Alejandro Rozitchner, al margen de conocerlo personalmente y de no coincidir con muchas de sus ideas políticas (1), es un filósofo que respeto y valoro sobre todo por su posición libre de preconceptos rígidos. A continuación un artículo de hoy en el Cronista, que me ha gustado mucho.
Ideas Falsas del mundo intelectual
Por Alejandro Rozitchner
Los intelectuales hacen falta. ¿Para? Para parir sentidos. Para ayudar a pensar, a crear planteos y abordajes, a generar nuevos enfoques. Para servir, de esas formas, a la vida siempre renovada. Para aportar a una sociedad el vuelo de crecimiento abstracto sin el cual las sociedades se empantanan. A continuación voy a enumerar y aclarar algunos de los preconceptos que dan lugar a una intelectualidad menos potente de lo que sería deseable. Son las ideas falsas que limitan el alcance y la potencia de nuestro mundo intelectual.
1. La inteligencia es pensamiento crítico: se cree que el rasgo central de la capacidad de pensar es la posibilidad de criticar lo dado. Este concepto falla por dos lados. Cuando la crítica es mera expresión de negatividad, plantea una posición reactiva. Y cuando la crítica es observación objetiva (crítica no quiere decir hablar mal de algo) de todas maneras tiene un aspecto empobrecedor: supone la perspectiva de un juicio necesario y de una objetividad de base. Al mundo no hay que enjuiciarlo, hay que quererlo. No hay que buscar desarrollar ‘pensamiento crítico‘, hay que buscar generar entusiasmo, cuna del hacer y del crear. Sí, la crítica de todas maneras ocupa un lugar en el movimiento de la inteligencia: pero uno secundario, no el lugar de reina que ocupa hoy.
2. El hombre es un paso más allá de la animalidad (o: la cultura introduce un corte radical en la naturaleza). El mundo de la intelectualidad gusta de suponer que la cultura es un paso más allá del mundo animal. Pura ignorancia. La cultura es la naturaleza humana. Algo particular, pero no otra cosa que la naturaleza de siempre. Al proponer ese corte el intelectual busca ubicarse junto a los dioses. Actúa religiosamente.
3. Hay que citar todo lo posible (drop names: dejar caer nombres al hablar o al escribir). Como si al hacerlo uno se vistiera de culto. El intelectual que sirve piensa por sí mismo. Sí, charla con otros, al leerlos o al conversar, y puede mencionarlos, pero nunca en la forma maníaca habitual. Casi pareciera que no se puede pensar sin poner nombres lustrosos en el texto: idolatría de la peor, los grandes autores conforman una especie de santoral.
4. El poder del pensamiento propio se evidencia descalificando el pensamiento de otros. Como si la vida intelectual fuera un combate constante de posiciones que nos encerrara en un vacío. ¿Y la invención, la utilidad, la creatividad, la generación de respuestas a necesidades concretas?
5. Un sistema de ideas no desemboca nunca en un mundo a experimentar, siempre hace referencia a otro sistema. Es el truco de la academia: esto que Ud. dice, ¿qué tiene que ver con lo que dice este otro (notable)? ¿Y cómo lo diría tal otro? Las ideas deben ser cotejadas entre sí, y la prueba del mundo (si sirven o no, qué efectos generan) no aparece nunca. Tendría que hacerlo, y de manera constante.
6. Hay que gustar de cosas que gusten a pocos. Me refiero al cultivo de un signo de distinción intencional. Al rechazo a considerar valioso algo que pueda ser comprendido con sencillez por muchas personas. A la búsqueda intencional de una distinción artificial.
7. Toda complejidad vale. O podríamos decirlo al revés: la sencillez, la claridad, la certeza, la simplificación, son consideradas enemigas: siempre que algo pueda decirse de un modo más oscuro debe hacerse. Sí, hay cosas complejas, el trabajo es madurarlas hasta su claridad, no lo contrario.
8 Siempre es mejor sospechar que aceptar. Hay una glorificación de la duda. Dudar forma parte del proceso de adquisición de conocimiento y certeza: pero estos son los objetivos, no la duda misma. Cuando aparece la posibilidad de ver claro hay que aceptarla, es valiosa. El intelectual corriente prefiere introducir siempre un nuevo matiz de incertidumbre, no sea cosa que vaya a meterse en el mundo real y tenga que jugarse por algo.
9. Si hay una palabra que no sabemos qué quiere decir o una idea que no entendemos es mejor no preguntar que quiere decir sino disimular y tratar de que no se note. No es necesario ser sobrenatural. No hay por qué haber leído todo y conocer todos los términos de todos los problemas. Ese es casi un rasgo de estupidez, más que de inteligencia. Hay que ser capaz de decir con toda sencillez: eso no lo sé, no entiendo, ¿qué quiere decir esa palabra?
