martes, agosto 29, 2006

Por única vez

Por ésta vez, como excepción y atento a los fiacas y despistados, voy a poner acá el primero de los cuentos que van a aparecer en el otro blog (en ESTE).
La idea es que sea una serie temática, en este caso acerca de una funeraria, tema en el que tengo una larga experiencia que contaré únicamente si me pagan para hacerlo.

A continuación, El vendedor:



Una vez, de chico, fui a comprar una camisa y el tipo terminó vendiéndome además un pantalón, dos pulóveres, un pañuelo carísimo y una rifa del colegio de la hija. Cuando salí me sentí estafado, pero también maravillado con la habilidad del tipo. Volví al día siguiente y se lo dije. El tipo, un tal Fernando Milotti, me agradeció medio halagado y, un poco para compensarme, se ofreció a enseñarme parte del yeite. Fui casi todas las tardes durante 3 meses.
Era un león, un águila entrenada que al instante sabía para dónde llevar al cliente. Mucha psicología y mucha calle también. Verso fácil, presencia, actitud ganadora pero no agresiva. De a poquito fui copiándolo y me di cuenta de que yo tenía el ingrediente imprescindible: era tan hijo de puta como Milotti.

Porque en el fondo, todo vendedor es un sorete que si puede venderte el obelisco te lo vende, aunque sepa que te está cagando como de arriba de un puente. Y en éste laburo la cosa es igual, no hay ninguna diferencia. Los que vienen a contratar un servicio fúnebre, por más hechos mierda que estén, son clientes, ¿entendés? Y los agarrás en un momento bárbaro, con la guardia baja. Algunos vienen tan atontados que ni se dan cuenta de que están firmando cosas que después van a tener que garpar. Y los que creen que vienen preparados son los más fáciles: te tapan un palo y se la mandás a guardar por el otro, te dejan el arco desguarnecido. Por ejemplo, a alguno le batieron que tenga cuidado con el precio del jonca. Okey, yo ya sé que por ahí ni lo toco. Por mí ese tipo puede meter al muerto en un cajón de mandarinas, ni me caliento. En alguna lo voy a agarrar; a uno lo convencí de que pusiera más autos de acompañamiento y se los cobré como si viajaran a Dinamarca, más o menos, que se vaya a la puta que lo parió. Si es el último gasto que le hacen al finado, ¿no?
Un punto importante es quién es el muerto y quién viene a contratar. Si viene el hijo a arreglar el entierro de la madre, estás de fiesta: sacá la lista y empezá a tachar. Porque le vas a vender hasta lo que no hay. Cuando el tipo en algún rubro no te elija el producto más caro, te lo quedás mirando un ratito, así… Por ahí es un turro y la deja pasar, pero casi seguro que elije todo de primera. Como les dice Marcelo: “Para mamita lo mejor”. Otro hijo de puta ese Marcelo.
Eso sí: tenés que saber esperar. Decía Milotti: paciencia de pescador. No podés demostrar que lo querés asesinar, ahí perdiste y no le vendés nada aunque sea el hijo de la Fortabat, báh, aunque los millonarios tampoco son joyas, no te creas. Por ahí, te digo que es más fácil que hagas una buena venta con un clase media que con un culorroto de esos. Y claro: por algo tienen guita, son más águilas que vos. Y mucho amor no hay en ese ambiente, creeme. Puede ser que para figurar hagan algo como la gente, pero te aseguro que si pudieran, llevan al cajón a las patadas hasta el cementerio.
Yo prefiero un profesional clase media, ese va como trompada. Imaginate, el tipo está en carrera, no puede quedar como un miserable con la familia y con los del laburo, tiene que demostrar cierta sensibilidad y solvencia.
O los obreros que son muchos de familia: ahí también tenés un filón. Los familiones de negros que hacen la vaquita y se mandan unos servicios de la gran puta. Aunque ahí, después, podés tener quilombo para cobrar, pero de eso se encarga Cobranzas. Yo vendo. Y muy bien. Mirá, me animo a decirte que soy excelente vendiendo. Cualquier cosa, ¿eh? Yo antes he vendido otras cosas: electrodomésticos, casas, hasta pianos he vendido.
Pero en éste negocio es donde me siento más cómodo. De movida nomás, me di cuenta de que yo había nacido para ésto. Yo llegué acá por el servicio de un tío mío, vine como cliente. Y sí, en éste curro todos somos clientes alguna vez, no se salva nadie. Mi primo contrataba el servicio de mi tío y yo carpeteaba a la vendedora. Boluda, tibiecita, no servía. Las minas son más tiernas, ¿viste? Y me pasó eso, me imaginé que era yo el que estaba vendiéndole a mi primo. Y me encantó. Encima a mi primo le tenía jurada una cuantas de cuando éramos pendejos. En mi cabeza lo maté con lo que le vendí, y a cada rato me decía “ésta va por la vez que no me prestaste el Scalectrix”, cosas así.
Eso lo uso mucho, ahora. Eso de pensar que el cliente me hizo alguna cagada. Porque capaz que me pongo sensible yo también y sería un desastre, no le vendo a nadie.
La cuestión es que volví un par de días después del velorio de mi tío y me contrataron. ¿Sabés lo que hice? Les mostré cómo lo hubiera vendido yo. Me contrataron enseguida y al rato, nomás, me cayó un servicio, una vieja. Vino el marido y justo era un amarrete, no sabés cómo me hizo laburar el hijo de puta. Después me di cuenta de que son los peores clientes, los viejos que vienen de una enfermedad larga y ya se gastaron la guita y el alma en los tratamientos. O no se gastaron la guita y es peor, porque piensan “No la gasté antes, no la voy a poner ahora”, ¿entendés? Gente de mierda.
A lo único que le escapo es a los pibes, no quiero ni hablar. Yo soy padre, nene, ahí ni me meto. Si puedo, paso. Que lo atienda otro. Y… todos tenemos algún punto débil, el mío es ese. Te la regalo, eso es mierda pura, no te entra en la cabeza. Pero bueno, si no puedo zafar, lo hago…
Mirá vos, me acuerdo que Milotti tenía debilidad por las embarazadas. Una cosa de locos, el tipo más canchero del mundo y se le caían las medias por las embarazadas, se ponía hecho un flan, pobre. Me parece que en esa época que te cuento, tenía la jermu embarazada, por eso. Y calculá que él vendía ropa de hombre, una mina embarazada está a punto caramelo para venderle ropa de hombre, ¿no? Anda toda enamorada del marido, podría haber hecho desastres este Milotti. Pero es lo que te digo, algún punto débil siempre hay. Y te digo más: es necesario tenerlo, es como un cable a tierra porque si no te podés pasar de rosca. A la final somos seres humanos, che. Si de todas formas te desquitás con el que venga atrás, ¿no? Esto es como el fútbol, pibe: siempre te da revancha.
¿Viste lo que te decía de pensar que el cliente te hizo alguna macana? A veces se da en serio. Una vuelta cae un zumbo de Campo de Mayo por el servicio del padre. Y lo reconocí enseguida: el sargento Benítez, un guanaco que me había tenido cagando en la Escuela de Caballería. Ocho meses me tuvo a los saltos, me metía preso, me garcaba los francos. Un reverendo sorete. Él no me reconoció. Yo estuve a punto de decirle, si total lo iba a boletear igual. Pero no le dije nada, y mientras lo atendía pensaba alguna maldad para hacerle. A ese no me interesaba sacarle guita, quería hacerlo sentir mal, ¿me entendés? Por forro.
Al final el milico me pide una corona, y ahí se me prendió la lamparita. Me dice que le ponga “Tu hijo el soldado”. Y yo le mandé una que decía“Tu hijo el soldador”, andá a la reputa que te parió. “El soldado”…pero mirá qué pelotudo…
Después le dije que se equivocaron en la florería.

Sacando lo de hoy, te diría que mi mejor venta la hice hace unos años. No hablo de guita, aunque también curré bien. Pero mirá lo que pasó. Viene a contratar el servicio la viuda, sola. Un hembrón, nene. Una yegua divina, unos 32 años, un pelo negro, unas tetas, divina. Empiezo a tomar los datos y resulta que el muerto era un capo de la Ford de 67 años. Cuando me dice la edad del tipo, medio que la miré. Y me sonríe, como diciendo “Sí, soy una trola hermosa”. Así que le empiezo a mirar las gambas, las tetas. Alevoso. Y la llevo al salón, para que elija el ataúd. Yo siempre cierro la puerta para que no venga nadie a hinchar las bolas. Es un momento jodido para la gente, porque van eligiendo el féretro y saben que ahí adentro van a meter al familiar. Bueno, yo cierro siempre, pero ésta vez le metí llave y todo. A la mierda.
La mina se dio cuenta de que teníamos privacidad y empieza a mirar los cajones, ¿no? Movía el culo, nene…no te puedo explicar. Y claro, el viejo no la debía atender mucho, estaba recontenta la mina. Se para así y me dice “¿Y usted cuál me recomienda, Héctor?”, y se reía, nene. Así que le muestro el redondo más caro y le digo “Yo te recomiendo éste”, así, poniéndole énfasis al éste y tuteándola. Si era una turra…
En fin, le vendí como 10 lucas y le di ahí mismo en el salón, nene. Eso no me había pasado nunca. Y encima estaba alucinante. Fui un par de veces a la casa, una mansión por ahí por Olivos. Increíble.


Son las cosas extras que te pueden pasar en este laburo. Pasa cada cosa acá, te lo tenés que tomar con un poco de humor, y es un laburo más. Un poco de humor y filosofía, qué sé yo. Laburando acá te das cuenta de las vueltas de la vida y de lo poco que somos, nene. Las vueltas de la vida; el mismo redondo que le vendí a la viuda, lo vendí hoy. Pero hoy te juro que no le puse maldad a la venta, fue hasta emocionante. Me salió bien, lo hice con oficio, pero lo de hoy fue casi un homenaje, nene. Me esforcé para dar lo mejor de mí mismo, me parece que correspondía. Por cada mango que le arrancaba a la familia, yo sentía que Milotti me aprobaba. Si él me lo enseñó, yo le debo mucho a él. Bueno, ahora la que me debe a mí es la familia de Milotti, mirá dónde nos volvemos a encontrar. Pero yo sentía que Milotti me aprobaba con orgullo. Desde el cielo, Milotti me aprobaba. Un fenómeno el viejo.

11 comentarios:

Lulet (Julia Mar) dijo...

Muy bueno!!!

Además del proyecto...

Abrazos.

Sergio Muzzio dijo...

LULET: Muchas gracias! ¿Ya se puso de novia con su jefe???

FER: Por ahí es medio chocante, pero es bastante cierto aunque los tipos no sean tan explícitos. Y lo del sargento es historia personal, aunque no me pasó eso. Pero si lo llego a encontrar a ese Benítez, alguna maldad le hago...

Celeste Sánchez Goldar dijo...

No quiero volver a decir lo mismo, pero bueno, es que no me queda otra: Me encantó. MUCHO.

Sergio Muzzio dijo...

CHIRI: ¿Es una pregunta? SIII, es cierto.

TT: Puede decirlo todas las veces que quiera. MUCHAS GRACIAS!

Cucusita dijo...

E X C E L E N T E !!!!
(con vos de Burns una vez mas y las manitos juntas)
Lamentablemente todo es asi de cierto.

Si quiere ver un vendedor de ley, un leon "vendiendo Durax", vease "Crimen Ferpecto", pelicula española....

Besos y buen finde

Sergio Muzzio dijo...

CUCU: Muchas gracias! No vi esa peli, y andaba buscando recomendación para el finde, así que de nuevo MUCHAS GRACIAS!

AnTo.- dijo...

si si, como dicen por ahí: excelente y todo cierto, y como todo cierto, creo que en mi laburo de vendedora me queda poca vida, unos cuatro días nomás... si hubiese conocido a Miloti!

Mr Montoto dijo...

Está excelente, sigo la saga en el otro blog.

Sergio Muzzio dijo...

anto: Milotti ya no puede ayudarla, pero conozco algunos que mamma mía...

YAYA: Muchas gracias, ando desactualizado con los otros blogs, como el suyo, pero en cuanto cese esta maratón de sexo y lujuria me pongo al día.

Anónimo dijo...

Excelente personaje; diría que está para una novela y no sólo un cuento (por la carga realística que lleva), en este caso el desenlace está irreprochablemente estructurado. ¡Muy bien Sergio!

Sergio Muzzio dijo...

Muchas gracias (es la suma de varios vendedores que conozco!)