viernes, febrero 13, 2009

El perico


Cuento

Ah, sí.
Ahora ponen cara de asco o me acusan de cosas varias. Pero ahora: después de lo que pasó. Al principio a ninguno le pareció asqueroso, o degenerado como dice la Susana Tessore ahora que se enteró de todo.
La idea fue de Martín, pero en realidad yo creo que a todos se nos cruzó por la cabeza en cuanto salió el tema, a todos. Pero fue el gordo Martín el que le agregó la parte del proletariado sexual y por qué la falta de recursos debe privarnos hasta de los juguetes eróticos, díganme un poco por qué, señores. Y entre el calor de la arenga y el calor de imaginarnos nuevos placeres antes prohibidos (por la guita, claro; porque entre gastarla en un vibrador o pagar la luz no teníamos opción), decidimos la compra comunitaria del consolador entre varios de los de la oficina. Karina dijo que conocía un lugar donde vendían esas cosas, pero se negó rotundamente a ir sola. Martín se ofreció a acompañarla y a mí se me ocurrió lo del papelito anónimo con las sugerencias para la compra del perico. Porque era obvio que no a todos y todas les iba a gustar lo mismo, y eso sí tenía que ser un poco privado, y después había que comprar algo que fuera lo más cercano al gusto de todos.
Así que primero estudiamos las sugerencias (te juro que había cosas desopilantes, y hasta te puedo decir quién escribió un par de ellas; había hasta descripciones de venas y torceduras apropiadas: fue un momento de desparpajo maravilloso) y después la mandamos a Karina a averiguar por un consolador de entre 20 y 25 centímetros, no muy ancho pero con relieve y textura, no negro pero de preferencia oscuro, con distintas velocidades, preferentemente de acrílico o de un material que fuera resistente a detergentes poderosos (esto era prioritario, por lo menos en los papelitos) Y así vino un martes Karina con un católogo de los 5 o 6 posibles, así hicimos la colecta un viernes y así el lunes siguiente Martín lo trajo.
El jueves yo me había encargado de sortear entre los participantes los turnos para llevárselo: casi como hacen los chicos de jardín con la mascota de la salita.
Un detalle importante: el lunes Martín abrió la caja delante de todos y mostró que el perico continuaba herméticamente envuelto. Es que a esa altura ya todos habíamos tenido tiempo para pensarlo más fríamente, e incluso Valeria la de Contaduría se había borrado olímpicamente, aunque pidió que no dejáramos de contarle las anécdotas. Lo que quiero decir es que ya había recelos, creo que algo de culpa, o vergüenza. En todo caso, ya no era el jolgorio de cuando empezó. Y entonces también se nos ocurrían cosas como que Martín y su mujer podían haber usado el pingüino durante el fin de semana, nuevito, y después traerlo ya como una cosa de segunda mano, sucia, más un instrumento de flagelo y oprobio que de goce. Flagelo y oprobio eran también palabras de Martín cuando se le daba por el discurso político. Carlitos decía que eran los primos del gordo. El primo Flagelo y el primo Oprobio, de Ramos Mejía. Martín decía que Carlitos era un reaccionario, pero no le encontraba ningún parentesco para endosarle, así que Reaccionario cumplía más bien las funciones de apellido de soltero, y de Mierda venía a ser el de casado. En todo caso, Carlitos también participó del Círculo Cerrado de Alegría Genital, y tuvo el primer turno para estrenarlo.
Al perico le pusimos Perico y al nombrarlo casi dejó de ser un objeto inanimado. Algunas incluso le hicieron unas caricias antes de que Carlitos lo metiera en su portafolios, y Andrea le pidió que lo trataran bien. Es sensible Andrea.
Yo creo que ese fin de semana todos garchamos pensando en el perico, imaginándonos a Carlitos y a la esposa dándole vida al muñeco. Yo creo, también, que ese fin de semana nos dimos cuenta de que era como una orgía lo que íbamos a hacer, que sabíamos que el próximo que se llevara el perico (Andreíta) inevitablemente estaría llevando también algo de Carlitos y de la jermu, y el tercero se llevaría algo de Andreíta, y así sucesivamente. A algunos que somos más imaginativos se nos ocurrió que el consolador haría las veces de copa de vino, y que al pasar de labio en labio (sin doble sentido, pero casi) nos enteraríamos de los secretos sexuales de todos. Lo que no podíamos imaginarnos era que estábamos tan cerca de la verdad.
Ahora yo te lo cuento y suena mal o suena a verso. Ahora parece increíble que las esposas y esposos también hayan estado de acuerdo, por ejemplo. Yo tengo la teoría de que lo vendimos bien. Teníamos (en el ratito que nos duró) un entusiasmo y una alegría contagiosa, incluso subimos las ventas en la semana previa, mientras duraban los preparativos. Hubo felicitaciones para dos sectores y todo. Después se lo llevó Carlitos, y empezó la ronda del perico, y la historia que te tengo que contar.
