domingo, agosto 29, 2010

La verdadera Matrix


Leer “El gen egoísta” de Richard Dawkins puede ser una experiencia shockeante. Lo fue para mí, que soy un ateo evolucionista: me imagino lo que puede ser para un creyente, incluso para un creyente no demasiado ortodoxo o (digamos) para un más o menos creyente.

Me imagino lo que puede ser, simplemente, para un joven recién enamorado…

Porque Dawkins (profesor de etología de Oxford, teórico evolutivo, divulgador científico al nivel del gran Carl Sagan) plantea crudamente lo siguiente: somos solamente máquinas de supervivencia de los genes que nos forman.

Y si bien uno está hecho a la idea de que somos animales, de que tenemos antepasados en común con los grandes primates, de que somos primos de las ballenas y hasta polvo de estrellas (hasta acá todo lindo, como una gran familia amorosa), que te digan en la cara que sos una especie de robot preprogramado para asegurar la vida de unos genes que hace poco ni sabías que existían, es bastante fuerte.

Es como si Dawkins fuera el Morpheus de "Matrix", y uno empezara a dudar de la pastilla que se tomó

Advierte RD en el comienzo: “En la actualidad, la teoría de la evolución está tan sujeta a dudas como la teoría de que la Tierra gira alrededor del Sol, pero las implicaciones totales de la revolución de Darwin no han sido comprendidas, todavía, en toda su amplitud. La filosofía y las materias conocidas como Humanidades todavía son enseñadas como si Darwin nunca hubiera existido.
No hay duda de que esta situación será modificada con el tiempo”

Dos nociones revolucionarias tiene el libro: la primera, que la teoría de la evolución y sus mecanismos pueden aplicarse al origen de la vida (aunque no haya sido abordado directamente por Darwin en su momento), y la segunda…que por el mismo camino es posible explicar absolutamente todos los comportamientos animales, el nuestro inclusive. Y que todos los comportamientos están apuntados a la supervivencia de los genes, a la transmisión ciega de esos genes a una próxima generación, a un fin egoísta de persistencia y supremacía de la manera que sea posible.

A tales efectos (y no a otros), los genes construyen sus máquinas de supervivencia, perfeccionándolas, dotándolas de nuevas y mejores herramientas, haciéndolas trabajar en conjunto, redefiniendo la vieja receta ancestral de hacer copias de sí mismos: “En realidad, una molécula que hace copias de sí misma no es tan difícil de imaginar, y sólo tuvo que surgir una vez en el caldo primitivo…”

El libro explica cómo la evolución beneficiaría variedades con alto nivel de longevidad-fecundidad-fidelidad de replicación. Explica cómo llego el momento en que el caldo nutritivo se hizo un recurso escaso y precioso, y cómo debieron comenzar a competir esos replicadores, es decir, a comerse unos a otros y a mejorar esos procesos...con consecuencias inimaginables.

“En cuatro mil millones de años, ¿cuál sería el destino de los antiguos replicadores? No murieron, porque son maestros en el arte de la supervivencia. Pero no se les debe buscar flotando libremente en el mar; ellos renunciaron a esa desenvuelta libertad hace mucho tiempo. Ahora, abundan en grandes colonias, a salvo dentro de gigantescos y lerdos robots, encerrados y protegidos del mundo exterior, comunicándose con él por medio de rutas tortuosas, manipulándolo por control remoto.

Se encuentran en ti y en mí; ellos nos crearon, cuerpo y mente; y su preservación es la razón última de nuestra existencia. Aquellos replicadores han recorrido un largo camino. Ahora se les conoce con el término de genes, y nosotros somos sus máquinas de supervivencia”

6 comentarios:

Paul Maril dijo...

El caldo primitivo tendría pocas verduritas, supongo... pero unos bichitos muy piolas...

Sergio Muzzio dijo...

Ahá...! Mirá lo que acaba de postear Santiago Bilinkis

Diego Ariel Vega dijo...

Suena interesante. Hace rato le tengo ganas a ese libro, y ahora me entusiasmaste con tu comentario, así que en futuras adquisiciones me conseguiré un ejemplar para tomarme la píldora de Dawkins para ver de que mundo presenta.

Saludos...

Anónimo dijo...

Sergio, durante mi paso por las universidad (donde estudié una ciencia social) tuve un par de materias algo particulares que algunos compañeros no lograban entender qué venían a hacer en el programa general de la carrera. Una de ellas fue "Ecología". Al cursarla no sólo descubrí la importancia del método experimental científico sino también sino que me aproximé a nociones de la Biología (y flia) que me permitieron entender mejor algunos comportamientos humanos. Tengo la idea de algún día escribir un par de posts al respecto. Dada la inanición de mi blog, puedo ir adelantándole algo: creo que la idea de "éxito reproductivo" ayuda a comprender el por qué de las expectativas y la presión que ejercen los padres sobre los hijos; y el "principio de Bateman" justifica el mito de la mayor tendencia a la infidelidad en los especímenes de sexo masculino. Explore un poco y va a entender mejor ;) Después lo discutimos :)

Sergio Muzzio dijo...

Diego, adquiéralo que no lo va a defraudar.

Sergio Muzzio dijo...

EsDecirDecirEs: Desconozco el principio de Bateman, pero Dawkins explica que la (que usted denomina) infidelidad, en realidad es la compulsión natural de los genes por reproducirse tanto como puedan, y que como las hembras al ser fecundadas ya no están "disponibles", pues...los machos se buscan a otra.

Son muy interesantes también las estrategias de las hembras para elegir candidatos que no las abandonen: una de ellas es hacerlo "invertir" tiempo y esfuerzo en el cortejo o en construir un nido o en conseguir territorio o en pelearse con otro macho, como para que después les cueste más irse atrás de cualquier atorranta...(las analogías con el comportamiento humano corren por cuenta de cada uno, y son inevitables)