martes, abril 28, 2009

Evita el stress








Nacha dio el sí y se fue

Con un comunicado, Nacha Guevara confirmó ayer que irá en la lista de diputados del oficialismo en Buenos Aires. "Haré lo que he hecho cada día desde hace 40 años, utilizar mi creatividad, trabajar mucho, perseverar y buscar la excelencia", sostuvo en un comunicado.

Y avisó que hoy sale de vacaciones a Tahití.

viernes, abril 24, 2009

El miedo o La orgía que no hicimos

Nos pasa algo a los argentinos con el miedo, con las historias extrañas que no tienen explicación lógica o que por algún motivo producen jabón. Sobre todo nos pasa que no tenemos ningún pudor en contarlas en público. Es un asunto de idiosincrasia, parece, o es que en grupo nos animamos más, sobre todo a decir pavadas. Es bastante raro en nosotros eso de abrirnos y mostrarnos frágiles, eso de quedar a un paso del ridículo y de la cobardía.
Conociéndonos, hay que suponer que lo hacemos para esconder algo peor.

Es decir: en cualquier reunión es bastante posible encontrar un contador de chistes; a lo sumo dos.
Somos conscientes de que es difícil contarlos bien, con gracia, sin olvidarse nada. Y hasta sabiendo unos cuentos buenísimos, habiendo un contador oficial mucha gente prefiere callarse, por vergüenza o pudor, o porque no le interesan mayormente esas historias, o por no quitarle protagonismo al gracioso.
Sin embargo, si en la misma reunión sale el tema de los fantasmas, por ejemplo, habrá que prepararse para escuchar a todos y esperar religiosamente el turno para contar la propia experiencia sobrenatural, que tenemos todos, y si no la inventamos.

Desde las tradicionales luces malas, pasando por tableros Ouija y derivando en oscuridades de todo tipo, sin escapar jamás de la muerta que dejó el suéter en el colectivo y que había subido en la parada del cementerio zonal (cuando vivía en Villa Adelina, me la contaron como cercana al cementerio de Boulogne, y cada vez que me mudé me la contaron con otro domicilio mortal)
Juegos de la copa, lobizones, platos voladores, poltergeist…Todos tenemos algo misterioso para contar, y hasta tenemos el aval oficial: el presidente apadrina cualquier séptimo hijo varón, por las dudas de que se emperre las noches de luna llena, o que se convierta en Juanjo Camero que es peor.
Eso no pasa en todos los países. En general los presidentes están ocupados en cosas más importantes. Acá va el Presidente y te libera al pibe de la licantropía, apadrinándolo. Otra que los Padrinos Mágicos.

Es curioso que abnegadas maestras y circunspectos economistas, gente seria que jamás eructa sin taparse la boca y que festeja los mejores chistes con apenas una sonrisa, es decir gente ubicada, medida, de perfil subterráneo y escasa tendencia a la exposición pública, se enzarce en apasionadas rondas de aparecidos y hasta dé la impresión de bolacear descaradamente para llevarse el título del Más Tenebroso de la Noche. Gente que no habla del fútbol y de la tele por considerarlos intrascendentes, que jamás lee un horóscopo porque carece de rigor científico y que duda sanamente de las religiones y de las brujas. Pero que las hay, las hay, parece. Sobre todo en el Juego de la Copa.
Y te dicen:

- Nosotros, el juego de la copa, nunca más. Con lo que nos pasó la última vez…,¿te acordás, Sari?
- Fue tremendo – dice Sarita. – Un miedo…

Y te cuentan: que se les apareció Leonardo Simons y les dijo que no se había suicidado; que hablaron con Evita y les dijo quién tiene las manos del General; que se presentó un tío muerto hace mucho y no sabés las cosas que contó de la familia, todo cierto
Es rarísimo que los que practican ese juego no tengan una historia truculenta para contar. Y te la cuentan, por supuesto.
Y dan el pie para que se vengan los marcianos, etc.

