacían a todos. Sobre todo si se lo hacían al Gordo Marcos.



Con las primeras luces se animaron a salir. De la caballeriza a los restos del tordillo había huellas de un puma. En el lugar del festín, por lo menos de dos o tres. La nieve nueva aún no cubría enteramente las manchas de sangre. No había marcas de que hubieran arrastrado gran parte de la presa.
Era una mala señal. Si los pumas se habían sentido seguros como para quedarse a comer ahí, iban a volver.
-¿Andarán por acá todavía?
- Quién sabe... Lo más probable es que se hayan hartado con lo de anoche y no vayan a intentarlo tan rápido. O por lo menos, no de día. Pero si el olor de la cacería les llegó a otros allá arriba, quién sabe...
-¿Qué hacemos?
- Hay que irse a Quillen ya mismo – dijo Fabián.
- No creo. Ir a pie nos puede tomar muchísimo tiempo.
- Y no te olvides de los pumas.
-¿Entonces?
El que preguntaba ahora era Marcos. Sabía que había algo más que los otros tres no decían. El mayor problema de la caminata era él mismo. A ninguno se le escapaba que no iba a resistirla. O que iba a ser un estorbo.
Por el lado del río, vieron aparecer a Catriel, el alazán de Claudio, al trote rápido. Traía los belfos dilatados y ojos de loco. Seguramente había andado espantado toda la noche y en cuanto se orientó enfiló hacia la cabaña. Lo llamaron a los gritos y vino. No muy lejano, escucharon al rugido.
- Lo meto a la casa, ya – Claudio tiraba de las crines del tostado, que se movía nervioso.
- Claudio, se nos van a querer meter los pumas, están cebados.
- Sin caballo, no vamos a salir nunca de acá. Adentro todos.
Catriel se resistía a entrar, pero al final consiguieron meterlo. Claudio le daba palmadas mientras Marcos y Toto buscaban una soga para tenerlo. Si había roto la puerta de la caballeriza, podía hacer lo mismo con las de la casa. Fabián se apostó cerca de la ventana, con la escopeta en el regazo.
- Ahí vienen... tres.
Los pumas avanzaban despacio, olfateando el aire de la mañana y gruñendo bajito. Cuando estuvieron a 20 metros de la cabaña, Fabián les disparó. Saltó la nieve cerca del grupo, y los pumas se separaron.
A Claudio se le ocurrió pensar que si alguien oía los disparos, a lo sumo iba a suponer que los citadinos se estaban divirtiendo a lo cosaco. El alazán forcejeó violentamente cuando escuchó los zarpazos de la puerta de atrás.
-¡Hijos de puta!
- No tires, Fabián, no va a atravesar ni la madera. Guardá algo por si entran...
Toto no podía creer lo que había dicho Claudio. Si los pumas entraban, se acababa todo. A lo mejor, si les soltaba el alazán...
La voz del Gordo les llegó, glacial, desde el otro lado de la habitación.
- Claudio, subite al caballo y preparate para salir al galope.
-¿Estás loco? Me agarran en dos trancos...
- Vos, Toto, vas a cerrar la puerta en cuanto salga Claudio. Fabián te cubre.
Marcos se había llegado hasta la puerta del frente.
- Tienen que aguantar hasta que Claudio vuelva con ayuda. Tranquen las puertas con cosas. Tírenles con lo que puedan...
-¡Marcos!

Con las manos en el picaporte, el Gordo parecía buscar palabras. Al fin pareció encontrarlas:
- Ustedes son lo mejor que me pasó en la vida.
Cuando terminó la frase, ya estaba del lado de afuera. Comenzó a llamar a los pumas a los gritos y corrió para alejarlos todo lo posible de la puerta por la que debía salir Claudio.
Cuando por fin llegó el primer zarpazo, se sintió casi dichoso.



Nota: Este también es de "La timidez y otras cosas". Lo leo 3 años después, y justo después de los apuntes para Bazán, y me parece casi naif, además de muy mal escrito. Pero es el camino recorrido y está bien reconocerlo, y además es una oportunidad para que si alguno de los que compró el libro quiere que le devuelva la guita, me escribe y listo.

martes, marzo 03, 2009

Apuntes de Bazán

Lo que sigue son apuntes para una novela, que en principio sería como "Diario de la guerra del cerdo", pero al revés: acá los atacantes son los viejos. La idea es que la organización (y sobre todo los métodos) que van a usar los viejos me permita incluir buenas dosis de humor, aunque sea negro. Pero la verdad es que todavía no salió ni un poco de eso. Quedan advertidos.