10. El origen es el momento más importante de una evolución cultural. Es un truco de intelectual común el de preferir siempre ir para atrás, considerar la experiencia pasada, no participar -a partir de deseos o necesidades propios- en el despliegue de mundos por venir. Cuando lo hace, igual prima la imagen del pasado, planteando ‘volver a’, o ‘reparar’ situaciones idas.
11. Las fotocopias dañan la cultura. La amenaza a la situación actual de los derechos de autor es considerada un peligro para la cultura, cuando sólo es una mutación del modelo de negocios, un cambio en la circulación de los contenidos. Generalmente defensores del status quo aun considerándose revolucionarios, los intelectuales están siempre a la zaga del movimiento desbordante del mundo.
12. Si sos intelectual, tenés que simpatizar con la izquierda. Y para completar decimos: o creer que lo que no es izquierda es derecha, el truco preferido del progresismo. El intelectual corriente no se anima a poner en cuestión el dogma buenista de la izquierda, se muere de miedo ante la posibilidad de ser acusado de derechista, o sea, excomulgado de la ‘buena sociedad de los bienpensantes’. Ignorancia, miedo, incapacidad, falsedad. Lindo panorama político.
(1) ¿Es necesaria la aclaración? ¿O es miedo a que crean que soy de derecha, como dice Alejandro en su artículo? No, es ganas de joderlo a Alejandro, nomás, porque él también hace aclaraciones pero al revés, cuando se trata de desligarse de la izquierda.
Y es recalcar que se puede valorar y respetar a alguien con quien se discute de política en forma casi irreconciliable.
Ideas Falsas del mundo intelectual
Por Alejandro Rozitchner
Los intelectuales hacen falta. ¿Para? Para parir sentidos. Para ayudar a pensar, a crear planteos y abordajes, a generar nuevos enfoques. Para servir, de esas formas, a la vida siempre renovada. Para aportar a una sociedad el vuelo de crecimiento abstracto sin el cual las sociedades se empantanan. A continuación voy a enumerar y aclarar algunos de los preconceptos que dan lugar a una intelectualidad menos potente de lo que sería deseable. Son las ideas falsas que limitan el alcance y la potencia de nuestro mundo intelectual.
1. La inteligencia es pensamiento crítico: se cree que el rasgo central de la capacidad de pensar es la posibilidad de criticar lo dado. Este concepto falla por dos lados. Cuando la crítica es mera expresión de negatividad, plantea una posición reactiva. Y cuando la crítica es observación objetiva (crítica no quiere decir hablar mal de algo) de todas maneras tiene un aspecto empobrecedor: supone la perspectiva de un juicio necesario y de una objetividad de base. Al mundo no hay que enjuiciarlo, hay que quererlo. No hay que buscar desarrollar ‘pensamiento crítico‘, hay que buscar generar entusiasmo, cuna del hacer y del crear. Sí, la crítica de todas maneras ocupa un lugar en el movimiento de la inteligencia: pero uno secundario, no el lugar de reina que ocupa hoy.
2. El hombre es un paso más allá de la animalidad (o: la cultura introduce un corte radical en la naturaleza). El mundo de la intelectualidad gusta de suponer que la cultura es un paso más allá del mundo animal. Pura ignorancia. La cultura es la naturaleza humana. Algo particular, pero no otra cosa que la naturaleza de siempre. Al proponer ese corte el intelectual busca ubicarse junto a los dioses. Actúa religiosamente.
3. Hay que citar todo lo posible (drop names: dejar caer nombres al hablar o al escribir). Como si al hacerlo uno se vistiera de culto. El intelectual que sirve piensa por sí mismo. Sí, charla con otros, al leerlos o al conversar, y puede mencionarlos, pero nunca en la forma maníaca habitual. Casi pareciera que no se puede pensar sin poner nombres lustrosos en el texto: idolatría de la peor, los grandes autores conforman una especie de santoral.
4. El poder del pensamiento propio se evidencia descalificando el pensamiento de otros. Como si la vida intelectual fuera un combate constante de posiciones que nos encerrara en un vacío. ¿Y la invención, la utilidad, la creatividad, la generación de respuestas a necesidades concretas?
5. Un sistema de ideas no desemboca nunca en un mundo a experimentar, siempre hace referencia a otro sistema. Es el truco de la academia: esto que Ud. dice, ¿qué tiene que ver con lo que dice este otro (notable)? ¿Y cómo lo diría tal otro? Las ideas deben ser cotejadas entre sí, y la prueba del mundo (si sirven o no, qué efectos generan) no aparece nunca. Tendría que hacerlo, y de manera constante.