O sea que el delirio se fortifica en grupo, al contrario de lo que podría creerse. La paranoia se intensifica y la histeria se contagia.
Por un lado se cuentan las historias porque (supuestamente) se está seguro en el grupo.
Pero el grupo no te hace sentir más seguro, al contrario: nadie te corta y te explica que estás diciendo estupideces. Cada uno que pasa la va embarrando más, y a la cuarta historia empezás a mirar al que tenés al lado a ver si no le crecieron los colmillos…

¿Para qué se cuentan, entonces? Si no es para espantar los demonios y quedarse tranquilos de que no hay monstruos en el ropero, ¿para qué se relatan esas porquerías que después no te dejan dormir? ¿Por la adrenalina?

Tibio, tibio.

Tengo una teoría que puede muy bien ser la explicación psicológica de esta conducta.

Yo creo que contamos esas historias para calentarnos, mutua e inconscientemente.
Veamos la situación:
Estamos todos perfumados y vestiditos para la ocasión; ya han corrido el alcohol y (tal vez) algunas miradas lánguidas; ya nos hemos reído con los chistes (muchos han sido procaces, explícitos: se ha hablado de conchas y de pijas): estamos distendidos y queremos más. Alguien le agrega un componente que nos cae como el ron con el café: cuenta una historia horripilante, y la adrenalina empieza a fluir.
Creemos que estamos un poco asustados, pero en realidad estamos empezando a calentarnos, y por supuesto no queremos que se corte.

Al contrario: queremos participar activamente, y que la cosa vaya in crescendo.
De otra forma, ¿por qué nadie pide que se terminen ese tipo de relatos espantosos?

Porque es lindo ver a las chicas con las pupilas dilatadas y la boca expectante, tal vez. Y porque a ellas les gusta buscar un viril brazo protector en estas ocasiones.

La mayoría no somos nórdicos superados, ni swingers criollos. Casi nunca estas cosas terminarán en sexo grupal. La mayoría de las reuniones virará de pronto el tema de las conversaciones hacia el fútbol o la política. Y los ánimos se caldearán, pero de otra manera. Alguien propondrá mate y por un rato volveremos al fogón de nuestras juventudes, y todos amigos como siempre, o más.

Seguramente más, porque, sin saberlo, habremos participado de la variante autóctona de una orgía, donde nuestra pasión por los relatos extraordinarios nos habrá llenado, además, de sensaciones increíbles y con el agregado valiosísimo de que fue grupal, y probablemente sea lo más cercano que estaremos nunca de una orgía verdadera, por lo menos con gente conocida, que es lo más lindo.

miércoles, abril 22, 2009

Esas rimas de la vida

Hernán Casciari es el autor de Más respeto que soy tu madre, la primera "blogonovela" publicada originalmente en el blog "Mujer Gorda" de Bitácoras. En noviembre de 2005 "Más respeto..." fue elegido por la Deutsche Welle International, Alemania, como el mejor weblog del mundo.
En 2009 la historia fue adaptada al teatro por el actor y director argentino Antonio Gasalla y será llevada al cine por Juan José Campanella.
Pero esa no es la historia que quiero rescatar.

Casciari escribió "Más respeto que soy tu madre" sin darse a conocer, como si la historia fuera escrita por su protagonista principal, Mirta Bertotti.
Recién en 2004, cuando comenzó con el blog Orsai, los lectores se enteraron de quién era el verdadero autor.

Es un recurso bastante habitual en los blogs, y Casciari es muy bueno en eso: durante 6 meses publicó en la versión digital del diario español El País Yo y mi garrote donde se hizo pasar por un loco internado en un psiquiátrico de Cataluña.
"El pacto fue extraño, arriesgado y divertido" cuenta Casciari en mayo de 2007. "Me pagarían por narrar una historia de ficción en donde no debía aparecer mi nombre, ni yo, por tanto, podría promocionar la obra entre mis lectores. El contrato duraría seis meses y se me pagaría sólo si nadie descubría mi identidad. La aventura comenzó el 1 de diciembre de 2006 y acabó hace unas horas. Por suerte, nadie se dio cuenta de nada."

Sin duda, Casciari otra vez había conseguido escribir una historia (e interactuar con los muchos comentaristas, encima haciéndose el gallego) sin que trascendiera su verdadera identidad. Esta vez era mucho más meritorio, porque ya era muy conocido.
Pero ésta tampoco es la buena historia que quiero contar.