No pudimos sacarle demasiada información a Carlitos, ni el lunes ni el martes. El miércoles directamente nos dijo que se lo había prometido a la esposa, que había estado todo bien pero que la esposa le había hecho jurar por los hijos que no iba a contar nada de nada. En realidad le correspondía tener el perico hasta el viernes siguiente, pero el jueves lo trajo y anunció que además se retiraba de la ronda. Y no lo veíamos nada bien, pero podía ser por tántos motivos…
La cuestión es que Andreíta era de las que todavía mantenía el entusiasmo intacto, como yo, y aceptó gustosa llevárselo un día antes de lo previsto y ese jueves fue una fiesta entre los mails con sugerencias que le mandaban a ella (con copia a todos, por supuesto) y las contestaciones de Andrea pidiendo disculpas por anticipado si lo devolvía gastado y mordido. El viernes Andrea llegó tarde, lo que generó expectativas más bien envidiosas. Pero cuando vino se la notaba como triste, y tampoco quiso contar nada.
Fuimos a almorzar los tres, Andrea, Carlitos y yo, y casi no comimos porque a Andrea le vino un ataque de llanto que no podía parar, y solamente se fue calmando cuando Carlitos la abrazó y le dijo que ya estaba, que se olvidara de todo, que hiciera de cuenta que fue una pesadilla y que no se preocupara que el marido iba a estar bien. Yo supuse que Andrea le había contado algo en secreto, que tal vez el marido estuviera enfermo y yo no me había enterado. La cuestión es que entre ellos parecía que se entendían y yo pude comer algo, y sin saber muy bien cómo al término del almuerzo yo me había agenciado del perico.
Obviamente, Andrea no estaba para andar jodiendo, con el marido enfermo y esa angustia, y Carlos ya había dicho que no lo quería más y además Andrea podía tenerlo hasta el viernes siguiente. En realidad le hubiera correspondido al gordo Martín, que era el siguiente de la lista, pero el que estaba en el almuerzo era yo, y en cuanto sugerí que podía hacerme cargo del muñeco, Andrea aceptó. Dudó un poco, y hasta lo consultó a Carlos con la mirada, pero de eso me di cuenta mucho después.
Llamé a mi novia en cuanto volvimos al laburo y le dije que se viniera esa noche a casa, con una botella de champán o algo. O nada, pero que se viniera sin falta. La verdad es que yo nunca había usado esas cosas y estaba como intrigado, por sobre todo sentía curiosidad, pero la curiosidad aumenta la excitación o por lo menos a mí me la aumentaba, y ese viernes a la tarde no podía concentrarme en el laburo, estaba disperso, contentísimo. Caliente, si querés. Lo que quiero decir es que podés estar seguro de que estaba diez puntos, en todo sentido.
O sea, lo que te cuento no es para justificar nada, no son excusas ni inventos. Ya sabés, ya te dije que soy imaginativo, pero eso no tuvo nada que ver.
Te ahorro la previa y te cuento lo que me pasó, una cosa espantosa.
Al principio casi bien, cuando todavía ni había sacado el perico. Pero después me agarró como un dolor de cabeza, y todavía no había hecho nada. Me dolía la cabeza, mucho vino tal vez, y la cuestión es que empecé a imaginarme o a ver a Carlos intentando meterle el aparato a la mujer y a ella negándose, pero negándose con alma y vida, con todo. Era como una película, una cosa extrañísima y que me sacaba de clima como la puta madre, era una porquería. Y después la vi a Andrea, clarito. Y vi cómo Andrea también había visto a Carlos, la vi a Andrea confundida y después excitadísima.
La vi a Andrea muy pasada, metiéndole el consolador al marido casi con rabia, metiéndoselo para lastimarlo como finalmente lo lastimó y a él casi aceptando que se merecía todo eso. La vi después llorando en un rincón de la cama, sola, como había llorado en el almuerzo o peor, y hasta sentí la angustia de ella y el dolor de él.
Suena a invento, ya lo sé.
Mi novia debe pensar que me drogo, algo de eso me dijo cuando tiré el perico por la ventana y me quedé como vacío por un rato largo, y ese fin de semana ni la toqué.
El lunes tuve que explicar en el laburo que al perico me lo había llevado yo y que además lo había perdido, y nadie me creyó y se armó tal lío que se enteró hasta Susana Tessore, pero Carlos y Andrea me dijeron que había hecho muy bien, y Martín me trató de cipayo y yo lo mandé a cagar sin remordimientos.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajajajaja, y con final abierto y todo, me encanto la cruza entre politica y sexo, va como trompada, los que estuvimos metidos ahi sabemos bien que esto nunca va a pasar y que solo puede pasar en su cabeza (lamentablemente)!!!!

