sábado, septiembre 04, 2010

Sobre las dictaduras


(Reflexiones del emperador Claudio, luego de la ejecución de su esposa Mesalina)

Sentado en los jardines de Lúculo, sin nadie cerca y con una larga tira de papel en las rodillas y una pluma en la mano, comencé a escribir. Mis pensamientos se ordenaban, quién sabe por qué, en grupos afines de tres, como los "tercetos" de los druidas británicos:

Amo la libertad, detesto la tiranía.
Siempre he sido un romano patriota.
El genio romano es republicano.

Ahora soy, paradójicamente, Emperador.
Como tal ejerzo poderes monárquicos.
La República ha estado suspendida por tres generaciones.

Augusto instituyó este poder monárquico.
La República estaba desgarrada por guerras civiles.
Era sólo una medida de emergencia.

Augusto descubrió que no podía renunciar al Poder.
Mentalmente condené a Augusto por hipócrita.
Seguí siendo un republicano convencido.

Tiberio llegó a ser Emperador.
¿Temeroso de que algún enemigo ocupara el Poder?
Probablemente obligado por su madre Livia.

Durante su reinado viví en retiro.
Lo consideré un hipócrita sanguinario.
Seguí siendo un republicano convencido.

Calígula gobernaba como un déspota oriental.
Habría debido matar a Calígula.
En lugar de eso salvé el pellejo haciendo el papel de imbécil.

Casio Querea fue un romano patriota.
Violó su juramente, mató a Calígula.
Trato de restablecer la República.

La República no fue restablecida.
Por el contrario se designó un nuevo Emperador.
Ese Emperador era yo, Tiberio Claudio.

Hice ejecutar a Casio Querea.
Descubrí que no podía renunciar al Poder.
Me convertí en un segundo Augusto.

...

Fui ciego a las locuras y villanías de Mesalina.
En mi nombre derramó la sangre de hombres y mujeres inocentes.
La ignorancia no es justificación.

...

Mi principal defecto: he sido un buen Emperador.
Reparé las ruinas que mis predecesores habían provocado.
Reconcilié a Roma y al mundo con la monarquía.

Roma está destinada a inclinarse ante otro César.
Que sea loco, sanguinario, caprichoso, derrochador y libertino.
Que vuelva a demostrar la naturaleza de los reyes absolutos.



Robert Graves ("Claudio el dios y su esposa Mesalina")

3 comentarios:

Sergio Muzzio dijo...

Por supuesto, a Claudio lo sucedió Nerón...

Paul Maril dijo...

Y entonces empezó San Nerón. (Para los neronistas de Nerón, obvio...)

Sergio Muzzio dijo...

Y ardió San Vicente, sí.