La que acabo de descubrir es ésta:
Sobre todo durante la primera época de "Más respeto…", cuando los lectores eran pocos, se establecieron los habituales vínculos de amistad virtual, pese a los cuales Hernán nunca dio indicios de quién era. Sin embargo, muchos de esos lectores fueron los primeros en aparecer en Orsai.
En el primer post de Orsai, Hernán hablaba de los libros leídos en su infancia, y fue la ocasión más propicia para otra revelación.
En el comentario nº 23, se lee:

#23 walquiria: Querido Hernán (antes siempre empezaba Querida Mirta): Quizás fui una de las pocas en el vecindario que entré en el blog sabiendo que no eras Mirta sino Hernán Casciari, pero a su vez vos no sabías que yo sabía que no eras Mirta, es más creo que nunca supiste quien era yo.
Pero como es época de deschave, acá develaré quien soy.- (pero más al final) Traté denodadamente de creer que eras Mirta, lo que me costó mucho al principio porque sabía que eras Hernán, pero te juro que gracias a tu "habilidad literaria" tu personaje entró tanto en mi corazón, que ya me la imaginaba a Mirta tomando mate en la compu, y si bien al principio estuve "muda" después empece a interactuar con vos y los amigos del vecindario, y entré tanto en ese juego que estaba "convencida" que lo hacía con Mirta y con los vecinos, y se me estaba convirtiendo en vicio.
Ya no eras Hernán, eras Mirta, y yo Walquiria (o Walqui como me llama la Mirta) y no ... (después te lo digo) ...tratando que en mis comments no se me escapara nada que me pudiera deschavar ni quien era yo, y menos aún que Mirta eras vos.
A tu vieja le comentaba que leia el blog, pero nunca le dije que escribía como Walquiria.- En fin, el misterio llego a su fin para el vecindario y todo el mundo se enteró que Mirta es Hernán!!!!.- Y acá estamos en ORSAI para despuntar el vicio de leer tu blog.
Lo más extraordinario de todo es lo siguiente: realmente hace tantos años que estas en España y salvo algún mail que otro para algun cumpleaños, o navidad no nos hemos escrito nunca.- Es decir, querido Hernán, que como Walquiria te he escrito más veces que como lo que soy... tu... (después te digo o quizás puedas ir adivinando quien soy...) y además que en el fondo, lo que relatás hoy en tu blog , me hace pensar que tengo un poquito que ver en tu afición literaria, pues en un momento de mi vida, en la que se me cayó una biblioteca llena de mis libros de la infancia, hice un gran paquete y te lo mande a Mercedes, incluyendo mi colección de Agatha Christie y los viejos libros de la colección Robin Hood (sí, soy tu tía Ingrid).Solo queda decirte que estoy muy orgullosa del sobrino que tengo, porque además lograste hacer algo que yo hubiera querido ser: ESCRITOR.
Espero con ansias la llegada de mi sobrina nieta y te mando un beso enorme (y otro a la futura mamá)
Ingrid (antes Walquiria)
p/d: Un beso a todo el vecindario


Me parece lo más apropiado terminar este post con la respuesta de Casciari:
Hernán: Estoy en estado de shock, pero bastante literal. Mirta diría "¡qué plato!", pero a mí un comment me queda chico. Me pone la carne de gallina que hayas aparecido en este post, y saber hasta dónde pueden llegar las casualidades, "esas rimas de la vida" en palabras de Auster.
Gracias por estar ahí, Walqui, y por haber estado a mis diez años con una bolsa de arpillera llena de libros
.



miércoles, abril 15, 2009

Dietas y otros insultos

Cada vez que algún gordo conocido adelgaza en forma notoria y lo proclama, genera a todos los de su entorno una serie de inconvenientes que exceden la medida, exceden los límites de la paciencia y exceden la velocidad permitida para las recriminaciones de nuestras respectivas parejas, siempre preocupadas por nuestra desidia y falta de empeño en todos los rubros que hacen a nuestra superación personal.


Es para odiarlos más que si se hubieran sacado el Loto porque aquí no interviene la suerte, y además el ex lechón ya habrá declamado estupideces como: "Cuesta, pero cualquiera puede hacerlo".
Son, y deben tomarse como, insultos deliberados, provocaciones inauditas, críticas alevosas y malintencionadas que se hacen generalmente en reuniones, y en el momento exacto en que llega la pizza a nuestro plato.