6. Hay que gustar de cosas que gusten a pocos. Me refiero al cultivo de un signo de distinción intencional. Al rechazo a considerar valioso algo que pueda ser comprendido con sencillez por muchas personas. A la búsqueda intencional de una distinción artificial.
7. Toda complejidad vale. O podríamos decirlo al revés: la sencillez, la claridad, la certeza, la simplificación, son consideradas enemigas: siempre que algo pueda decirse de un modo más oscuro debe hacerse. Sí, hay cosas complejas, el trabajo es madurarlas hasta su claridad, no lo contrario.
8 Siempre es mejor sospechar que aceptar. Hay una glorificación de la duda. Dudar forma parte del proceso de adquisición de conocimiento y certeza: pero estos son los objetivos, no la duda misma. Cuando aparece la posibilidad de ver claro hay que aceptarla, es valiosa. El intelectual corriente prefiere introducir siempre un nuevo matiz de incertidumbre, no sea cosa que vaya a meterse en el mundo real y tenga que jugarse por algo.
9. Si hay una palabra que no sabemos qué quiere decir o una idea que no entendemos es mejor no preguntar que quiere decir sino disimular y tratar de que no se note. No es necesario ser sobrenatural. No hay por qué haber leído todo y conocer todos los términos de todos los problemas. Ese es casi un rasgo de estupidez, más que de inteligencia. Hay que ser capaz de decir con toda sencillez: eso no lo sé, no entiendo, ¿qué quiere decir esa palabra?
10. El origen es el momento más importante de una evolución cultural. Es un truco de intelectual común el de preferir siempre ir para atrás, considerar la experiencia pasada, no participar -a partir de deseos o necesidades propios- en el despliegue de mundos por venir. Cuando lo hace, igual prima la imagen del pasado, planteando ‘volver a’, o ‘reparar’ situaciones idas.
11. Las fotocopias dañan la cultura. La amenaza a la situación actual de los derechos de autor es considerada un peligro para la cultura, cuando sólo es una mutación del modelo de negocios, un cambio en la circulación de los contenidos. Generalmente defensores del status quo aun considerándose revolucionarios, los intelectuales están siempre a la zaga del movimiento desbordante del mundo.
12. Si sos intelectual, tenés que simpatizar con la izquierda. Y para completar decimos: o creer que lo que no es izquierda es derecha, el truco preferido del progresismo. El intelectual corriente no se anima a poner en cuestión el dogma buenista de la izquierda, se muere de miedo ante la posibilidad de ser acusado de derechista, o sea, excomulgado de la ‘buena sociedad de los bienpensantes’. Ignorancia, miedo, incapacidad, falsedad. Lindo panorama político.
(1) ¿Es necesaria la aclaración? ¿O es miedo a que crean que soy de derecha, como dice Alejandro en su artículo? No, es ganas de joderlo a Alejandro, nomás, porque él también hace aclaraciones pero al revés, cuando se trata de desligarse de la izquierda.
Y es recalcar que se puede valorar y respetar a alguien con quien se discute de política en forma casi irreconciliable.
9 comentarios:
Bueno, yo considero que la primera idea falsa es que haya un "mundo intelectual", la verdad, pero son reflexiones interesantes, como la mayoría de las que se hacen sobre los tópicos.
Besos
G, este blog es re intelectual, pa' que sepa.
Besos.
Vea, Muzzio, una idea falsa bien podría ser que el trato de estos tópicos (una selección de contraindicaciones a la picardía sabihonda de cualquier hijo de vecino) puede incluirse dentro de ese 'mundo intelectual'.
Y, quizá para los parámetros discutidores de los cortos de mira que no ven un pomo en carnaval ni un preconcepto por fuera de la mera sintaxis, la izquierda es una quimera y la derecha una fechoría.
Insinuar que se puede ser un intelectual de derecha es incurrir en una contradicción de términos, ya que la derecha es la reacción y, como dice Luis Eduardo, 'el pensamiento es estar siempre de paso'
Albricias, se me han puesto exigentes y discutidores los lectores.
No vamos a entrar a categorizar intelectuales (o sí, qué sé yo, pero en todo caso no en este comment), me parece que lo de Alejandro apuntaba a los argumentos más comunes dentro o como parte de un intercambio de ideas más o menos elaboradas, y de ahí lo de "intelectual". Si usted, Curado de Espanto, me va a decir, por ejemplo, que es una falacia suponer un intelectual de derecha, ya de movida está usando un truquito muy común de invalidar el otro argumento (le pondría reductio ad absurdum que queda lindo, pero nos vamos a la mierda) que parece que le da la razón o le hace "ganar" la discusión (si la hubiera, porque esto por ahora es otra cosa), pero que no hace al fondo de la cuestión.