Sergio Muzzio dijo...

Mi única intención era sembrar dudas sobre el marido de Andrea.
Un abrazo!!

Gringo dijo...

Yo venía imaginándome otro final. Un final más concreto; pero me lo guardo pa mi.
Muy bueno. Y te digo, nuevamente, muy precisa la escritura.
Nos vemo:

gringo

Sergio Muzzio dijo...

La verdad es que no estoy muy contento con el final, aunque en su momento me pareció que sí. ¿Me cuenta el suyo? No vale como excusa, pero me urgía terminarlo para el blog, sobre todo porque era uno de los que no había anticipado el argumento en el post anterior. Y sepa que valoro enormemente los comentarios que además vienen con opinión y/o sugerencias.
Muchas gracias!

In-prudencia dijo...

Como dato curioso... No sé si allá también, pero acá se le llama Perico a uno de los primeros extractos que se saca en el procesamiento de la cocaína... tiene el mismo efecto pero más suavecito y con peores efectos secundarios.
Graciosa coincidencia.

Besitos

Sergio Muzzio dijo...

¿"Tiene el mismo efecto" que qué? ¿Que un consolador...?
La verdad es que desconozco lo del extracto, y ni siquiera sé si está muy difundido lo de "perico" para denominar al vibrador: lo que pasó fue que una vez uno le dijo así, y me quedó, y además como era evidente en el cuento de qué estaba hablando no hacía mucha diferencia y lo usé (al término, digo: no al aparato. Ni al extracto. No sé por qué tengo que darte tantas explicaciones...)

Besos!

p.d.: ¿Te mudaste? ¿Dónde estás ahora? ¿Te mando el libro? ¿Le agrego extracto? ¿Un vibrador, tal vez...?

G dijo...

Jaja, me he reído mucho. Interesante idea.
(También yo cuando leí el título pensé en la cocaína, pero con la imagen ya se ve que se refiere a otra cosa ;> )
Besos

Sergio Muzzio dijo...

(Bueno, pero no me diga que no busqué una imagen suave...Había algunas que dolían de sólo verlas...Besos!)

G dijo...

Ah, sí, muy discreto, desde luego.
Más besos.

Cesar dijo...

Significativo lo de nombrar sólo a uno de los personajes con su nombre y apellido... y tratándose de ESE personaje!!! jajaja

Sergio Muzzio dijo...

G: Y bueno, más besos.

CESAR: Es que es un personaje. Nefasto, pero personaje al fin.
Más besos (a usted no, a G)

jmslayer dijo...

¡Muy interesante texto! Felicitaciones.
Alegría Genital, es buenísimo... jajaja

Sergio Muzzio dijo...

Gracias, querido. Por supuesto, surgió de una situación real y los nombres están casi casi.
Abrazo!!