De nada valdrán las justas observaciones de que, por ejemplo, el gordo bajó como 30 kilos, pero sigue pesando 187, sigue siendo una ballena franca que no puede ponerse como modelo de conducta ni mucho menos. De nada valdrá decir que es la primera vez en su vida que hace dieta, que siempre comió como un náufrago recién rescatado y que nunca le importó ocupar dos asientos en el colectivo o aplastar a la mujer en sus intentos por aparearse.
Tampoco valdrá que dudemos de la continuidad de la dieta: lo que importa es el hoy, el presente venturoso del Testigo de Cormillot , que nos deja en vergonzosa desventaja aunque hayamos estado en nuestro peso ideal toda la vida (y con esfuerzo digno de un premio Pulitzer) y que hayamos perdido un poco la línea recién ahora, a la vuelta de Santa Teresita.


Algo similar ocurre con los ex fumadores que proclaman haber recuperado su mítico vigor sexual (?), con los ex alcohólicos que afirman haber conseguido un ascenso laboral merced a su abstinencia, y con los ex adictos a cualquier cosa que atribuyen su supuesto bienestar al sacrificio y al renunciamiento…que empezaron hace una semana.
Parecen predicadores recién recibidos en busca de ovejas descarriadas y, como siempre, tocan el timbre en el momento menos oportuno. Por ejemplo, cuando la pizza llega a mi plato.


Por supuesto, es reconfortante que un conocido se saque un vicio o una adicción, o que se vea mejor y más saludable. Es lógico también que se lo reconozca y estimule.
También debe tener sus ventajas tomar como modelo a gente mejor que uno, que fehacientemente se ha superado y sobre todo que ha mantenido una línea de conducta.
Lo que me molesta es que me pongan de ejemplo a cualquier almóndiga porque dejó de comerse los mocos hace un rato, y que encima yo salga desfavorecido en las comparaciones, que ya de por sí son odiosas.
Por suerte, creo haber encontrado la solución.


El otro día fuimos con mi novia a visitar una pareja amiga, Mariela y Daniel. Tanto Mariela como mi Claudia son de esas chicas que se cuidan mucho, van al gimnasio cada 6 horas y aparentan menos años de los que tienen. Divinas, pero muy hinchapelotas.
No lo noté al llegar, pero cuando Claudia deslizó con amargura el tema de mi incipiente gordura, Daniel se puso de pie para dejar en evidencia una panza cervecera de por lo menos el doble del tamaño que recordábamos. Un gesto de una grandeza insuperable, porque no es gratuito exponerse de esa forma frente a hermosos ejemplares de hembras que además, como dije, son muy hinchapelotas.
Ellas lo criticaron, claro, y nosotros nos abrazamos y abrimos un vino blanco helado, transparente y delicioso, y nos fuimos a ver una película de Jim Carrey.
Horrible, la película. Qué nos importa.


De manera que ahora seleccionamos las reuniones a las que acudiremos averiguando primero todo lo que podemos acerca del estado físico de los concurrentes. Mañana, por ejemplo, aceptamos con Daniel ir a la casa de Jorge, que es lo más parecido a Dany de Vito haciendo del PINGUINO


Si nos sale mal, si Jorge adelgazó o si alguno de los presentes quiere contar cómo se recuperó del paco hace 3 horas, entrará en funcionamiento la segunda parte del plan.
Va a costarnos un poco, no digo demasiado, pero un poco sí.


Pero confesaremos con Daniel y ante todos los presentes, incluidas (sobre todo) nuestras chicas, que antes éramos muy putos (acá nos tomaremos de las manos), que vivíamos juntos en una choza inmunda de la isla Maciel (esto tal vez amerita un piquito y unas lágrimas), que éramos hinchas de Platense (llanto desconsolado), y que sólo nos rescató de ese infierno el amor de Claudia y Mariela. ¿No es una muestra de superación y del poder del amor? ¿Acaso un abdomen marcado puede competir con eso?


¿Alguien va a ser tan hijo de puta como para fijarse en todo lo que comamos después?