Lo estábamos esperando todos: familiares, allegados y amigos.
Es que cuando mamá advierte que una relación progresa, que hay planes de vacaciones con la fulana nueva, que soy inhallable los fines de semana, y que además la llamo más de una vez por quincena y encima estoy de buen humor, entonces mamá apela al último bastión por siempre inalcanzable para cualquier novia: me prepara milanesas.
Mi mamá, como todas las madres de hijos varones, hace las mejores milanesas del mundo, y lo sabe.
Ella sabe que aunque la deje sola para Fin de Año, aunque no me deje tentar con un lavado gratuito de todos los platos que (ella sabe) acumulo durante la semana, ella sabe que no tengo defensas válidas cuando ataca con milanesas.
Por primera vez en mi vida tengo una novia que cocina bien (muy bien, y además diet: casi excelente), pero además es inteligente, y tampoco ella opuso resistencia cuando mamá llamó por teléfono. Yo dije “Va a hacerme milanesas”, y los dos sonreímos, porque era la prueba fehaciente de que mamá empezaba a reconocerla.
Ahora falta que mi suegro haga un asado y me explique la (única) forma correcta de hacerlo, descubierta por él, y que otra vez haya una sonrisa disimulada, y que sepamos por éste método culinario que las cosas marchan bien. Diríamos que salen con fritas.
Es que cuando mamá advierte que una relación progresa, que hay planes de vacaciones con la fulana nueva, que soy inhallable los fines de semana, y que además la llamo más de una vez por quincena y encima estoy de buen humor, entonces mamá apela al último bastión por siempre inalcanzable para cualquier novia: me prepara milanesas.
Mi mamá, como todas las madres de hijos varones, hace las mejores milanesas del mundo, y lo sabe.
Ella sabe que aunque la deje sola para Fin de Año, aunque no me deje tentar con un lavado gratuito de todos los platos que (ella sabe) acumulo durante la semana, ella sabe que no tengo defensas válidas cuando ataca con milanesas.
Por primera vez en mi vida tengo una novia que cocina bien (muy bien, y además diet: casi excelente), pero además es inteligente, y tampoco ella opuso resistencia cuando mamá llamó por teléfono. Yo dije “Va a hacerme milanesas”, y los dos sonreímos, porque era la prueba fehaciente de que mamá empezaba a reconocerla.
Ahora falta que mi suegro haga un asado y me explique la (única) forma correcta de hacerlo, descubierta por él, y que otra vez haya una sonrisa disimulada, y que sepamos por éste método culinario que las cosas marchan bien. Diríamos que salen con fritas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario