sábado, agosto 25, 2007

Putas


Por pasar el rato o andá a saber por qué, se me ocurrió intentar el recuento de las mujeres de mi vida (sexual), sin contar a las prostitutas.
Sobre la magra cifra de las no profesionales no abundaré en detalles: básteme decir que he ganado y perdido parejamente, y que no está tan mal si se lo mira con cierta esperanza de futuro venturoso.

Pero el revival pasó rápida y astutamente por los amores finiquitados y me dejó, en cambio, regocijarme justamente con algunos efímeros pero intensos contactos con chicas de la vida. Casos un tanto fuera de lo común.

Recordé, por ejemplo, a Betania, una puta que ejercía (y espero que lo siga haciendo) en el barrio Pelourinho de Bahía: hablo de muchos años atrás, cuando no estaba lleno de policías, ni arregladito a expensas del patrimonio de la Humanidad, y a Michael Jackson no se le hubiera ocurrido jamás poner uno de sus delicados pies en esa especie de Babilonia morena. Hablo de cuando había que ser guapos para pernoctar en el hotel Colón y convivir con las ratas de la habitación, y dejar la puerta abierta para que las artesanas francesas o los suecos que hacían música afro (¿en Suecia?) y se drogaban mucho, entraran cuando quisieran. En realidad, creo que nadie cerraba las puertas de las habitaciones: le teníamos mucha más desconfianza al gordo y negro conserje que todo el día cambiaba dinero o compraba oro a personajes más atemorizantes que él, lo cual era decir bastante.
Pero volviendo a Betania: el Peló era en sí un mercado. Apenas pisabas el empedrado te ofrecían artesanías, droga, cambio, amuletos de Iemanjá, acarajés con langostinos…y sexo. Nosotros éramos cuatro, en dos habitaciones, y una noche llevamos a Jacqueline y Betania, con la sana intención de compartir entre amigos. No recuerdo exactamente qué suerte corrió Jacqueline, pero Betania y yo fuimos inseparables. Cuando terminamos mi cajita de tres profilácticos (insisto: hablo de muchos años atrás, y además no hay nada más excitante que una puta excitada), ella sacó otra cajita, y seguimos hasta el amanecer y rehusé la idea de Betania de volver a enrollar alguno de los forros porque estaba exhausto, no porque me faltaran ganas.
Cuando tuve que pagarle ella no tenía cambio, y se ofreció a traérmelo más tarde.

Y esta es realmente la parte interesante del relato: no sólo volvió como a las 10 de la mañana con el vuelto, que yo daba lógicamente por perdido, sino que lo hizo acompañada de varias colegas. Me invitaron a desayunar (recuerdo que aún desconfiaba y que pensé: “Ah…ya sé quién va a pagar el desayuno de todos…”) y fuimos a la Cantina da Lua en alegre grupo, total el cambio me favorecía y las chicas parecían buenas.
Y allí, en el centro mismo de Pelourinho, en la parte exterior de la Cantina da Lua, desayuné con siete u ocho putas, ante la mirada entre atónita y temerosa de turistas y lugareños, porque las chicas resultaron buenas pero un tanto escandalosas.
Y pagaron todo ellas, y no me permitieron que las invitara ni que las tocara ni un poco, aunque creo que esto último era por respeto a Betania, que me tenía dulcemente tomado de la mano.

El otro caso digno de mención es el de Gimena, de la época en que vivía solo en Belgrano y estas chicas, para mi mal, aceptaban Visa y así me sumergí en una deuda con la tarjeta con Veraz incluído de la que salí años después, cuando senté definitivamente cabeza o cuando mi ex esposa directamente me obligó a hacerlo, no recuerdo bien.

Gimena era una muñequita preciosa, bajita, morocha y delgada, de unos 20 años, con los mejores senos que he visto en mi vida, y también el primer tatuaje al final de la espina dorsal que vi, y no usaba bombacha. Lo primero que dijo fue: “¡Qué bueno que sos joven!”, dado que yo no llegaba a los 30 y las chicas eran Nivel Ejecutivo y debían estar acostumbradas a carcamanes adinerados bastante mayores. Claro: después vino el quilombo con Visa, etc., pero Gimena no tenía por qué saberlo.
El primer encuentro fue muy bueno, pero el segundo fue mejor.

