Otro interesante artículo del investigador entrerriano, distinguido por la RAE como "un peligroso gilipollas sin nada mejor en lo que entretenerse, y además recontra maricón”.
Civilidad y juegos infantiles
Por el Prof. Ramírez
La tarea de imponer límites en los niños y de formarles idea de autoridad institucional es un tema mal encarado y con metodología que atrasa. Sobre todo porque los pibes vienen con reflejos adaptados genéticamente para la Play III, rápidos para entender lo dicho y para inferir lo sugerido.
Antes les íbamos carcomiendo el cerebro desde los primeros juegos, y nos funcionaba bastante bien.
Un ejemplo precioso es el “¿Dónde tá? Acatááá”. Una verdadera joya subliminal, que mediante la repetición del “acatá” y la repentina aparición del rostro del adulto debía generar en el lactante las siguientes premisas: “Acatá, obedecé, porque siempre hay un botón escondido atrás de un repasador mugriento, o un cartel de la ruta. Aunque no la veamos, la cana siempre está, como el Sol (el Operativo Sol, ¿entendés, pendejo?)”.
«El problema del "acatá"», dice Mario Sokolinksy en un famoso tratado, «, con el adulto apareciendo y desapareciendo, es la evidente intermitencia de la autoridad, que crea en el niño una sensación doble de abandono y falta de control esporádicos, instantes que aprovechará de grande para pasar un semáforo en rojo o violar una anciana»
Brillante y aleccionador, como todo lo de Mario, como lo de la pitina.
Otro ejemplo de juego con instrucción cívica implícita en el lenguaje es: “Juguemos en el bosque mientras el lobo no está, ¿lo votás?”
A lo que el candidato a intendente, representado en la figura del lobo, responderá cosas como “Me estoy poniendo los pantalones porque recién se va mi secretaria” o algo por el estilo.
«Acá tengo otra cosa interesante», dice Sokolinsky acomodándose la pitina. «A nuestros abuelos les funcionó bastante bien para generar conciencia con el voto, que en esa época no era algo muy aceptado, era más bien una obligación pesada . Los homónimos ‘¿Lobo tás? - ¿Lo votás?’ despertaron conciencia cívica e inculcaron la idea de tratar de elegir lo mejor posible, porque a la final el lobo siempre va a querer morfarte, ¿o no?»
Como sea, hoy resulta bastante evidente que el empleo de voces deformadas no sólo no educa socialmente a los niños, sino que después los hace escribir como el orto (y votar peor). Seamos claros con los pequeños, expliquémosles que deben obedecer porque si no vamos a golpearlos salvajemente, no recurramos a mensajes subliminales ni a homónimos oscuros, porque eso no sirve y después los mensaje de texto los entiende Magoya.
Lo que sí es probadamente efectivo y se los recomiendo a todas es “mamá me da la teta, papá no me da nada”: tengo amigas que han ganado juicios por alimentos gracias a la declaración de pendejitos bien enseñados.
Mucha tortita de manteca para todas ustedes, mucho chonguito de Calzada para mí, que tengan un finde super.
Gracias a LULET, que me dio la idea.
Civilidad y juegos infantiles
Por el Prof. Ramírez
La tarea de imponer límites en los niños y de formarles idea de autoridad institucional es un tema mal encarado y con metodología que atrasa. Sobre todo porque los pibes vienen con reflejos adaptados genéticamente para la Play III, rápidos para entender lo dicho y para inferir lo sugerido.
Antes les íbamos carcomiendo el cerebro desde los primeros juegos, y nos funcionaba bastante bien.
Un ejemplo precioso es el “¿Dónde tá? Acatááá”. Una verdadera joya subliminal, que mediante la repetición del “acatá” y la repentina aparición del rostro del adulto debía generar en el lactante las siguientes premisas: “Acatá, obedecé, porque siempre hay un botón escondido atrás de un repasador mugriento, o un cartel de la ruta. Aunque no la veamos, la cana siempre está, como el Sol (el Operativo Sol, ¿entendés, pendejo?)”.
