Un poco está bien, porque uno quiere saber algunas cosas de la vida de los "artistas". Pero cuando ya no se habla para nada de la parte artística, sino solamente de los escándalos permanentes de ciertos personajes de la farándula, cuando los despelotes personales duran más que la obra en el teatro, cuando uno lee la nota o mira el reportaje por morbo del intestino y no por delectación del espíritu, ahí es cuando uno se pregunta si realmente se trata de artistas o simplemente de gente que ha hecho un arte (y un negocio) de la ventilación de sus intimidades más escabrosas.
Uno se pregunta, por ejemplo, por qué no sabe casi nada de la vida privada de verdaderos artistas y, en cambio, tiene que enterarse todas las semanas del nuevo escándalo con drogas protagonizado por Marcos Mundstock; uno se pregunta por qué tenemos que estar al tanto de las peleas de Daniel Rabinovich con todas sus ex mujeres, por qué tenemos que enterarnos de los golpes que Carlos Núñez Cortés le propina a su madre anciana, ¿qué nos importa el último auto lujoso que se compró Jorge Marona (y que nos refriega durante 20 páginas de las revistas de actualidad)?
¿Qué nos interesa que Carlos López Puccio sea homosexual, por el amor de Dios? ¿Es necesario que nos enteremos de la frecuencia con que sodomiza al ya mencionado Marcos Mundstock? ¿No es demasiado que además ambos le hagan juicios a cada rato y por cualquier cosa a Rabinovich, y que Marona defienda un rato a cada uno?
¿No son siempre estos mismos personajes nefastos? ¿No estamos hartos de ellos?
Por suerte existen los otros, los verdaderos artistas, de los que sólo conocemos su arte y es más que suficiente.
¡Gracias, Les Luthiers! (¡Y perdón! ¡Podrían mandarse una macana de vez en cuando!)
8 comentarios:
genial,
es que están todos locos. menos les luthiers, usted y yo.
Of course paspartú.
Me encantó!
Cuánta verdad.
Magia!
Ana, Paul, Viejex: Mercí.
¡Qué maravillosos son!
Gracias.
Usted también.
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