sábado, agosto 19, 2006

Mens sana

Uno sesenta y siete y no hay arreglo.
Por más que me estire, andamos en eso.
Setenta y dos, setenta y cuatro kilos pero, si me descuido, acá sí que puede haber novedades. El tobillo derecho medio delicado a fuerza de haberlo abusado, yo, y un par de ellos de los otros equipos. Tres dedos de la mano derecha fracturados, también por el fútbol, aunque sin secuelas graves.
Poco pelo, pero aunque me resigné hace rato pareciera que no avanza. Me rapo y es como si fuera pelado por opción, quevacér.
Fumo, y eso hace muy mal.
Contractura permanente en el hombro derecho, creo que por el mouse. Cuarenta y uno de zapatos, cuarenta y dos de edad. Y me va pareciendo que algunos ítems ya no cambiarán demasiado, la altura y esas cosas. Pero lógicamente habrá envejecimiento.
Desde los treinta vengo mirando de reojo ciertos deterioros y puteando bajito. Cerca de los cuarenta me agarró como una desesperación de que la degradación se acelerara de pronto. Algunas arrugas pasaron a ser permanentes y me parecía haber perdido tono muscular en las piernas. En algún momento sentí que mi cuerpo me estaba traicionando de la peor manera. Y yo que lo quería tanto.

Crucé la barrera de los cuarenta como un toro y me pasaron cosas, incluso en el cuerpo.
A dos años y pico de ese momento, tengo que rendirle homenaje a cada puta célula que me acompaña.
Porque sigo descubriendo sensaciones, porque tomo y me la banco mejor que nunca, porque creo que recién ahora estoy aprendiendo a acariciar, porque por suerte de vez en cuando hay fiesta en la cocina y ningún participante se queja, al contrario.

A veces, como reconocimiento a los buenos servicios prestados, me siento tentado de empezar a cuidarme en serio, dejar de fumar y anotarme en un coso de gimnasia. No investigué mucho, no me pareció necesario, pero creo que debe haber alguna conexión entre lo que pienso, lo que siento, lo que hago y cómo responde mi cuerpo. Así que no voy a hacer nada de eso.
Porque no quisiera entrar en conflicto con mi cuerpo justo ahora, que nos queremos tanto.

7 comentarios:

Sergio Muzzio dijo...

FER: Pero es que me siento bárbaro! Yo creo que es el amor, aunque no lo diga claramente.

Rossana Vanadía dijo...

mmm era eso, mi querido amigo blogger... cuanto me alegro. Nada mejor para nuestro ego que el amor. Y si de algo sirve, el sergio al que refiero como mis favoritos es ud. El otro es sergio carreras, pero entra en otra categoría. Vaya y pesesé. Debe haber aumentado un porcentaje con el este piropo.

Sergio Muzzio dijo...

ROSS: Muchas gracias, ahora estoy pipón. Besoooo!

Mr Montoto dijo...

Si ha llegado hasta los 42 sin morirse, siga así que cualquier cambio después de los 25 es peligroso.

Celeste Sánchez Goldar dijo...

Es lo que nos pasa a todos, nos quejamos cada diez años de lo bien que estábamos ántes.
Pero me gustó lo de acariciar mejor, o empezar a acariciar. Creo que es una de las mejores partes y la más cierta, porque no depende del envejecimiento del cuerpo.
No le lleve la contra, a ver si de repente empieza a parecer de 60 y ahí sí que ya no va a improtar más nada.

Sergio Muzzio dijo...

YAYA: Maestro...

TT: Acariciar me parece que es la última materia; cualquier pelandrún reproduce la mécanica del pistón pero acariciar es un arte.

Sergio Muzzio dijo...

Fer: Agradezco a la Academia Rácin Clú...