Y si yo fuera malo en serio (o quisiera llevar harina para el molino de Rozitchner) le diría que es horrible eso de citar a otro (drop names, dijo el ruso)
Voy a tomar solo la parte del pensamiento crítico (para no extenderme demasiado).
Como egresado de la uba, de la carrera de ciencias económicas más social de todas, puedo decir que los profesores progresistas defensores de la universidad pública y gratuita se encargaron de decir: "piensen críticamente".
Lo que aprendí con el tiempo y la distancia es que esos profesores querían que aprendieramos a criticar con argumentos lo mismo que ellos criticaban... Mientras los recursos de la universidad pública y gratuita que se "gastaron/invirtieron" en mi formación terminaron siendo para financiar mis masturbaciones intelectuales que poco aportan al bienestar social.
Y le dejo mi verdadera reflexión. Si la selección argentina queda afuera del mundial 2010 me va a dar un ataque de llanto que va a ser un espanto.
Bueno, eso es todavía peor, Dandy. Si asumir una posición crítica (y forzada) para hacerse el inteligente ya es malo, hacerlo encima con argumentos trillados es peor. Yo, siendo crítico conmigo mismo (como para enganchar el tema), tengo que decir que veo a la selección como si fuera de otro país: no hay caso, no me llega.
Bueno, la selección tampoco llega al otro arco, así que...
p.d.: Pap Affrite le pidió disculpas a Platini, está confundido para la mierda ese muchacho...
p.d.2: No me venga con el fútbol, relea el punto 6.
Acá dejo mi granito de arena:
1). Y se suma un nuevo rasgo más peligroso el suponer que usar la inteligencia es buscar (y encontrar) en Google.
2). En todo caso, junto a la diosas. Se nota un declarado machismo en este ítem.
3). ¡Eso! ¡Eso! Como dijo nomeacuerdoquién: “Una buena frase no prueba nada”
4). Eso es lo que tiene la libertad, che. Parece propio de libre pensantes pensar de modo distinto al otro y dar más importancia a pelotudeces varias que a los acuerdos de fondo.
5). A veces me parece que hace como 27 siglos que la mayoría de los filósofos siguen hablando de lo mismo sin ponerse de acuerdo… si eso no es constancia, ¿la constancia dónde está?
6). Por eso yo lo miro a Tinelli y ando lo más pancha por la vida. ¡Pst!
7). La sencillez, la claridad y hasta la simplificación se me antoja que no tienen mucho que ver con la certeza. Soy partidaria de las dudas, que si bien resultan un tanto incómodas, nos enseñan más que demasiadas absurdas certezas.
8). El mundo real (al menos el mundo real del que escribe) parece que reduce la vida a un partido de futbol, donde hay que ganar con jugadores que arrastran certezas impuestas. Después que no se quejen si les faltan jugadores.
9). Acá estoy de acuerdo con el ñato.
10). Simplificando, (y por ahí me equivoco fiero) sospecho, que ese ir para atrás bien puede llamarse experiencia. Puede que asesine teorías, es verdad, pero sin experiencia, sin verdaderas ganas, aparece algo mucho más doloroso que aprender de la experiencia y es no aprender nada.
11). La verdad, este punto no lo entiendo bien. Sospecho estar de acuerdo pero andá a saber si estoy de acuerdo… Soy partidaria de los libros pero varias veces antes de comprar uno, chusmeo en fotocopias lo que compraré (o no) después.
12). Por eso (además de no considerarme una intelectual, claro) no simpatizo con ninguna de las dos. Me considero anarco burguesa (con todas las contradicciones incluidas).
Besos respetuosos
Esta muy estigmatizado el término "intelectual".
Si vamos al mataburros dice textualmente:
intelectual.
(Del lat. intellectuālis).
1. adj. Perteneciente o relativo al entendimiento.
2. adj. Espiritual, incorporal.
3. adj. Dedicado preferentemente al cultivo de las ciencias y las letras. Político intelectual. Apl. a pers., u. m. c. s.
No es tan grave ser intelectual, digo, no?
Besinhos.
Uf...se me pasó el tiempo de respuesta. Digo solamente que lo de ZoePé (ese nick me suena a Zodape, vamos a tener que reverlo) me hizo acordar a Fahrenheit 451, donde Bradbury le hace decir al capitán Beatty "...y así la palabra 'intelectual' se convirtió en el insulto que merecía ser". Ese libro es profético, ya va a ver...
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