Juro que había alegría en la carita de Gimena cuando bajé a abrirle por segunda vez, y que empezamos en el ascensor, y que entramos a mi departamento rodando por el piso, y que es mentira que las putas no dan besos de verdad.
Esa noche Gimena se olvidó del reloj, y hasta aceptó un whisky (ninguna tomó jamás nada que yo le ofreciera, ni agua de la canilla) y tomó un poco, pero terminó tirándoselo encima con hielo y todo, y alguien debiera decir alguna vez que el blend exacto no se obtiene de maltas escocesas, sino de una dura y enhiesta cola veinteañera.

Así que, a juzgar por cómo se manejó mi memoria, me veo en la necesidad de hacer un nuevo recuento y de incluir con alegría algunas verdaderas artistas del viejo oficio, aunque mi corazón vuelva a sangrar copiosamente al acordarme de Visa, otra puta pero de las malas.

15 comentarios:

laura dijo...

ME MO_RÍ!!!!

Impecable relato. Y si es todo verdad, lo aplaudo, caballero.

beso!

Sergio Muzzio dijo...

¿Cómo "si es verdad"? Cuando la etiqueta dice "Perfil" no ficcionamos, Laura.
Muchas gracias y no se me muera.
Besos!

Anónimo dijo...

Esos "amores" desesperanzados tienen el agridulce de la auténtica poesía, cuando se dan como vos lo relatas son "amores`poéticos". Un abrazo amigo.

Sergio Muzzio dijo...

Bueno, es una buena forma de verlo. Aunque lo de desesperanzados...Conozco varios que se han casado después con la fulana...
Un abrazo, Profe.

Anónimo dijo...

nadie nos puede quitar los besos que pagamos!!!

Sergio Muzzio dijo...

MARTIN: jAaAJAaaa! ¿Pero hay alguno que no se pague de alguna forma? Un abrazo.

Ana dijo...

Me resulta tan esclavizante que alguien se apropie del cuerpo de otro a cambio de dinero, que no puedo decir nada del relato.
Igual le dejo saludos

Anónimo dijo...

El tema es que al no hacer el desembolso pensamos que es gratis o que es por "amor", y suelen ser los más caros!!!

Sergio Muzzio dijo...

ANA: Bueno, es muy respetable.

Lo que no sé es si engloba a los/las que se casan con por plata, los/las amantes por interés, los/las que entregan su cuerpo por no bancarse la soledad, etc., etc.
Igual le dejo besos.

MARTIN: Yo estoy soltero, pero...¿su mujer lee ésto?

Anónimo dijo...

Demasiados nombres conocidos en este post, Muzzio.
Con más objetividad, lo leeré nuevamente.

Sergio Muzzio dijo...

No le entendí, pero adelante.
Besos, y no trabaje tanto, che.

Ana dijo...

Sí, engloba a todos esos. Creo que la diferencia está en la conciencia propia sobre dicho sometimiento.
Me explico: la que se casa por plata o por no estar sola me genera una tristeza mayor. Porque dudo que entienda que realmente "esa" no es su única opción; o peor aún que lo que entrega es mucho más valioso que lo que cree ganar.

Besos

Sergio Muzzio dijo...

ANA: Si quererlo, el tema se ha vuelto delicado. Déjeme decir que, en todo caso, he hablado de putas que he amado, aunque sea por un ratito, y que la esclavitud no fue más allá del normal instinto de posesión de esos casos.

Besos!

Flσr dijo...

"no hay nada más excitante que una puta excitada". vos lo dijiste...

no hay nada más excitante que excitar lo casi imposible de excitar.

saludosss!!!

Sergio Muzzio dijo...

Gracias, Flor.
¿Alguna experiencia al respecto que desee agregar?

Beso!