(Bazán en el club, al grupo de viejos, olores)
Para odiar bien no hace falta tener razones altruístas, lo que hay que tener es odio. Mucho odio, y tan en estado puro como sea posible.
Hay que odiarse uno mismo, para empezar. Odiarse por haber envejecido, por encontrar chotos e insoportables a los de la misma edad, porque la pija no se te para más, porque a cada rato se suma una razón para volarte la cabeza.
Sentir un odio redoblado por cosas como ésta; esta me pasó a mí mismo, señores Viejos de Mierda que me escuchan: hacía un tiempo que todo olía mal, había un olor feo en el aire, flotando, y yo fruncía la nariz y me preguntaba cuándo iba a caer por fin el aerolito purificador, cuándo el Angel de la espada de fuego iba a terminar con esta porquería de mundo, si ya se percibía el hedor de la carroña.
Y era yo, señores. Era mi propio olor a rancio el que sentía, era mi propio halo podrido el que me envenenaba el aire. ¿Cómo no odiar con toda el alma, entonces? Con estas cosas, ¿cómo no salir a matar, señores? ¿Cómo no querer reventar al primer guacho que se cruce?
Ese es el Odio Primero, del que tenemos que partir: un odio sin más explicaciones que el habernos dado cuenta de que la vejez es una estafa, una tortura insoportable para los que ni siquiera tenemos el consuelo de habernos vuelto idiotas; un castigo innecesario y alevoso, desmedido, una burla, una justificación para el suicidio en masa apenas cobrada la primera jubilación. Hay que irse, señores.
Entender esto y no irse es prestarse para la joda, es hacerle el caldo gordo al que te quiere seguir humillando. Hay que irse, viejito.
Pero hay que irse bien. Antes de irnos…hagamos lo que tengamos que hacer.
O mejor: hagamos lo que se nos cante.
¿Quién puede decirnos nada? Yo no voy a escuchar a nadie. A la mierda los audífonos, señores.

(Bazán a Bernardo, mujeres)
Cuando yo era muy chiquito miraba a las nenas y pensaba con horror que iban a crecer y se iban a deformar. Estaban tan lindas, yo en ese momento las hubiera dejado así para siempre, como muñequitas. Me gustaban las nenas de mi edad, más o menos hasta los 7 u 8 años.
A esa edad me empezaron a gustar más grandes que yo, de 13 o 14, ya con proyectos de tetas. Me parecían perfectas en ese estado larval, previo a la maduración definitiva. Pero ya intuía que las minas más grandes estaban mejor que las de mi edad, y me generaba cierta ansiedad. Siempre me apasionaron las mujeres, vos lo sabés bien.
A los 20 más o menos descubrí que las de mi edad estaban buenas, pero también me gustaban las de 40, o más. Y me sentí casi feliz, Bernardo, porque mirá la conclusión que sacaba: Cuanto más grandes, mejor.
Sostuve esa pelotudez un buen tiempo, porque a los 20 no existe la vejez, hay como la idea de una vida más o menos igual pero con más años, no se pueden imaginar todo el cansancio, todos los dolores...
A los 20 se es un ignorante completo de estas cosas, Bernardo. Y entonces yo andaba contento, casi tranquilo porque la principal razón de mi vida siempre fueron las minas, y creía que tenía el rubro asegurado hasta que me muriera. Un disparate absoluto, obviamente.

(Bazán y Bernardo - el robo al banco)
- Vos te acordás, Bernardo. Si lo planeábamos por lo menos una vez por trimestre. Y nunca lo hicimos. Pero cada vez que lo analizábamos, entendíamos que no estaba mal asaltar el banco. Y no éramos delincuentes, ni tampoco jóvenes idealistas ni esa poronga. Nosotros queríamos la guita, pero al mismo tiempo sabíamos que afanársela al banco no podía estar tan mal, ¿no?
- Tendríamos de habérsela afanado, pienso.
- ¡Y eso es lo que te digo, beninún!
- Flor de turros, los bancos.
- Pero había una gran diferencia, Bernardo: en ese momento teníamos cosas que perder. Podíamos ir en cana o podían matarnos. O podía salirnos bien y pararnos para toda la cosecha, pero nos teníamos que ir del país.
- A Paraguay – dijo Bernardo y se le llenaron los ojos de lágrimas.
- ¿Te acordás? A vos te hubiera gustado irte a Paraguay, ¿eh?
- Eh, claro.
- ¿Por qué no lo hicimos, hermano? ¿Por qué no te fuiste con la paraguaya? ¿Para qué nos quedamos, me querés decir?
- Yo me casé – dijo Bernardo pero como si no quisiera decirlo.
- Sí, te casaste. Dejáme de joder, Bernardo.
- Eh, las obligaciones.
- Por eso, las obligaciones – dijo Bazán y se quedó mirando el piso.
- Tendría de haberme ido, ¿no?
- Pero por eso te digo que esta es otra oportunidad, ¿entendés?. Distinta, pero otra oportunidad. El amigo de tu nieto…
- Ese es un sorete, Bazán. Y mi nieto también.
- Pero el pendejo, el amigo de tu nieto…
- ¿Qué hay?
- Nada –dijo Bazán y se le iluminaron los ojos-. Pero labura en un banco, ¿no?
- Sí…me parece que sí.
- Creéme, Bernardo. Ese sorete va a afanar el banco para nosotros.