«El problema del "acatá"», dice Mario Sokolinksy en un famoso tratado, «, con el adulto apareciendo y desapareciendo, es la evidente intermitencia de la autoridad, que crea en el niño una sensación doble de abandono y falta de control esporádicos, instantes que aprovechará de grande para pasar un semáforo en rojo o violar una anciana»
Brillante y aleccionador, como todo lo de Mario, como lo de la pitina.
Otro ejemplo de juego con instrucción cívica implícita en el lenguaje es: “Juguemos en el bosque mientras el lobo no está, ¿lo votás?”
A lo que el candidato a intendente, representado en la figura del lobo, responderá cosas como “Me estoy poniendo los pantalones porque recién se va mi secretaria” o algo por el estilo.
«Acá tengo otra cosa interesante», dice Sokolinsky acomodándose la pitina. «A nuestros abuelos les funcionó bastante bien para generar conciencia con el voto, que en esa época no era algo muy aceptado, era más bien una obligación pesada . Los homónimos ‘¿Lobo tás? - ¿Lo votás?’ despertaron conciencia cívica e inculcaron la idea de tratar de elegir lo mejor posible, porque a la final el lobo siempre va a querer morfarte, ¿o no?»
Como sea, hoy resulta bastante evidente que el empleo de voces deformadas no sólo no educa socialmente a los niños, sino que después los hace escribir como el orto (y votar peor). Seamos claros con los pequeños, expliquémosles que deben obedecer porque si no vamos a golpearlos salvajemente, no recurramos a mensajes subliminales ni a homónimos oscuros, porque eso no sirve y después los mensaje de texto los entiende Magoya.
Lo que sí es probadamente efectivo y se los recomiendo a todas es “mamá me da la teta, papá no me da nada”: tengo amigas que han ganado juicios por alimentos gracias a la declaración de pendejitos bien enseñados.
Mucha tortita de manteca para todas ustedes, mucho chonguito de Calzada para mí, que tengan un finde super.
9 comentarios:
Siempre recordaré que en la primaria mi libro de lectura decia "Mi mamá me mima. Papá fuma pipa"
La caradures del padre, no tiene límites! Lo aprendí a los 6 años.
Buen finde!
Jajajaja!
¡Buenísimo el artículo!
Y como dijo Co.2 ¡Aguante el intertexto!
Anita (dice Ramírez): ¿Te das cuenta, diosa? En casa era: "Mamá me mima, papá brilla por su ausencia, ergo me pongo el vestido rosa"
Lulet: Salió rapidísimo después de leer el tuyo.
Ah: detesto putearme en blogs ajenos (aunque no parezca), pero lo de Val era demasiada conchudez, ¿o no? De comentaristas remilgados que esconden puñalada trapera ya estoy hasta el occipucio más o menos.
Sepa disculpar, volverá a suceder.
¡Aamigo! Si vas "puteandote" por blogs ajenos, es síntoma grave...so riesgo de caer —si no es que ya caí— en la categoría de los "comentaristas remilgados que esconden puñalada trapera" te aconsejo un té de tilo, a la vieja usanza. Saludos.
Pero no, Profe, usted es los comentaristas excelentes, a lo sumo un opinador distinto en determinados temas, pero siempre de ley. Vaya a leer a lo de la Luly y vea a la Val en acción, y va a coincidir conmigo con seguridad.
Abrazo!
Esclarecedor texto. Un desgarrador alegato. "Ale, gato" no.
¿dónde hay puteadas? Avisá...
No entiendo la encuesta.
El texto zafa.
Me revienta que traten a los pendejos como si fueran mogólicos. También admito que no tengo mucha onda con los niños, mucho menos con los bebes. Con esos no se puede charlar nada... tan todo el día llorando.
chau.
vaya a putear tranquilo
Paul, ahí donde le agradezco a Lulet está el link, ahora voy a revisar si continúa el culebrón...
Gringo: ¿Y de qué quiere hablar con los bebés? ¿Otra vez se anda drogando?
Abrazo a ambos!
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